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Cómo será dentro de 5 años la flota fluvial de la URSS (1946)

 

Artículo escrito por Z. Shashkov (Ministro de la Flota Fluvial de la URSS)

 

Durante los años anteriores a la guerra, el transporte fluvial del país soviético se desarrolló tan rapidamente como los demás ramas de la economía. Se construyó el canal «Stalin», caudalosa ruta que une el Mar Blanco al Mar Báltico. El canal Moskva-Volga permitió, a los grandes navíos fluviales, el acceso directo a Moscú partiendo del Volga y Leningrado. A la base de los enlaces hodroeléctricos de Dnieper, de Rybinsk y del Svir, se crearon sistemas de compuertas que mejoraron considerablemente la navegación en el Dnieper, en el scurso superior del Volga y en el Svir.

Poco antes de la guerra, se había terminado la construcción del canal Dnieper-Burg, que comunica la cuenca del Dnieper con los ríos occidentales de la URSS. Todo esto permitió en 1940 transportar por los ríos de la Unión Soviética 74.000.000 de toneladas de carga, es decir, dos veces más carga que en el año 1913.

La guerra causó enormes pérdidas en el transporte fluvial soviético. Durante la contienda, fueron hundidos o destrozados más de 5000 navíos en los ríos que se encontraban en la zona de las operaciones militares. Quedaron totalmente destruídos los mejores puertos fluviales del país (Stalingrado, Kiev, Dniepropetrovsk, Zaporozhie), así como grandes astilleros y puertos de reparación. Los alemanes destrozaron las compuertas del canal «Stalin», las compuertas del Dnieper, el sistema del Donetsk septentrional, la vía fluvial del Manych y el canal Dnieper-Bug.

Durante los últimos dos años, los marítimos fluviales soviéticos hicieron un gran trabajo de reparación de todo esto. Un número elevado de embarcaciones fueron retiradas del fondo de los ríos y lagos. Ya están en servicio la mitad de los barcos que pudieron ser reparados.
Se realiza también, con gran rapidez, la reparación de los muelles y la limpieza de las vías fluviales. Vuelven a funcionar el canal Dnieper-Bug y el sistema del Donestk septentrional. En los próximos meses se empezará a explorar el canal «Stalin». Muchos ríos ya están limpios de los restos de puentes derrumbados.
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Stalin sobre el «testamento» de Lenin

 

Hablemos ahora del “testamento” de Lenin. Los oposicionistas han gritado aquí –vosotros lo habéis oído– que el Comité Central del Partido ha “ocultado” el “testamento” de Lenin. Como sabéis, esta cuestión se ha examinado varias veces en el Pleno del C.C. y de la Comisión Central de Control. (Una voz: “Decenas de veces”.) Se ha demostrado y vuelto a demostrar que nadie oculta nada, que el “testamento” de Lenin iba dirigido al XIII Congreso del Partido, que este “testamento” fue leído en el Congreso (Voces: “¡Así es!”), que el Congreso decidió por unanimidad no publicarlo, porque, entre otras cosas, el propio Lenin no lo quiso ni lo pidió. La oposición sabe todo esto tan bien como todos nosotros. Y, no obstante, tiene la desfachatez de declarar que el C.C. “oculta” el “testamento”.

Si no me equivoco, del “testamento” de Lenin nos ocupamos ya en 1924. Existe un tal Eastman, en tiempos comunista norteamericano y expulsado después del Partido. Este señor, luego de codearse en Moscú con los trotskistas y de reunir algunos bulas y habladurías sobre el “testamento” de Lenin, marchó al extranjero y publicó un libro titulado “Después de la muerte de Lenin”, donde no regatea colores para difamar al Partido, al Comité Central y al Poder Soviético, y en el que todo lo basa en el supuesto de que el C.C. de nuestro Partido “oculta” el “testamento” de Lenin. Como el tal Eastman estuvo en tiempos relacionado con Trotski, los miembros del Buró Político invitamos a Trotski a que se desolidarizara de Eastman, quien, al agarrarse a Trotski y remitirse a la oposición, hacía a Trotski responsable de las calumnias dirigidas contra nuestro Partido a propósito del “testamento”. Dada la diafanidad de la cuestión, Trotski, en efecto, se desolidarizó de Eastman con la correspondiente declaración en la prensa. La declaración fue publicada en septiembre de 1925, en el núm. 16 de “Bolshevik”.

