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El gran vencedor

Bandera Reichstag

 

El 8 de mayo de 1945, hace 70 años, numerosos contingentes del Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tomaron la capital del Tercer Reich, Berlín, terminando prácticamente el gran conflicto mundial, uno de los episodios más sangrientos de la historia de la humanidad que dejó un rastro de destrucción y muerte sin precedentes. Derrotando definitivamente al nazismo, hasta entonces la cara más reaccionaria del poder imperialista, las fuerzas populares y antifascistas de todo el mundo, lideradas por la URSS, habían alcanzado una extraordinaria victoria. Se dieron pasos firmes y enérgicos hacia la construcción de un mundo nuevo.

Sin embargo, el verdadero gestor de los terribles conflictos que debastaron el planeta, el vientre que había producido el monstruo nazi, no fue definitivamente extirpado. El imperialismo se mantuvo vivo y con prontitud, el horror de las guerras mundiales por repartirse el mundo y la rapiña continuó desarrollándose, volviéndose más agresivo y sanguinario.

La Segunda Guerra Mundial fue, hasta hoy, el más brutal conflicto armado de la historia. En ella perdieron la vida cerca de 47 millones de personas, además de haber sido arrasadas ciudades enteras, principalmente en Europa y Asia. Iniciada oficialmente el 1 de septiembre de 1939, con la invasión de Polonia por parte del ejército nazi, este nuevo enfrentamiento había sido preparado por las potencias imperialistas desde el fin de la Primera Guerra Mundial, a mediados de 1918.

En su análisis sobre el imperialismo, Lenin, el gran jefe de la Revolución Soviética, se expresó así en relación a las guerras en la etapa imperialista: «Los acuerdos firmados al final de una guerra son el punto de partida de un próximo conflicto«. La historia confirmó la veracidad de estas palabras más rapidamente de lo que muchos imaginaban. Europa, 21 años después devastada, volvió a ser escena de otra sangrienta disputa interimperialista que, sin embargo, no se limitaba a un solo continente.
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Stalinismo

billBill Bland

 

 

Una carta a la Academia Sarat en Londres.

30 de abril de 1999

por Bill Bland.

 

 

Estoy agradecido a la Academia Sarat por haberme invitado a dar una conferencia sobre el «Stalinismo».

Sin embargo, su elección del tema se me presentó con cierta dificultad, ya que soy un gran admirador de Stalin y la palabra «stalinismo» fue introducida por los hipócritas opositores de Stalin -en particular, por Nikita Jruschov- en preparación para futuros ataques políticos a este.

Hoy, de hecho, el «stalinismo» se ha convertido en un término de abuso sin sentido, usado para denotar posiciones políticas con las que alguien no está de acuerdo. ¡La prensa conservadora a veces hasta describe a Tony Blair como «stalinista», dando a Stalin, si estuviese vivo, suficientes motivos para una denuncia por difamación!

Stalin siempre se referió a sí mismo como «un discípulo de Lenin» y yo tengo que seguir su ejemplo e interpretar el tema «stalinismo», como marxismo-leninismo.

Tal vez la figura más próxima a Stalin en la historia británica sea Ricardo III, del cual todo el mundo «sabe» -y pongo la palabra «sabe» entre comillas- de sus libros de historia de la escuela secundaria y de Shakespeare, que había sido cruel, un monstruo deforme que mató al pequeño príncipe en la torre.

Sólo recientemente los historiadores serios comenzaron a darse cuenta de que la imagen comúnmente aceptada de Ricardo fue diseñada por sus sucesores Tudor, que tomaron el trono y mataron a Ricardo.

Naturalmente, ellos procedieron entonces a reescribir las crónicas para justificar su usurpación del trono. Incluso alterando la imagen de Ricardo para presentarlo físicamente deforme, como un monstruo tanto física como moralmente. En otras palabras, la imagen de Ricardo que es generalmente aceptada hoy en día, no es el resultado de verdades históricas, sino de la propaganda de sus opositores políticos.

Por tanto, es legítimo preguntarse: ¿La figura de Stalin que nos presentan los autoproclamados «Kremlinólogos» es un hecho histórico o mera propaganda?
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Condiciones de admisión de los Partidos en la Internacional Comunista (1920)

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El I Congreso constituyente de la Internacional Comunista no elaboró las condiciones precisas de admisión de los partidos en la III Internacional. En la época en que se desarrolló su primer congreso, en la mayoría de los países sólo existían tendencias y grupos comunistas.

