Archivo por meses: agosto 2015

¿De qué habla el pueblo soviético? (1946)

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En la URSS, la voluntad del Gobierno de llevar a cabo un préstamo de restauración y desarollo de la economía nacional del país que asciende a 20 mil millones de rublos, a pagar en veinte años, es un acontecimiento destacado. El propio título del préstamo señala su finalidad, que es atraer recursos adicionales para restablecer y desarrollar la economía nacional, según lo previsto por el nuevo Plan Quinquenal.

Los préstamos del Estado son excepcionalmente populares en la URSS. Todos los medios que provienen de los obreros, campesinos e intelectuales que suscribieron el préstamo, son invertidos para satisfacer las necesidades del pueblo. Durante los años anteriores a la II Guerra Mundial, el pueblo soviético prestó al Estado alrededor de 50 mil millones de rublos. Hizo una gran contribución para el cumplimiento de los planes quinquenales stalinistas, que han transformado el país soviético.

Durante la guerra, los préstamos desempeñaron un importante papel en el aprovisionamiento del Ejército Rojo de todo lo esencial para la victoria. Los ciudadanos soviéticos prestaron al Estado, durante la guerra, 76 mil millones de rublos. Cada soviético decía, entonces, con razón: «Vencimos al enemigo con el arma y el rublo«.

Para todo lo que fue creado en el país de los soviets durante el período de la construcción de la paz -en la industria, en la gran agricultura mecanizada colectiva, en las escuelas, en los sanatorios, en los centros de educación superior, clubes, teatros- hubo una contribución del ciudadano soviético, que adquiría bonos de los préstamos nacionales.
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«Hegemonia y dominación en el Estado Moderno» Nicos Poulantzas

Portada

Los artículos reunidos en esta selección fueron escritos en un periodo de tres años aproximadamente. Presenta una primera unidad relativa a su objeto: la investigación sobre el problema de Estado y del derecho, o sea de la superestructura jurídico-política, en la teoría marxista. Sin embargo no posee una unidad de de problemática teórica. Su interés consiste consiste en el hecho de tratarse de una investigación que refleja la evolución de la teoría marxista en Europa, y más particularmente en Francia e Italia.

PDF Descargar: http://www.mediafire.com/view/ehrajm3oxaak34a/N._Poulantzas_-_Hegemon%C3%ADa_y_dominaci%C3%B3n_en_el_estado_moderno.pdf

Los Guardias Rojos: Hong Wei Bing

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Cuando Bill Clinton fue a China pidió «respetar los derechos humanos y abrazar la democracia«, pero Estados Unidos ha apuntalado una larga serie de dictadores por todo el mundo y la CIA ha viciado montones de elecciones. Condenó al gobierno chino por «arrestar disidentes», pero en Estados Unidos hay muchos presos políticos, como Mumia Abu-Jamal, y hay un boom de construcción de cárceles para enterrar vivos a miles de jóvenes negros y latinos.

Clinton quiere que el pueblo chino se trague que el mercado libre capitalista llevará «libertad y democracia». Pura mentira. Para las masas, la penetración imperialista y los mercados libres han causado una mayor brecha entre los ricos y los pobres, y más inestabilidad económica.

Es el socialismo, no el capitalismo, lo que verdaderamente libera a las masas.

Cuando el gran líder revolucionario Mao Tse-tung murió en 1976, los contrarrevolucionarios tomaron el poder político y restauraron el capitalismo. Pero durante 25 años China fue un país socialista.

Bajo la dirección de Mao, las masas participaron en la lucha revolucionaria para transformar la sociedad y deshacerse de las clases, las desigualdades y la opresión. Durante la Gran Revolución Cultural Proletaria de los años 60, millones de estudiantes, trabajadores y campesinos participaron en la lucha para denunciar y tumbar a autoridades de alto nivel y dirigentes del partido que querían embarcar el país por el camino capitalista.