Permitidme que lea el lugar de este artículo de Trotski en el que se refiere a si el Partido y su C.C. ocultan o no el “testamento” de Lenin. Cito el artículo de Trotski:

En algunos pasajes del libro, Eastman dice que el C.C. ha “ocultado” del Partido documentos de excepcional importancia escritos por Lenin en el último período de su vida (se trata de cartas sobre la cuestión nacional, del llamado “testamento” y otros); esto no merece más calificación que la de calumnia vertida contra el C.C. de nuestro Partido*. De las palabras de Eastman puede deducirse que Vladímir Ilich destinaba a la prensa estas cartas, que tienen carácter de consejos sobre la organización interior. En realidad, eso es completamente falso. Vladímir Ilich, desde su enfermedad, dirigió más de una vez a los órganos directivos del Partido y a su Congreso proposiciones, cartas, etc. Todas estas cartas y proposiciones, naturalmente, siempre fueron transmitidas, puestas en conocimiento de los delegados al XII y al XIII Congresos del Partido y siempre, claro está, ejercieron la oportuna influencia en las decisiones del Partido; y si no todas estas cartas fueron publicadas, ello se debe a que su autor no las destinó a la prensa. Vladímir Ilich no dejó ningún “testamento”, y el mismo carácter de su actitud hacia el Partido, así como el carácter del mismo Partido, excluyen la posibilidad de tal “testamento”. Con el título de “testamento”, en la prensa burguesa y menchevique extranjera y de la emigración se menciona, por lo común (adulterándola hasta dejada desconocida), una de las cartas de Vladímir Ilich, que contiene consejos en punto a organización. El XIII Congreso del Partido estudió con la mayor atención esta carta, igual que todas las demás, y extrajo de ella las conclusiones propias de las condiciones y circunstancias del momento. Todas las disquisiciones sobre un “testamento” ocultado o infringido son un infundio malintencionado y están dirigidas por entero contra la verdadera voluntad de Vladímir Ilich* y los intereses del Partido que él creó”. (v. el artículo de Trotski “Acerca del libro de Eastman “Después de la muerte de Lenin””, “Bolshevik”, núm. 16, 1 de septiembre de 1925, pág. 68). * Subrayado por mí. J. St.

Me parece que está claro. Esto lo escribe Trotski, y nadie más que él. ¿Con qué fundamento Trotski, Zinóviev y Kámenev hablan por los codos ahora, afirmando que el Partido y su C.C. “ocultan” el “testamento” de Lenin? Se “puede” hablar por los codos, pero hay que tener sentido de la medida.
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Breve historia económica de la URSS

 

El siguiente artículo fue escrito por Tatiana Khabarova el 29 de febrero de 2000 para la revista «North Compass«, la cual no publico.

 

¿Cuál habría sido el curso de los acontecimientos en la URSS si hubiera ocurrido en el país una verdadera restauración, y no virtual, del régimen burgués?

Una verdadera restauración del capitalismo, incluso, aunque fuera de forma parcial, sólo podía ocurrir por un motivo: si las relaciones de producción socialistas se revelasen, en un principio, incapaces de garantizar el ascenso ulterior de las fuerzas productivas de nuestra sociedad, y fuese objetivamente necesario recuperar ciertos elementos de la base de la propiedad privada para asegurar el progreso de las fuerzas productivas.

En nuestro país se produjo una situación similar en el período de la NEP de Lenin.