El II Congreso de la Internacional Comunista se reúne bajo otras condiciones. En la mayoría de los países existen ahora, en lugar de tendencias y grupos, partidos y organizaciones comunistas.

Cada vez con mayor frecuencia, partidos y grupos que hasta hace poco pertenecían a la II Internacional y que ahora querrían adherirse a la Internacional Comunista se dirigen a ella sin por eso haberse convertido verdaderamente en comunistas. La II Internacional está irremediablemente derrotada. Los partidos intermedios y los grupos del “centro”, considerando desesperada su situación, se esfuerzan en apoyarse en la Internacional Comunista, cada día más fuerte, esperando conservar, sin embargo, una “autonomía” que les permitiría proseguir su antigua política oportunista o “centrista”. En cierta forma, la Internacional Comunista está de moda.

El deseo de algunos grupos dirigentes del “centro” de adherirse a la III Internacional nos confirma indirectamente que la Internacional Comunista ha conquistado las simpatías de la gran mayoría de los trabajadores conscientes de todo el mundo y constituye una fuerza que crece constantemente.

La Internacional Comunista está amenazada por la invasión de grupos vacilantes e indecisos que aún no han podido romper con la ideología de la II Internacional.

Además, ciertos partidos importantes (italiano, sueco) cuya mayoría se adhiere a las tesis comunistas, conservan todavía en su seno a numerosos elementos reformistas y socialpacifistas que sólo esperan la ocasión para recuperarse, y sabotear activamente la revolución proletaria, yendo así en ayuda de la burguesía y de la II Internacional.

Ningún comunista debe olvidar las lecciones de la República de los Soviets húngara. La unión de los comunistas húngaros con los reformistas le costó caro al proletariado húngaro.

Es por ello que el II Congreso internacional considera su deber determinar de manera precisa las condiciones de admisión de los nuevos partidos e indicar a los partidos ya afiliados las obligaciones que les incumben.

El II Congreso de la Internacional Comunista decide que las condiciones para la admisión en la Internacional son las siguientes:
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La Revolución China y las tareas de la Internacional Comunista

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STALIN
LA REVOLUCIÓN CHINA Y LAS TAREAS DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA

Discurso pronunciado en la X.ª Sesión del VIII Pleno del Comitê Executivo de la Internacional Comunista.

24 de Mayo de 1927

I. Algunas pequeñas cuestiones

Camaradas:

Debo excusarme por haber llegado tarde a la reunión de hoy y no haber podido escuchar entero el discurso que Trotski acaba de leer aquí, ante el Comité Ejecutivo.

Me parece, sin embargo, que Trotski ha enviado en estos últimos días al Comité Ejecutivo tal cantidad de escritos, de tesis y de cartas acerca del problema chino, que no podemos decir que carezcamos de material para criticar a la oposición.

Por eso, para la crítica de los errores de Trotski, me apoyaré en esos documentos, en la seguridad de que así haré, al mismo tiempo, la crítica de las bases del discurso que Trotski ha pronunciado hoy.

Procuraré, en la medida de lo posible, eludir el elemento personal en la polémica. Los ataques personales de Trotski y de Zinóviev contra algunos miembros del Buró Político del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. y del Presídium del C.E. de la I.C. no son dignos de que nos detengamos en ellos.

Parece que Trotski querría hacerse pasar por un héroe en las reuniones del Comité Ejecutivo de la I.C. para convertir las labores del C.E. respecto a los problemas del peligro de guerra, de la revolución china, etc. en labores en torno al problema de Trotski. Opino que Trotski no merece tanta atención. (Una voz: “¡Bien dicho!”.) Sobre todo teniendo en cuenta que antes recuerda a un actor que a un héroe, y nunca debe confundirse a un actor con un héroe.

No me refiero ya a que no hay nada ofensivo para Bujarin o Stalin, si gentes como Trotski y Zinóviev, convictos ante el VII Pleno ampliado del Comité Ejecutivo de desviación socialdemócrata, ponen de vuelta y media a los bolcheviques. Al contrario, sería para mí la mayor de las ofensas si semimencheviques del tipo de Trotski y Zinóviev me ensalzasen en vez de injuriarme.

No voy a extenderme tampoco en si la oposición ha faltado con sus intervenciones fraccionales de ahora a sus compromisos del 16 de octubre de 1926. Trotski afirma que, de acuerdo con la declaración de la oposición, del 16 de octubre de 1926, tiene derecho a defender sus puntos de vista. Eso es cierto, naturalmente. Pero si Trotski quiere afirmar que la declaración acaba ahí, esto no puede calificarse de otra manera más que de sofisma.