Mao señaló que a pesar de las nuevas relaciones socialistas, persistían vestigios de la sociedad burguesa y la base material para las desigualdades. Señaló que en la sociedad socialista siguen existiendo divisiones básicas: entre el trabajo manual e intelectual, entre campo y ciudad, entre obreros y campesinos. Dijo que bajo el socialismo surge una nueva burguesía centrada en los niveles superiores del Partido Comunista mismo, y que la lucha de clases continúa hasta que todas las clases hayan sido eliminadas y se haya establecido el comunismo en todo el mundo.
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Maiakovski, el poeta de la revolución proletaria

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El 19 de julio de 1893, en un pequeño pueblo de Baghdati, en Georgia, nacía Vladímir Vladímirovich Mayakovski. Hijo de Vladimir Konstantinovitch y Aleksandra Aleksieievna -ambos campesinos pobres-, Maiakovski tenía dos hermanas mayores, Olga y Liudmila.

La infancia miserable -especialmente después de la reubicación forzada de su familia a Moscú, tras de la muerte de su padre en 1906- y el contacto temprano con el movimiento revolucionario que despuntaba en Rusia, marcarían para siempre la vida de Maiakovski.

En esa época, todo el imperio ruso fue sacudido por las luchas sociales. En 1905, después de la masacre de miles de trabajadores por parte de la policía zarista -también conocido como el «Domingo Sangriento»- estallaron en varios rincones del país manifestaciones de trabajadores, campesinos y soldados exigiendo el fin de la monarquía y la instauración de una República Democrática. Era la Revolución de 1905. Maiakovski, con sólo 12 años, que por entonces ya seguía los acontecimientos políticos a través de periódicos y panfletos socialistas, se unió a las manifestaciones de forma activa.

A partir de ahí, el joven Maiakovski pasa a leer vorazmente literatura marxista. En 1908, abandona el gimnasio y entra en el ala bolchevique del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR). Realiza tareas de propaganda en círculos obreros. Llegó a ser elegido miembro del comité municipal de Moscú. Era conocido como el camarada Constantin.

Maiakovski es arrestado por primera vez en 1908 en una imprenta clandestina, pero poco después es liberado. Después de haber participado en la liberación de un grupo de miembros del partido que cumplían condena, es detenido de nuevo en 1909. Su encarcelamiento dura once meses. En la cárcel, lee mucho, principalmente los clásicos de la literatura -Dostoievski, Tolstoi, Gogol, Pushkin- y escribe poemas.
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El humanismo burgués y Gorki

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Máximo Gorki no necesita presentación. En estos artículos, escritos a principios de los años 30 y publicados en periódicos soviéticos, contesta a cartas de sus lectores y defiende la construcción del socialismo en la Unión Soviética. La indignación contra las injusticias y la conciencia proletaria, ya muy presentes en sus novelas, aparece aquí de una forma más cruda y contundente. Estos dos artículos han sido extraídos del libro «¡En guardia!«.

 

 

Los humanistas

 

La Unión Internacional de Escritores Demócratas, representada por su Secretario General, M. Lucien Quinet, me honró con una invitación para colaborar en el órgano literario de la Unión. Su finalidad es «reunir a los literatos demócratas«. En la Presidencia están Romain Rolland y Upton Sinclair, que me merecen gran estima; pero, a su lado figura el profesor Albert Einstein, y en el comité el escritor Heinrich Mann. Estos dos últimos, como muchos otros humanistas, firmaron recientemente una queja en la Liga de Defensa de los Derechos Humanos contra la ejecución de 48 criminales, organizadores de la escasez alimenticia en la Unión Soviética.

Estoy absolutamente convencido de que, entre los derechos del hombre, no se encuentran el crimen, y sobre todo, el crimen perpetrado contra el pueblo trabajador. La increíble infamia de las maniobras de los 48 es perfectamente conocida. Sé que cometieron un crimen mucho más atroz y sórdido que el de los jefes de los carniceros de Chicago, descritos por Upton Sinclair en su libro «La Selva«.