¿Cuál fue el elemento de la base de la propiedad privada que necesitó la economía socialista, entonces en formación? Fue las relaciones monetario-mercantiles o relaciones de valor. Dado que en aquella época aún se desconocía la forma de manifestación y acción de la ley del valor en la sociedad socialista, fue necesario retroceder temporalmente a las relaciones monetario-mercantiles en su forma capitalista «habitual».

Este retroceso estratégico se efectuó bajo el control total del Estado proletario y rápidamente produjo los frutos esperados, es decir, la reanimación general de las fuerzas productivas y, sobre esta base, una cierta estabilización política.

Sin embargo, no se deben exagerar los logros de la NEP. En un principio, la NEP no podía resolver ninguno de los problemas que se le planteaban a la Rusia Soviética, en la vía de desarrollo SOCIALISTA que había sido elegida. Todo lo que pudo hacer fue recuperar el 75%, frente al nivel de 1913, de la industria rusa que había sido destruida por la guerra imperialista, por la gestión disparatada de los «demócratas» de entonces (Gobierno Provisional), por la revuelta de los guardias blancos y de la intervención extranjera. La industria sólo comenzó a sobrepasar el nivel de 1913 con el lanzamiento de la industrialización socialista, en 1926. La producción mercantil de cereales, en 1927, apenas representaba la mitad de la producción anterior a la guerra. En 1929 fue necesario introducir el sistema de abastecimiento por señas en una serie de productos alimenticios y bienes de consumo esenciales.
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!Por la patria! !Por Stalin! De la historia de las protestas políticas en la URSS

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La Red de Blogs Comunistas (RBC) ha traducido un texto escrito por Lavrentiy Gurdzhiyev sobre la historia de las protestas políticas en la Unión Soviética, en concreto acerca de los disturbios de los trabajadores del Caúcaso a favor de Stalin después del XX Congreso del PCUS, cuyas mentiras sirvieron de cortina de humo para dar paso a las reformas antisocialistas que los jruschevitas fueron aprobando y que, aunque pasaron inadvertidas para muchas personas debido a la traicionera retórica marxista-leninista que ocultaba la degeneración procapitalista del país, si que provocó indignación en algunos sectores del Partido y entre la población adquirió a veces tintes de estallido.

El siguiente texto describe los acontecimientos en la capital de Georgia, Tbilis, en 1956 y en 1989, y los de Sumgaít, en Azerbaiyan, en 1963 y 1988, comparando las razones y objetivos que marcaron los disturbios en ambas fechas: en 1956 y 1953 la juventud y los trabajadores, imbuídos en el espíritu del estalinismo, lanzaban, entre otras, la siguiente consigna: “¡La patria socialista está en peligro!”; en 1988 y 1989, inflamados por la atmósfera enfebrecida de la Perestroika, gritaban: “¡Abajo el socialismo, abajo la Unión Soviética, abajo los comunistas!”.

El autor nos recuerda que fueron los que provocaron las protestas de finales de los cincuenta y principios de los sesenta del siglo XX, ahogándolas en sangre, los mismos que aplicaron políticas antisocialistas que fueron haciendo regresar a la URSS hacia el capitalismo y se alegraron, finalmente, de las protestas de finales de los ochenta, en el marco de la destrucción final del socialismo y el reparto del poder y la riqueza entre una minoría ya abiertamente burguesa.

 

 

¡POR LA PATRIA! ¡POR STALIN!

DE LA HISTORIA DE LAS PROTESTAS POLÍTICAS EN LA URSS, por Lavrentiy Gurdzhiyev
Traducido el 8 de abril de 2017 al inglés por Polina Brik, del American Party of Labor

Traducido al castellano de la versión inglesa por la Red de Blogs Comunistas (RBC)

En la actualidad, la mayoría de los comunistas soviéticos y extranjeros, y la izquierda en general, han llegado a la conclusión de que, desde mediados de la década de los 50, la línea revisionista y oportunista triunfó en la Unión Soviética y en el resto del campo socialista. A partir del XX Congreso del PCUS cabe distinguir en la historia de la URSS entre los periodos genuinamente soviéticos y los veladamente antisoviéticos. El carácter abiertamente antisoviético y anticomunista de la llamada Perestroika era ya manifiesto. La base ideológica y práctica de los revisionistas y oportunistas durante todos esos años fue un sucedáneo siniestro y camuflado del anticomunismo: el antiestalinismo, a veces declarado, otras encubierto, pero siempre inalterable.

