Para comprender el papel del EPL en la Revolución Cultural es necesario precisar algunas de sus características. También hay que tener cuidado con los relatos fantasiosos de los acontecimientos de febrero de 1967 aparecidos en los diarios occidentales. Después de pintar con toda exageración el cuadro semiapocalíptico de un país camino al caos, donde las fábricas casi habían cerrado sus puertas mientras los obreros querellaban o viajaban en ferrocarril, presentaron la intervención del ejército como la de capataces venidos para obligar a los huelguistas a que volviesen a tomar sus herramientas. Es de notar que en Francia el periódico “comunista” L’Humanité se distinguió particularmente en este respecto.
Una característica del ejército chino es que es el único que admite explícitamente la primacía de lo político sobre lo militar. La primacía del hombre sobre lo material y de la ideología sobre la técnica son los principios fundamentales que dirigen su acción. Aquí no puedo entrar en detalles sobre la sigficación de estos principios, su aplicación y su alcance: basta recordar que los soldados del EPL son militantes políticos tanto como hombres armados encargados de defender las fronteras chinas. Los soldados del EPL son formados para desempeñar un papel político en la sociedad, y este papel no es secundario a sus tareas militares sino que es considerado igualmente importante. La intervención del EPL en la Revolución Cultural, en lo esencial, ha correspondido al ejercicio de su papel político. ¿Cómo comprender éste si se lo representa con los rasgos de una soldadesca que se entrega a la represión?
Al contrario, es un triunfo del régimen comunista chino el haber podido edificar un ejército que goza de gran confianza y prestigio entre la población cuando se conoce hasta qué punto los excesos seculares de los feudales de todo tipo y las innumerables exacciones de los diversos clanes militaristas que asolararon a China hasta 1949 habían hecho odiar hasta la palabra misma de soldado. Los comunistas chinos no pudieron triunfar más que manteniendo en su ejército un estilo de vida sencillo y de trabajo desinteresado, haciendo desempeñar a sus militares un papel social muy desarrollado y estableciendo relaciones de critica y autocrítica, tanto entre los cuadros del ejército y las tropas como entre el ejército y la población.
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