Archivo por meses: abril 2017

Mujeres bolcheviques que lucharon por el socialismo

 

A continuación presentamos a seis de las mujeres bolcheviques más prominentes. Para no hacerlo demasiado extenso, detallamos sólo algunos de los aspectos más destacados de sus vidas.

 

 

Inessa Armand (1875-1920)

 

Inessa Armand nació en París, en 1875. A los 18 años se casó con Alexander Armand, un rico industrial, pero tras 10 años y cuatro hijos, le dejó para irse a vivir con su hermano, Vladimir, con quien tuvo un quinto hijo. Conservó la amistad con su marido durante el resto de su vida, éste mantuvo a todos sus hijos y financió sus actividades revolucionarias.

La cuestión de la mujer la atrajo al socialismo. Creía que era derecho de toda mujer buscar la realización personal y tener una vida socialmente útil. Armand explicó más tarde a su hija Inna, que había adquirido tempranamente «la fuerte determinación de no llegar a ser completamente femenina, sino continuar siendo una persona normal«(1). Se concentró primero en la situación de las prostitutas, viéndolas como una metáfora de la opresión de las mujeres.

En 1903 Armand se hizo marxista. Como relató en 1908, en una carta a su marido: «El hecho es que, en primer lugar, recorrí este camino más tarde que otros. El marxismo no fue una fantasía de la juventud para mí, sino la conclusión de una larga evolución de derecha a izquierda. …este último año, tan reaccionario [1907], que pasé entre el proletariado… me hizo más firme«.(2)

Hasta 1905, había sido detenida tres veces y había cumplido más de seis meses de prisión. En 1907, fue exiliada a Arcángel. Vladimir la siguió hasta allí, pero en 1909 contrajo tuberculosis y se fue a Suiza. Inessa escapó para cuidar de su amante enfermo, pero murió dos semanas después de su llegada.

Después de un período de estudio en Bruselas, se trasladó a París, donde se unió al pequeño grupo de bolcheviques reunidos alrededor de Lenin. Rápidamente se convirtió en una estrecha colaboradora de de Lenin y Krupskaya.
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Libertad para Saidaba y presos del TDF

 

La Red de Blogs Comunistas (RBC) se solidariza con los convocantes de la manifestación del próximo 30 de abril en Delhi y llama a la liberación del Dr. GN Saidaba y resto de presos políticos del Foro Democrático de Telangana, detenidos por denunciar la opresión del gobierno fascista de Modi en la India:

 ¡Libertad para Saidaba y los presos políticos del TDF! 

30 de abril, en Delhi.

El camarada Stalin, líder de la humanidad progresista

 

Artículo escrito por G. Malenkov y traducido por «Cultura Proletaria» de la revista «Problemas», Nº23, Diciembre de 1949.

 

 

Hace un cuarto de siglo, el camarada Stalin, en nombre del Partido, hizo el juramento de cumplir con honor las enseñanzas de Lenin. El juramento del camarada Stalin sonó como una llamada a la lucha al Partido, a la clase obrera, al pueblo soviético, y fue la estrella guía en la lucha histórica por la transformación de la vida social, por la construcción de la sociedad socialista.

El camarada Stalin condujo a nuestro Partido y al pueblo soviético por el camino de Lenin. Defendió y desarrolló la teoría leninista de la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo país. Poniendo en práctica las enseñanzas de Lenin, nuestro Partido, bajo la dirección del camarada Stalin, aseguró la industrialización socialista del país y la colectivización de la agricultura, transformando la Unión Soviética en una gran potencia socialista, industrial y koljosiana.

El camarada Stalin comprendió profundamente, como nadie, las ideas leninistas sobre el Partido marxista de nuevo tipo, defendió la pureza de la doctrina de Marx, Engels y Lenin, desarrolló la teoría marxista-leninista, armó de valor al Partido en la lucha contra innumerables enemigos, forjó y educó cuadros capaces de llevar hacia adelante la obra de nuestro Partido.