La actuación de fuerzas contrarrevolucionarias, en ocasiones declaradas, solapadas otras, dentro de la Unión Soviética y del movimiento comunista mundial, ha sido ampliamente investigada por historiadores, economistas y periodistas de diferentes países, y es bastante conocida del público progresista. Lo que se ha estudiado mucho menos son los testimonios de resistencia popular e interna del Partido ante la oleada contrarrevolucionaria de Jruschev.
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Dos muertes

 

Moscú. Octubre de 1917.

 

Un cadete zarista se mueve por los tejados y dispara hacia la plaza soviética, matando a incautos transeúntes.

Una joven aparece en el Soviet de Moscú y anuncia que quiere ayudar a la revolución espiando a los cadetes. Un camarada, con un Mauser en el cinturón, le advierte con severidad que si los engaña, le dispararán; y si los blancos se enteran de que ella es una espía, también le dispararán. Pero ella insiste en llevar a cabo la misión. Ellos le dan un pase «rojo» y un falso documento en el que se dice que ella es la hija de un oficial que vive en Pokrovka.

Pasa el puesto de control, mostrando su pase, que luego esconde al moverse en territorio blanco. Los cadetes la rodean y la llevan a su academia/sede. Dice que su padre murió en la guerra con los alemanes y que sus dos hermanos están en destacamentos de cosacos. Está de voluntaria para trabajar como enfermera. Los cadetes la aceptan y le dan un té.

Uno de los cadetes se pone la ropa en mal estado de un trabajador que acaba de ser asesinado, incluyendo su chaqueta con un agujero de bala en el pecho. A continuación, se dispone a viajar a Pokrovka para verificar su historia. En Pokrovka encuentra a un hombre que le dice que allí sólo vivía una mujer burguesa. Que ha estado desaparecida desde la mañana… tal vez fuese arrestada.

De vuelta a la academia, los cadetes están rodeando a la mujer. Le dan sus dulces, tocan canciones en el piano, y le regalan flores. También se comprometen a deshacerse de esa horda grosera de rojos. Le dicen que están planeando, muy pronto, un ataque en el mercado de Smolensk.

A la mañana siguiente, de camino a la enfermería, la mujer se sorprende al ver a un trabajador con una camisa rosa de algodón yaciendo muerto en el suelo delante de una pared blanca,con un agujero de bala en la cabeza. «Un espía«, le dice un cadete.

Ella se pasa el día vendando heridas, y a la segunda noche, dice que tiene que ir a casa a mirar cómo están sus hermanas. Los cadetes se ofrecen para darle un escolta, pero ella se niega. De camino a casa, pierde el rumbo en la oscuridad, pasando por un edificio en llamas.
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La obrera en la Rusia soviética

 

El siguiente texto de Inessa Armand se publicó en «Bulletin Communiste«, nº17, el 8 de julio de 1920. Firmó el artículo como Heléne Blonina. Inessa Armand fue dirigente del Departamento de la Mujer del Secretariado del Comité Central del Partido Bolchevique.

 

El poder soviético ha sido el primero en crear las condiciones en la que la mujer podrá coronar, finalmente, la obra de su propia emancipación.

En el curso de los siglos, ha sido esclava. Al principio, bajo el reino de la pequeña producción, lo fue de la familia; después, con el desarrollo del capitalismo, pasó a serlo por triplicado: en el Estado, en la fábrica, en la familia.

Ha sido así no solo bajo el régimen zarista, bárbaro y subdesarrollado, sino también en las «democracias» más «civilizadas» de Europa occidental y de América.