La declaración de la oposición, del 16 de octubre, no se refiere únicamente a los derechos de los oposicionistas a defender sus puntos de vista, sino también a que estos puntos de vista sólo pueden ser defendidos dentro del marco tolerado por el Partido; a que el fraccionalismo debe ser desechado y eliminado; a que la oposición debe “subordinarse incondicionalmente” a la voluntad del Partido y a las decisiones del C.C.; a que la oposición, además de subordinarse a estas decisiones, debe “cumplirlas” escrupulosamente.

¿Hace falta demostrar, después de todo esto, que la oposición no ha cumplido su declaración del 16 de octubre de 1926, que la ha hecho trizas del modo más grosero?

No voy a extenderme tampoco sobre las deformaciones desvergonzadas y burdamente calumniosas que de la posición del C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. y de la Internacional Comunista acerca del problema chino hacen los oposicionistas en un sinnúmero de tesis, artículos y discursos. Trotski y Zinóviev no dejan de afirmar que el C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. y la Internacional Comunista han defendido y defienden la política de “apoyo” a la burguesía nacional de China.

No creo que haga falta demostrar que esta afirmación de Trotski y Zinóviev es una invención, una calumnia, un falseamiento premeditado de la realidad. Y la realidad es que el C.C. del P.C.(b) de la U.R.S.S. y la Internacional Comunista no defendieron la política de apoyo a la burguesía nacional, sino la política de utilización de la burguesía nacional mientras la revolución china fue una revolución del frente único nacional; y esta política la sustituyeron después por la de lucha armada contra la burguesía nacional, cuando la revolución china convirtióse en revolución agraria y la burguesía nacional empezó a apartarse de la revolución.

Merece la pena, para convencerse de ello, examinar documentos como la resolución del VII Pleno ampliado, el conocido llamamiento del Comité Ejecutivo de la I.C., las tesis de Stalin para los propagandistas y, finalmente, las tesis de Bujarin, presentadas hace unos días al Presídium del Comité Ejecutivo de la I.C.

La desgracia de la oposición consiste, precisamente, en que no puede prescindir de la calumnia y las falsedades.

Y ahora, al grano.
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Discurso de Lenin en la Internacional Comunista (1919)

Traducción: «En marzo de este año, 1919, se realizó en Moscú el Congreso Internacional de los comunistas. Ese Congreso fundó la III Internacional Comunista, la unión de los trabajadores de todo el mundo que aspiran al establecimiento del poder de los Soviets en todos los países. La I Internacional, fundada por Marx, existió entre 1864 y 1872. La derrota de los heróicos obreros parisienses de la célebre Comuna de París significó el fin de esa Internacional. Es inolvidable, estará siempre en la historia de las luchas de los trabajadores por su liberación. Puso los cimientos de esa República Socialista mundial que ahora tenemos la honra de construir. La II Internacional existió entre 1889 y 1914, hasta la guerra. Ese fue el periodo en el que el capitalismo se desarrolló más tranquila y pacificamente, un tiempo sin grandes revoluciones. En ese periodo, el movimiento obrero se fortaleció y maduró en una serie de países, pero los líderes obreros, en la mayoría de los Partidos, estando acostumbrados a los tiempos de paz, perdieron la capacidad para la lucha revolucionaria. Cuando en 1914 empezó la guerra que cubrió la tierra de sangre durante 4 años, (guerra entre capitalistas por la división de los beneficios y por el dominio de los pueblos pequeños) esos «socialistas» se colocaron al lado de sus gobernantes. Traicionaron a los trabajadores. Ayudaron a prolongar la carnicería. Se volvieron enemigos del socialismo. Se colocaron al lado de los capitalistas. Las masas obreras dieron la espalda a esos traidores del socialismo. En todo el mundo se inició un cambio en dirección a la lucha revolucionaria. La guerra mostró que el capitalismo murió, que en su lugar, un nuevo orden está llegando y que los traidores del socialismo deshonraron la vieja palabra socialismo. Actualmente, los trabajadores que permanecen fieles a la tarea de derribar el yugo del capital, se llaman a sí mismos comunistas. En todo el mundo crece la unión de los comunistas. En una serie de paises ya triunfó el poder de los Soviets. Algo más de tiempo, y veremos la victoria del comunismo en todo el mundo, veremos la formación de una República Federativa Mundial de los Soviets».