El mundo entero vio la grandeza de Stalin en los momentos bruscos de la historia: en Octubre de 1917, en la Guerra civil, en los años de la intervención cuando, con Lenin, dirigió la Revolución Socialista y la lucha para derrotar a los enemigos del Poder soviético, y en la Gran guerra Patriótica, cuando el camarada Stalin dirigió la lucha contra los enemigos más poderosos de nuestra Patria.

Con el gran Lenin, el camarada Stalin creó el primer Estado socialista del mundo. Bajo la bandera de Lenin, bajo la dirección del camarada Stalin, vive, crece y se fortalece nuestra poderosa Patria, el país de la amistad de los pueblos soviéticos.

En la II Guerra Mundial, cuando, sobre el mundo, se cernían las fuerzas oscuras del fascismo, amenazando con liquidar la cultura de la humanidad, el camarada Stalin, al frente de la Unión Soviética, dirigió personalmente la lucha por acabar con las hordas hitlerianas, aseguró la victoria de los pueblos amantes de la paz, y fue el líder reconocido en la ardua lucha por liberar a la humanidad del yugo del fascismo.
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Dzerzhinsky, una figura política de tipo leninista

 

Dzerzhinsky fue uno de los colaboradores más cercanos y leales de Lenin. Miembro de la dirección del Partido Comunista reunido por Lenin, defendió firmemente el leninismo sin importar lo complicado y difícil de la situación, y después de su muerte permaneció leal a las políticas trazadas por él.

«Félix«, recordaba Kliment Voroshilov, destacado estadista soviético y figura del Partido, «siguió el ejemplo de Lenin en todo lo que hizo. Al igual que Lenin, era muy humano y atento con el pueblo, aunque extremadamente exigente e intransigente con los enemigos de la revolución y sus cómplices«.

Lenin valoraba mucho el trabajo que Dzerzhinsky hacía, confiaba en él, y se podría incluso decir que lo cuidaba.

En sus memorias, el bolchevique Ivan Radchenko, destacado economista, describió su encuentro con Lenin, en el que Dzerzhinski también estuvo presente. «Después de que él (Dzerzhinsky) se fuera, Lenin lo caracterizó como un trabajador brillante, hablando de él con una especie de alegría, como quien habla de un amigo leal y confiable.

En situaciones difíciles, cuando algo iba mal, Lenin solía decir: ‘Será mejor que le confíes esto a Dzerzhinsky, seguro que lo hará‘».

Yelena Stasova, secretaria del Comité Central del PCR (B), escribió: «Todos los que entramos en contacto con Lenin, vimos y sentimos el respeto y apoyo que mostraba por Dzerzhinsky. Era algo natural. El coraje de Dzerzhinsky, la honestidad y la pureza de su vida eran conocidos por todos«.

Por su parte, Dzerzhinsky devolvió la confianza y el apoyo constante de Lenin con una cálida gratitud. «Mostró un gran respeto y una enorme confianza en el genio de Lenin, escuchando sus consejos, leyendo y releyendo sus obras, en las cuales buscaba respuestas a las preguntas más complicadas planteadas por la vida«, escribió la esposa de Dzerzhinsky. «Cuando Félix hablaba por teléfono con Lenin, sabía de inmediato con quién estaba hablando, aunque no supiera de qué se trataba la conversación… La voz de Félix se llenaba de gran admiración y respeto por Lenin«.

Lenin comunicaba constantemente a Dzerzhinsky todo tipo de instrucciones, demandas, consejos y sugerencias, y estaba seguro de encontrar una respuesta inmediata y voluntaria.
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La electricidad en los koljoses

 

La revolución soviética de 1917 dio nueva vida a la aldea rusa. El germen de esta nueva vida fue la electricidad. Vladimir Lenin, el fundador del Estado soviético, fue el iniciador de la electrificación de la aldea rusa.