Bajo el régimen burgués se priva a la obrera de los escasos derechos políticos que se otorgan al obrero. En la fábrica, en el taller, está todavía más oprimida, más explotada que el obrero, porque el patrón usa su poder para oprimirla no solamente en su calidad de proletaria, sino también para infligirle todo tipo de ultrajes y violencia en tanto que mujer. Y en ningún sitio ni en ningún momento, la prostitución, el fenómeno más repugnante, el más odioso de la esclavitud asalariada del proletariado, se ha extendido tan escandalosamente como bajo el reino del capitalismo.

Las obreras, las campesinas, son esclavas en la familia no únicamente porque sobre ellas pesa el poder del marido, también porque la fábrica, que las arranca de su hogar familiar, no las libera al mismo tiempo de las preocupaciones de la maternidad y de la economía doméstica, con lo que transforma esa maternidad en una pesada cruz insoportable.
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Mujeres bolcheviques que lucharon por el socialismo

 

A continuación presentamos a seis de las mujeres bolcheviques más prominentes. Para no hacerlo demasiado extenso, detallamos sólo algunos de los aspectos más destacados de sus vidas.

 

 

Inessa Armand (1875-1920)

 

Inessa Armand nació en París, en 1875. A los 18 años se casó con Alexander Armand, un rico industrial, pero tras 10 años y cuatro hijos, le dejó para irse a vivir con su hermano, Vladimir, con quien tuvo un quinto hijo. Conservó la amistad con su marido durante el resto de su vida, éste mantuvo a todos sus hijos y financió sus actividades revolucionarias.

La cuestión de la mujer la atrajo al socialismo. Creía que era derecho de toda mujer buscar la realización personal y tener una vida socialmente útil. Armand explicó más tarde a su hija Inna, que había adquirido tempranamente «la fuerte determinación de no llegar a ser completamente femenina, sino continuar siendo una persona normal«(1). Se concentró primero en la situación de las prostitutas, viéndolas como una metáfora de la opresión de las mujeres.

En 1903 Armand se hizo marxista. Como relató en 1908, en una carta a su marido: «El hecho es que, en primer lugar, recorrí este camino más tarde que otros. El marxismo no fue una fantasía de la juventud para mí, sino la conclusión de una larga evolución de derecha a izquierda. …este último año, tan reaccionario [1907], que pasé entre el proletariado… me hizo más firme«.(2)

Hasta 1905, había sido detenida tres veces y había cumplido más de seis meses de prisión. En 1907, fue exiliada a Arcángel. Vladimir la siguió hasta allí, pero en 1909 contrajo tuberculosis y se fue a Suiza. Inessa escapó para cuidar de su amante enfermo, pero murió dos semanas después de su llegada.

Después de un período de estudio en Bruselas, se trasladó a París, donde se unió al pequeño grupo de bolcheviques reunidos alrededor de Lenin. Rápidamente se convirtió en una estrecha colaboradora de de Lenin y Krupskaya.
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El camarada Stalin, líder de la humanidad progresista

 

Artículo escrito por G. Malenkov y traducido por «Cultura Proletaria» de la revista «Problemas», Nº23, Diciembre de 1949.

 

 

Hace un cuarto de siglo, el camarada Stalin, en nombre del Partido, hizo el juramento de cumplir con honor las enseñanzas de Lenin. El juramento del camarada Stalin sonó como una llamada a la lucha al Partido, a la clase obrera, al pueblo soviético, y fue la estrella guía en la lucha histórica por la transformación de la vida social, por la construcción de la sociedad socialista.

El camarada Stalin condujo a nuestro Partido y al pueblo soviético por el camino de Lenin. Defendió y desarrolló la teoría leninista de la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo país. Poniendo en práctica las enseñanzas de Lenin, nuestro Partido, bajo la dirección del camarada Stalin, aseguró la industrialización socialista del país y la colectivización de la agricultura, transformando la Unión Soviética en una gran potencia socialista, industrial y koljosiana.