Los organizadores de la escasez alimenticia suscitaron la justa ira del pueblo trabajador contra el cual era dirigido su odioso complot, y fueron ejecutados por petición unánime de los trabajadores. Pienso que esa ejecución fue prefectamente merecida. Fue la justicia aplicada por el pueblo que, viviendo en condiciones difíciles y privándose de todo para economizar sus fuerzas, se dedica valerosamente a construir un Estado proletario libre de depredadores y parásitos, como aquellos hombres cuyo humanismo sirve para encubrir el saqueo y el parasitismo.
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Marya, la bolchevique

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Marya Grishagina fue una gran mujer. Su marido, Prokofi, también llamado «la cabra», era mucho más bajo que ella y tenía un temperamento muy caliente. Siempre estaba golpeando la mesa «como un herrero en un yunque», gritando y amenazando con matar a su esposa. Marya actuaba tranquilamente, le mimaba como una criada, le alimentaba, le daba agua, una pipa con tabaco, etc. «La cabra» también insistía en la cama.

Entonces los bolcheviques llegaron al poder, y Marya perdió toda vergüenza. Salió corriendo para escuchar a los oradores e incluso invitó a un orador a su casa y se puso de pie para dar un discurso propio. Los habitantes del pueblo se rieron de ella, y «la cabra» la golpeó por esto. Marya advirtió a «la cabra» que no le golpeara de nuevo, o se defendería.

Marya se fue a dormir lejos de él rechazando sus abrazos. Había dado a luz a dos hijos y ambos habían muerto, por lo que se negó a las demandas de «la cabra» de tener un tercer hijo. «No soy una vaca para darte terneros cada año«, declaró.

«La cabra» estaba desesperado, sin saber qué hacer. Si la golpeaba, ella probablemente le arrastrase frente a los bolcheviques y lo encerrarían. Ese era el estilo de los bolcheviques, dejar que las mujeres decidan su camino. Dejarlas disfrutar de su libertad, a pesar de que tenían miedo de lo que la gente decía.
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¿Cuál fue, realmente, la ayuda material angloamericana prestada a la URSS en la II Guerra Mundial?

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El escritor y militar soviético, Sergei Kurnakoff, publicó en la prensa soviética un interesante trabajo sobre el coste de la guerra a la URSS, del que transcribimos algunos datos.

 

 

Gastos, préstamos y arrendamientos

 

La cantidad total de materiales enviados a la URSS, bajo préstamos y arrendamientos, por los EE.UU. hasta 1945, es la siguiente:

-Artillería y municiones (poca artillería), 793.343.000$;

-Aviones y repuestos, 1.495.986.000$;

-Tanques y respuestos, 460,059,000$;

-Vehículos a motor y piezas de repuesto, 1.157.064.000$;

-Embarcaciones y material bélico, 240.591.000$.

También fueron enviados:

-Productos petrolíferos 84.878.000$;

-Productos y materiales industriales, 2.700.223.000$;

-Productos agrícolas, 1.473.000.000$.

En conjunto fueron, por lo tanto, 3.409.695.000$. Si a esto le sumamos el material recibido a través de Inglaterra, de ella misma o cedido por ella, tendremos un total general de unos 10 billones de dólares.
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La organización bolchevique en el Transcáucaso

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Las ideas marxistas fueron introducidas allí a principios del decenio del 1890 por los socialdemócratas rusos que habían sido exiliados de Rusia Central y los llamados «marxistas legales», quienes habían estado exiliados en el extranjero. En 1893 se formó el primer grupo marxista, llamado «Messameh Dassy» (el tercer grupo). Ideológicamente era un grupo liberal. Reconocía el supuesto aspecto progresista del capitalismo (sobre el feudalismo) así como la existencia y lucha de diferentes clases sociales. La mayoría del grupo estaba encabezada por Noah Jordania. La mayoría nunca llegó a un entendimiento marxista de la lucha de clases y sobre el papel dirigente del proletariado (la clase obrera). Lo que presentaban era la idea nacionalista de que la burguesía nacionalista y el proletariado deberían unirse por un renacimiento nacional de Georgia.