En noviembre de 1920, se encendió la luz eléctrica en las casas rurales de la aldea de Yaropolets, próxima a Moscú. Era como un faro que llamaba a una vida mejor y también un ejemplo para los pueblos vecinos. Una tras otra, comenzaron a levantarse centrales eléctricas rurales. Fueron puestas en explotación las de Vladychino, Ostashevo, Kashin, Burtsevo, etc. Lenin asistió a la inauguración de la central eléctrica de Yaropolets. Allí, informó a los campesinos reunidos que el Gobierno soviético estaba preparando un plan para la electrificación de toda Rusia. Puesta en funcionamiento, la pequeña central eléctrica, con la gran ayuda de Lenin, fue como un símbolo del gran aumento de la electrificación en la aldea soviética, que alcanzó su auge durante los planes quinquenales de Stalin.

Sólo en 1940 fueron construidas y puestas en funcionamiento 152 centrales hidroeléctricas rurales con una potencia total de más de 12.000 kilowatts. Más de 700 koljoses y 60 estaciones de máquinas y tractores recibieron corriente eléctrica. La guerra impidió cumplir integramente la construcción proyectada.

Sin embargo, incluso en los días más dolorosos de la guerra, el jefe del pueblo soviético, Stalin, se preocupó constantemente del bienestar de koljosianos. En febrero de 1945, el generalísimo Stalin firmó un decreto referente al fomento de la electricidad rural. En el mismo año, casi en todas partes, comenzaron a levantarse centrales eléctricas rurales. Se puede juzgar el volumen de la electrificación en la aldea soviética por el hecho de, sólo en la Federación Rusa, haber sido construidas, durante el pasado año (1944), nada menos que 1.001 centrales eléctricas rurales.

Actualmente, están electrificadas más de 6.500 koljoses y 2.200 parques de tractores y de maquinaria agrícola. Con esto, se reinició la gran obra de electrificación de la aldea. La Unión Soviética dispone de lo necesario para aumentar la electrificación del campo. Así lo demuestra, por ejemplo, la experiencia de la región de Sverdlovsk, en los Urales, que actualmente tiene más de la mitad de sus koljoses electrificadas; durante el presente año, se ha planeado eletrificar el resto. Lo más económico y práctico en la electrificación rural es la construcción de centrales hidroeléctricas.
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La importancia de la teoría

 

Hay quien supone que el leninismo es la primacía de la práctica sobre la teoría, en el sentido de que para él lo fundamental es aplicar los principios marxistas, «dar cumplimiento» a estos principios, al tiempo que manifiesta bastante despreocupación por la teoría. Sabido es que Piejánov se burló más de una vez de la «despreocupación» de Lenin por la teoría, y en especial por la filosofía. También es sabido que muchos leninistas ocupados hoy en el trabajo práctico no son muy dados a la teoría, por efecto, sobre todo, de la enorme labor práctica que las circunstancias les obligan a desplegar. He de declarar que esta opinión, por demás extraña, que se tiene de Lenin y del leninismo es completamente falsa y no corresponde en modo alguno a la realidad; que la tendencia de los militantes ocupados en el trabajo práctico a desentenderse de la teoría contradice a todo el espíritu del leninismo y está preñada de grandes peligros para la causa.

La teoría es la experiencia del movimiento obrero de todos los países, tomada en su aspecto general. Naturalmente, la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la práctica es ciega si la teoría revolucionaría no alumbra su camino. Pero la teoría puede convertirse en una formidable fuerza del movimiento obrero si se elabora en indisoluble ligazón con la práctica revolucionaria, porque ella, y sólo ella, puede dar al movimiento seguridad, capacidad para orientarse y la comprensión de los vínculos internos entre los acontecimiento que se producen en torno nuestro; porque ella, y sólo ella, puede ayudar a la práctica a comprender, no sólo cómo se mueve y hacia dónde marchan las clases en el momento actual, sino también cómo deben moverse y hacia dónde deben marchar en un futuro próximo. Quién sino Lenin dijo y repitió decenas de veces la conocida tesis de que:

«Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario» (1).

Lenin comprendía mejor que nadie la gran importancia de la teoría, sobre todo para un partido como el nuestro, en virtud del papel de luchador de vanguardia del proletariado internacional que le ha correspondido y de la complicada situación interior e internacional que lo rodea. Previendo en 1902 este papel especial de nuestro Partido. Lenin consideraba ya entonces necesario recordar que:

«Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia«. (2).