El camarada Stalin comprendió profundamente, como nadie, las ideas leninistas sobre el Partido marxista de nuevo tipo, defendió la pureza de la doctrina de Marx, Engels y Lenin, desarrolló la teoría marxista-leninista, armó de valor al Partido en la lucha contra innumerables enemigos, forjó y educó cuadros capaces de llevar hacia adelante la obra de nuestro Partido.

El mundo entero vio la grandeza de Stalin en los momentos bruscos de la historia: en Octubre de 1917, en la Guerra civil, en los años de la intervención cuando, con Lenin, dirigió la Revolución Socialista y la lucha para derrotar a los enemigos del Poder soviético, y en la Gran guerra Patriótica, cuando el camarada Stalin dirigió la lucha contra los enemigos más poderosos de nuestra Patria.

Con el gran Lenin, el camarada Stalin creó el primer Estado socialista del mundo. Bajo la bandera de Lenin, bajo la dirección del camarada Stalin, vive, crece y se fortalece nuestra poderosa Patria, el país de la amistad de los pueblos soviéticos.

En la II Guerra Mundial, cuando, sobre el mundo, se cernían las fuerzas oscuras del fascismo, amenazando con liquidar la cultura de la humanidad, el camarada Stalin, al frente de la Unión Soviética, dirigió personalmente la lucha por acabar con las hordas hitlerianas, aseguró la victoria de los pueblos amantes de la paz, y fue el líder reconocido en la ardua lucha por liberar a la humanidad del yugo del fascismo.
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Dzerzhinsky, una figura política de tipo leninista

 

Dzerzhinsky fue uno de los colaboradores más cercanos y leales de Lenin. Miembro de la dirección del Partido Comunista reunido por Lenin, defendió firmemente el leninismo sin importar lo complicado y difícil de la situación, y después de su muerte permaneció leal a las políticas trazadas por él.

«Félix«, recordaba Kliment Voroshilov, destacado estadista soviético y figura del Partido, «siguió el ejemplo de Lenin en todo lo que hizo. Al igual que Lenin, era muy humano y atento con el pueblo, aunque extremadamente exigente e intransigente con los enemigos de la revolución y sus cómplices«.

Lenin valoraba mucho el trabajo que Dzerzhinsky hacía, confiaba en él, y se podría incluso decir que lo cuidaba.

En sus memorias, el bolchevique Ivan Radchenko, destacado economista, describió su encuentro con Lenin, en el que Dzerzhinski también estuvo presente. «Después de que él (Dzerzhinsky) se fuera, Lenin lo caracterizó como un trabajador brillante, hablando de él con una especie de alegría, como quien habla de un amigo leal y confiable.

En situaciones difíciles, cuando algo iba mal, Lenin solía decir: ‘Será mejor que le confíes esto a Dzerzhinsky, seguro que lo hará‘».

Yelena Stasova, secretaria del Comité Central del PCR (B), escribió: «Todos los que entramos en contacto con Lenin, vimos y sentimos el respeto y apoyo que mostraba por Dzerzhinsky. Era algo natural. El coraje de Dzerzhinsky, la honestidad y la pureza de su vida eran conocidos por todos«.

Por su parte, Dzerzhinsky devolvió la confianza y el apoyo constante de Lenin con una cálida gratitud. «Mostró un gran respeto y una enorme confianza en el genio de Lenin, escuchando sus consejos, leyendo y releyendo sus obras, en las cuales buscaba respuestas a las preguntas más complicadas planteadas por la vida«, escribió la esposa de Dzerzhinsky. «Cuando Félix hablaba por teléfono con Lenin, sabía de inmediato con quién estaba hablando, aunque no supiera de qué se trataba la conversación… La voz de Félix se llenaba de gran admiración y respeto por Lenin«.

Lenin comunicaba constantemente a Dzerzhinsky todo tipo de instrucciones, demandas, consejos y sugerencias, y estaba seguro de encontrar una respuesta inmediata y voluntaria.
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La electricidad en los koljoses

 

La revolución soviética de 1917 dio nueva vida a la aldea rusa. El germen de esta nueva vida fue la electricidad. Vladimir Lenin, el fundador del Estado soviético, fue el iniciador de la electrificación de la aldea rusa.