No todos los miembros del grupo Messameh Dassy estaban de acuerdo con la posición de Jordania. Algunos creían en el papel dirigente del proletariado en el movimiento revolucionario. Algunos creían en la necesidad de revolución proletaria y la dictadura del proletariado. En 1897 Laddo Ketskhoveli se afilió a Messameh Dassy. En 1898 Stalin se unió al grupo. Estos dos formaron un comité marxista revolucionario junto a otro miembro, Tsulukidze. Jordania había enviado a jóvenes miembros del grupo al extranjero y a Rusia central a estudiar el marxismo. Su trabajo estaba limitado a propaganda legal y pacífica y a trabajo agitacional entre círculos de obreros. No reconocían la necesidad de una prensa «ilegal», de la agitación política masiva y de la lucha revolucionaria de la clase obrera contra el zarismo y contra los capitalistas.

Surgieron serios desacuerdos entre la mayoría del grupo y el comité dirigido por Stalin. El primer desacuerdo fue en 1898 sobre la prensa ilegal (Stalin tenía entonces 19 años de edad). Stalin y el comité arguyeron que era necesario establecer una prensa ilegal para propagar ideas revolucionarias, para organizar lucha de clases contra el zarismo y el capitalismo y para construir un partido proletario y genuinamente revolucionario. El segundo desacuerdo surgió en 1900 con la llegada de Kurnatovsky, un socialdemócrata ruso seguidor de lskra, el periódico bolchevique dirigido por Lenin. La minoría de Messameh Dassy propusó que había llegado el momento de avanzar desde círculos de estudio a agitación masiva y desde la propaganda a la lucha abierta contra el zarismo. Llamaron a transformar las huelgas económicas en huelgas políticas, a realizar protestas masivas de trabajadores y llevar la lucha política a las calles. La mayoría del grupo seguía negando la necesidad de todo eso. Desde el 1899 al 1900, antes de la visita de Kurnatovsky, el grupo de la minoría (de Stalin y otros) aumentó su influencia. Lograron ganar la organización socialdemócrata en Tiflis para que pasase desde trabajo de propaganda en círculos de estudio a agitación masiva y lucha política contra la autocracia (el zarismo). Este grupo en Tiflis fue el embrión de la socialdemocracia en Transcaucasia.

En este período las diferencias de opinión política entre la mayoría (dirigida por Jordania) y la minoría (de Stalin) se convirtieron en las diferencias generales entre el bolchevismo y el menchevismo, las cuales se endurecieron luego del Segundo Congreso del Partido afines del 1904. La mayoría en Messameh Dassy, dirigida por Jordania, adoptó la posición menchevique luego de que Plejanov se fue al lado de los mencheviques. La minoría, dirigida por Stalin y simpatizante del Iskra de Lenin, se forjó más y más en una organización bolchevique y leninista (Stalin tenía entonces 25 años de edad).
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Marx el poeta, criticado por él mismo

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En diciembre de 1936, tres meses después de su entrada en la Universidad de Berlín, Marx abandonó en casa de Jenny von Westphalen tres cuadernos de poesía. Al final del semestre universitario (febrero-marzo de 1837), llena un nuevo cuaderno de versos y lo manda a su padre en conmemoración de su 55 cumpleaños.

Algún tiempo después, Marx, que tiene 19 años, juzga severamente, en una carta escrita a su padre el 10 de noviembre de 1837, esos ensayos de la juventud impregnados de un romanticismo, entonces, de moda, contra el cual se levantará tan violentamente más tarde.

Los tres primeros cuadernos de poesías de Marx se perdieron. El Instituto Marx-Engels-Lenin consiguió encontrar el cuaderno de 1837 que contiene, además de esto, parte de los poemas incluídos en los primeros manuscritos.

 

«Dado mi estado de espiritu, en aquellos dias, tenía que ser la poesia lírica, necesariamente, el primer recurso a que acudiera o, por lo menos, el más agradable y el más inmediato, como correspondía a mi situación y a toda mi evolución anterior, puramente idealista. Mi cielo y mi arte eran un más allá tan inasequible como mi propio amor. Todo lo real se esfuma y los contornos borrosos no encuentran limite alguno; ataques a la realidad presente, sentimientos que palpitan por todo lo ancho y de un modo uniforme, nada natural, todo construido como en la luna, lo diametralmente opuesto a cuanto existe y a cuanto debiera ser; reflexiones retóricas en vez de pensamientos poéticos, pero tal vez también cierto calor sentimental y la pugna por alcanzar cierto brio: he ahí todo lo que yo creo que se contiene en los primeros tres volumenes de poemas que he enviado a Jenny. Toda la profundidad insondable de un anhelo que no atalaya fronteras, late aquí bajo diversas formas, haciendo de la «poesia» un mundo sin horizontes ni confines. (1)
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El marxismo revolucionario y sus deformaciones