No creo que haya necesidad de demostrar que ahora, cuando la predicción de Lenin sobre el papel de nuestro Partido se ha convertido ya en realidad, esta tesis de Lenin adquiere una fuerza y una importancia especiales.
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La vida de Chu Teh

 

Nació en Ma-An-Chuang, en la provincia de Szechwan, al norte de China. Su apellido es Chu (Rojo). Su padre lo llamó Teh (Virtud). Siendo muy pequeño realizó, como en una profecia, esa combinación de caracteres contenidos en las dos palabras de su nombre: Chu Teh.

Chu Teh trabajó duramente en una gran casa de campesinos. Era el encargado de todo el trabajo de la granja: vigilaba y guardaba el ganado, llevaba agua a los vecinos del pueblo.

Con la misma tenacidad que demostraría más tarde como comandante en jefe del Ejército Popular de Liberación del pueblo chino, con más de 3 millones de hombres, aprendió a leer en la escuela del pueblo y perfeccionó su físico, ya robusto por la gimnasia, con el fin de convertirse en instructor de cultura física en la escuela primaria.

Desde el día en que, en 1909, ingresó en la Academia Militar de Yunán, su vida ha sido una lucha sin tregua contra los tiranos. El recuerdo de la amarga vida de los campesinos explotados no lo abandonaría jamás.

 

Contra los señores de la guerra

 

Se unió a los hombres de Tung-Hui, la primera sociedad revolucionaria fundada por Sun Yat-sen. Con ocasión de la revolución de 1911 que derrumbó la dinastía manchú y estableció la Republica en China, Chu Teh comandó una compañía de revolucionarios. Estaba al frente de un regimiento cuando la revuelta de Yenán, en 1916, ayudó a liquidar la dictadura del señor de la guerra Yuan Shi-kai.

En 1920 formó parte del levantamiento que persiguió al señor de la guerra Tang Chi-yao de Yunnan. Pero Tang resistió y regresó, y Chu Teh fue obligado a retirarse. Se marchó de Yunnan a Szechwan a través de la provincia de Sikiang.

Catorce años después, el conocimiento de ese itinerario se revelaría importantísimo cuando tuvo que dirigir al Ejército Rojo chino en la maravillosa «Gran Marcha».
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La Universidad de Moscú

 

La Universidad Estatal de Moscú fue fundada en 1755 como centro de «cultura y estudio ruso»por iniciativa del gran científico ruso Mirrail Lomonosov, cuyo nombre encabeza actualmente. Durante sus 190 años de existencia, la Universidad se ha encargado honorablemente de su misión.

A través de sus puertas pasaron escritores famosos como Aleksandr Griboiedov, Mirrail Lermontov, Ivan Goncharov y Anton Chejov, además de eminentes figuras como Alexander Hertzen y Vissarion Belinsky.

Dentro de los muros de la Universidad trabajaron grandes genios que enriquecieron el patrimonio del conocimiento humano: Nicholas Jukovski, que sentó las bases de la aerodinámica experimental y allanó el camino de la aviación rusa; Aleksandr Stoletov y Piotr Liebedev, que cavaron los cimientos de la física teórica y experimental en Rusia; Clementi Timiriazev, una de las figuras más prominentes de las ciencias naturales y miembro de más de 40 academias, universidades y sociedades científicas en el mundo; Aleksandr Sievertsov, uno de los principales representantes de la teoría evolutiva; Ivan Setchenov, padre de la escuela rusa de fisiología, autor de «Reflejos cerebrales»; Dmitry Anuchin, científico polimorfo, eminente en las esferas de la geografía, arqueología, etnografía y antropología; Alexei Pavlov, fundador de la geología cuaternaria rusa.

Los nombres de los más grandes historiadores rusos también están ligados a la Universidad de Moscú, hombres cuyas obras han sido traducidas a los principales idiomas extranjeros: Sergei Solovyov, Vasily Kliutchevski y Pavel Vinogradov. Los estudios más importantes de este último sobre la historia social de la Inglaterra medieval fueron publicados en Oxford y sirven de guía para las investigaciones de los eruditos ingleses contemporáneos sobre la Edad Media.
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