En noviembre de 1920, se encendió la luz eléctrica en las casas rurales de la aldea de Yaropolets, próxima a Moscú. Era como un faro que llamaba a una vida mejor y también un ejemplo para los pueblos vecinos. Una tras otra, comenzaron a levantarse centrales eléctricas rurales. Fueron puestas en explotación las de Vladychino, Ostashevo, Kashin, Burtsevo, etc. Lenin asistió a la inauguración de la central eléctrica de Yaropolets. Allí, informó a los campesinos reunidos que el Gobierno soviético estaba preparando un plan para la electrificación de toda Rusia. Puesta en funcionamiento, la pequeña central eléctrica, con la gran ayuda de Lenin, fue como un símbolo del gran aumento de la electrificación en la aldea soviética, que alcanzó su auge durante los planes quinquenales de Stalin.

Sólo en 1940 fueron construidas y puestas en funcionamiento 152 centrales hidroeléctricas rurales con una potencia total de más de 12.000 kilowatts. Más de 700 koljoses y 60 estaciones de máquinas y tractores recibieron corriente eléctrica. La guerra impidió cumplir integramente la construcción proyectada.

Sin embargo, incluso en los días más dolorosos de la guerra, el jefe del pueblo soviético, Stalin, se preocupó constantemente del bienestar de koljosianos. En febrero de 1945, el generalísimo Stalin firmó un decreto referente al fomento de la electricidad rural. En el mismo año, casi en todas partes, comenzaron a levantarse centrales eléctricas rurales. Se puede juzgar el volumen de la electrificación en la aldea soviética por el hecho de, sólo en la Federación Rusa, haber sido construidas, durante el pasado año (1944), nada menos que 1.001 centrales eléctricas rurales.

Actualmente, están electrificadas más de 6.500 koljoses y 2.200 parques de tractores y de maquinaria agrícola. Con esto, se reinició la gran obra de electrificación de la aldea. La Unión Soviética dispone de lo necesario para aumentar la electrificación del campo. Así lo demuestra, por ejemplo, la experiencia de la región de Sverdlovsk, en los Urales, que actualmente tiene más de la mitad de sus koljoses electrificadas; durante el presente año, se ha planeado eletrificar el resto. Lo más económico y práctico en la electrificación rural es la construcción de centrales hidroeléctricas.
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La Universidad de Moscú

 

La Universidad Estatal de Moscú fue fundada en 1755 como centro de «cultura y estudio ruso»por iniciativa del gran científico ruso Mirrail Lomonosov, cuyo nombre encabeza actualmente. Durante sus 190 años de existencia, la Universidad se ha encargado honorablemente de su misión.

A través de sus puertas pasaron escritores famosos como Aleksandr Griboiedov, Mirrail Lermontov, Ivan Goncharov y Anton Chejov, además de eminentes figuras como Alexander Hertzen y Vissarion Belinsky.

Dentro de los muros de la Universidad trabajaron grandes genios que enriquecieron el patrimonio del conocimiento humano: Nicholas Jukovski, que sentó las bases de la aerodinámica experimental y allanó el camino de la aviación rusa; Aleksandr Stoletov y Piotr Liebedev, que cavaron los cimientos de la física teórica y experimental en Rusia; Clementi Timiriazev, una de las figuras más prominentes de las ciencias naturales y miembro de más de 40 academias, universidades y sociedades científicas en el mundo; Aleksandr Sievertsov, uno de los principales representantes de la teoría evolutiva; Ivan Setchenov, padre de la escuela rusa de fisiología, autor de «Reflejos cerebrales»; Dmitry Anuchin, científico polimorfo, eminente en las esferas de la geografía, arqueología, etnografía y antropología; Alexei Pavlov, fundador de la geología cuaternaria rusa.