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Al hablar de una comprensión estrecha del marxismo, me refiero a los marxistas mismos. No se puede dejar de observar a este propósito que el marxismo es escandalosamente empequeñecido y tergiversado cuando nuestros liberales y radicales se toman la tarea de exponerlo en las páginas de la prensa legal. ¡Qué exposición! ¡Piénsese sólo de qué manera hay que mutilar esta doctrina revolucionaria para hacerla caber en el lecho de Procusto de la censura rusa! Y nuestros autores realizan con toda tranquilidad semejante operación: en su exposición el marxismo queda casi reducido a la doctrina de cómo experimenta su desarrollo dialéctico, bajo el régimen capitalista, la propiedad individual, basada en el trabajo del propietario, cómo se convierte en su negación y después se socializa. Y con aire de seriedad ven en este «esquema» todo el contenido del marxismo, dejan a un lado todas las particularidades de su método sociológico dejan a un lado la doctrina de la lucha de clases, dejan a un lado la finalidad directa de la investigación: exponer todas las formas de antagonismo y de explotación para ayudar al proletariado a suprimirlas. No es extraño que el resultado sea algo tan gris y estrecho, que nuestros radicales no cesan en sus lamentaciones a propósito de los pobres marxistas rusos. ¡No es para menos! ¡El absolutismo ruso y la reacción rusa no serían absolutismo y reacción si bajo su existencia se pudiese exponer íntegra, exacta y plenamente el marxismo, y explicar a fondo sus conclusiones! Y si nuestros liberales y radicales conociesen como es debido el marxismo (aunque sólo fuese por la literatura alemana), les daría vergüenza mutilarlo así en las páginas de una prensa sometida a la censura. Si no se puede exponer una teoría, callen o hagan la reserva de que están muy lejos de exponerlo todo, que omiten lo más esencial, ¿pero por qué entonces presentar fragmentos y alborotar luego hablando de su estrechez?

Sólo así se puede llegar al absurdo, sólo posible en Rusia, de que se considere marxistas a personas que no tienen ni idea de la lucha de clases, del antagonismo necesariamente inherente a la sociedad capitalista, y del desarrollo de ese antagonismo, a personas que no tienen idea del papel revolucionario del proletariado; inclusive a personas que presentan abiertamente proyectos burgueses, con tal que contengan palabras «economía monetaria», su «necesidad» y otras expresiones por el estilo, que requieren todo el profundo ingenio de un señor Mijailovski para ser estimadas como específicamente marxistas.

Pero Marx consideraba que todo el valor de su teoría residía en que «por su misma esencia es una teoría crítica y revolucionaria«. Y esta última cualidad es, en efecto, inherente al marxismo por entero y sin ningún género de duda, porque dicha teoría se plantea directamente la tarea de poner al descubierto todas las formas de antagonismo y explotación en la sociedad moderna, estudiar su evolución, demostrar su carácter transitorio, la inevitabilidad de su conversión en otra forma, y servir así al proletariado, para que éste termine lo antes posible y con la mayor facilidad posible, con toda explotación. La insuperable y sugestiva fuerza que atrae hacia esta teoría a los socialistas de todos los países, consiste precisamente en que combina la cualidad de ser rigurosa y sumamente científica (siendo como es la última palabra de la ciencia social) con la de ser revolucionaria, y las combina, no por casualidad, ni sólo porque el fundador de la doctrina unía en sí las cualidades del científico y del revolucionario, sino que las combina en la teoría misma, en forma intrínseca, e indisoluble. En efecto, como tarea de la teoría, como finalidad de la ciencia, se plantea aquí, en forma directa, el ayudar a la clase de los oprimidos en su lucha económica real.
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