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La necesidad de la juventud y la necesidad de pasar a la práctica lo más pronto posible, sin complicar demasiado las cosas

Lenin Komsomol

 

“Lo que aquí hace falta es una energía endiablada, energía y más energía. ¡Yo veo con espanto en verdad, con verdadero espanto, que hace más de medio año que se está hablando de bombas y no se ha fabricado ni una sola! Y quienes hablan son personas de lo más instruidas… ¡Acudid a la juventud, señores! Este es el único procedimiento salvador. De otra foma, os aseguro que llegaréis tarde (lo veo por todos los síntomas) y que os quedaréis con apuntes ‘muy sabios’, planes, diseños, esquemas, magníficas fórmulas, pero sin organización, sin un trabajo vivo. Acudid a la juventud. Cread enseguida destacamentos de combate en todas partes, entre los estudiantes y especialmente entre los obreros, etc. Que se organicen inmediatamente destacamentos de tres, diez, treinta y más hombres, que se armen inmediatamente ellos mismos, con lo que cada uno pueda, quién con un revólver, éste con un cuchillo, aquél con un trapo impregnado de keroseno para provocar incendios, etc. Que inmediatamente estos destacamentos elijan sus dirigentes y se pongan en contacto, según las posibilidades, con el Comité Militar anexo al Comité de Petersburgo. No exijáis ninguna clase de formalidades: ¡por amor de Cristo! Escupid sobre todos los esquemas. ¡Por Dios! Enviad a todos los diablos esas discusiones sobre ‘funciones, derechos y privilegios’. No exijáis el ingreso obligatorio en el POSDR: sería una exigencia absurda para la insurrección armada. No rehuséis entrar en contacto con cada círculo, aunque sea de tres hombres, bajo la única condición de que esté a resguardo de la policía y dispuesto a luchar contra el ejército zarista…Unos destacamentos, desde ahora mismo, darán muerte a un confidente de la policía, provocarán la  voladura de una comisaría, otros emprenderán el asalto de un banco para la confiscación de medios con destino a la insurrección, otros realizarán maniobras o levantamientos de planos, etc. Pero obligatoriamente hay que comenzar enseguida a aprender en la práctica: no temáis estos ataques de prueba. Pueden, naturalmente, degenerar en el extremismo, pero esta es una desgracia del día de mañana: hoy la desgracia está en nuestra rutina, en nuestro doctrinarismo, en la inmovilidad propia del intelectualismo, en el temor senil a toda iniciativa. Que cada destacamento realice su aprendizaje aunque sea más que zurrando a los guardias municipales: decenas de bajas nuestras serán recompensadas con creces, porque darán centenares de combatientes expertos, que mañana conducirán tras de sí a cientos de miles…”
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¿Debemos organizar la revolución?

lenin

 

Hace de esto mucho, mucho tiempo, más de un año. En el seno del partido ruso habían surgido, según el testimonio de un conocido socialdemócrata alemán, Parvus, “discrepancias de principio”. La tarea política más apremiante del proletariado era la lucha contra los excesos del centralismo, contra la idea de “mandar” a lo sobreros desde una Ginebra cualquiera, contra la exageración de la idea una organización de agitadores, de una organización de dirigentes. Tal era la profunda, firme e inconmovible convicción del menchevique Parvus, expresada en un boletín titulado Aus der Weltpolitik (“En torno a la política mundial”) de 30 de noviembre de 1903, publicación que aparecía semanalmente en alemán.

Al buen Parvus se le dijo entonces (véase la carta de Lenin a la Redacción de Iskra, diciembre de 1903) que había sido víctima del chismorreo, que aquello en que él veía una discrepancia de principio no era más que el producto de mezquinas querellas y que el rumbo ideológico de la nueva Iskra, que comenzaba ya a manifestarse, era un rumbo hacia el oportunismo. Parvus se calló, pero sus “ideas” acerca de la exageración de una organización de dirigentes fueron recogidas y mascadas y vueltas a mascar bajo cien formas distintas por los neoiskristas.

Catorce meses han transcurrido desde aquello. La desorganización de la labor del partido por los mencheviques y el carácter oportunista de su propaganda se han puesto claramente de manifiesto. El 9 de enero de 1905 reveló la reserva verdaderamente gigantesca de energía revolucionaria acumulada por el proletariado y todas las insuficiencias de la organización de los socialdemócratas. Parvus lo pensó mejor. Envió a Iskra un artículo, publicado en el número 85, que representa, en el fondo, un retorno total de las nuevas ideas de la nueva Iskra oportunista a las ideas de la vieja Iskra revolucionaria. “Había surgido un héroe –dice Parvus, refiriéndose a Gapón-, pero no un dirigente político, ni un programa de acción, ni una organización […] Se manifestaron los trágicos resultados de la falta de una organización […] Ninguna cohesión entre las masas, todo se producía sin plan, no había un centro coordinador, ni un programa que orientara la acción […] El movimiento declinó, por falta de una organización coordinadora y dirigente”. Y Parvus da la consigna que ya nosotros señalábamos en el número 6 de Vperiod : “organizar la revolución”. Parvus llega, bajo la influencia de las enseñanzas de la revolución, a la convicción de que, “bajo las condiciones políticas imperantes, no podemos organizar a estos cientos de miles” (se refiere a la masa dispuesta a lanzarse a la insurrección). “Pero sí podemos –dice con acierto, repitiendo con ello una vieja idea del libro ¿Qué hacer?sí podemos crear una organización que sería un fermento aglutinante y que a la hora de la revolución agruparía en torno suyo a estos cientos de miles”. “Deben organizarse círculos obreros con la tarea claramente definida de preparar a las masas para la insurrección, agruparlos durante ésta en torno suyo y comenzar la insurrección al lanzarse una determinada consigna”.

¡Por Fin!, exclamamos con alivio, al encontrarnos con estas viejas y justas ideas, que yacían cubiertas de escombros en el basurero de la nueva Iskra. Por fin, escuchamos la voz de un socialdemócrata que no se postra de hinojos ante la retaguardia de la revolución, sino que señala sin miedo la tarea de apoyar a la vanguardia revolucionaria.
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