Los nombres de los más grandes historiadores rusos también están ligados a la Universidad de Moscú, hombres cuyas obras han sido traducidas a los principales idiomas extranjeros: Sergei Solovyov, Vasily Kliutchevski y Pavel Vinogradov. Los estudios más importantes de este último sobre la historia social de la Inglaterra medieval fueron publicados en Oxford y sirven de guía para las investigaciones de los eruditos ingleses contemporáneos sobre la Edad Media.
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Arquitectura constructivista soviética de los años 30 y 40

 

La arquitectura de los años 30 y 40 en la Unión Soviética, estuvo marcada inicialmente por el movimiento Constructivista, el que crea un estilo de diseño que fué característico de la arquitectura soviética de la era. La arquitectura oficial buscó nuevas formas de expresión plasmando un estilo monumental con ribetes ornamentalistas y figurativo. Durante este período en Moscú se llamó a los arquitectos soviéticos a participar en una serie de grandes concursos para edificios públicos de tipo monumental.

A pesar que estos proyectos nunca se construyeron, dejaron ejemplos del mayor interés.

 

Edificio para el Comisariado Popular de la Industria Pesada, A. Vesnin, V, Vesnin, S. Lyaschenko. 1934

Se trataba de un proyecto de mas de cien mil m2 ubicado en 4 hectáreas de terreno en plena Plaza Roja frente al Kremlin, lo que representaba una total remodelación de la misma.

 

 

Edificio para el Comisariado de la Industria Pesada, I. Fomin, P. Abrosimov, M. Minkus. 1934

Otro proyecto presentado al concurso es el de Ios arquitectos I. Fomin, P. Abrosimov y M. Minkus. Fomin fué un representante de la escuela neoclásica de arquitectura de San Petersburgo, obteniendo bastante prestigio antes de la revolución de 1917. En los años 20, dominados por el Constructivismo, Fomin se mantuvo fiel a su escuela inicial, adaptando la terminología neoclásica al nuevo orden proletario. Este edificio muestra un extraordinario ejemplo de estas ideas llevadas al diseño de un conjunto monumental para el Comisariado de la Industria Pesada.

 

 
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Lidiya Vladimirovna Litviak, la Rosa Blanca de Stalingrado

 

Lídiya Vladímirovna Litviak, (18 de agosto de 1921 – 1 de agosto de 1943), también conocida como La Rosa Blanca de Stalingrado, fue una piloto de caza de la Fuerza Aérea Soviética (Voyenno-vozdushnye sily, VVS) durante la Segunda Guerra Mundial.

Lidiya Vladimirovna Litvyak nació en Moscú el 18 de agosto de 1921, cuando la Unión Soviética todavía estaba gobernada por Lenin. No se sabe mucho de su vida antes de que se iniciara la segunda guerra mundial, solo se sabe que ella siempre estuvo fascinada con la aviación, de hecho se sabe que el vuelo del Rodina (Patria) en el que las famosas aviadoras Valentina Grizodubova, Polina Osipenko y Marina Raskova establecieron un record de larga distancia fue lo que desencadeno en Lidyia una inspiración para convertirse en aviadora.

A los 14 años se matriculo en un aeroclub soviético, comenzando así su carrera, obtuvo su carnet de piloto deportiva dos años más tarde. Su ascenso fue exponencial, y a finales de la década de los años 30 ya se había convertido en instructora de vuelo de Kherson. Para cuando los alemanes invadieron la Unión Soviética en 1941, Lidiya había entrenado por lo menos a cuarenta y cinco pilotos.

 

 

Inicios como piloto de Caza

 

Cuando supo que Marina Raskova estaba reclutando pilotos para su regimiento de mujeres, Lidiya quiso alistarse de inmediato para combatir, pero fue rechazada por falta de experiencia, ya que no había cumplido las 100 horas de vuelo que se exigían como mínimo necesario para instar como piloto de caza, se rumora que sin pensárselo un momento, Lidiya falsificó su documentación y, con las 100 horas de vuelo “cumplidas”. Después de completar un riguroso entrenamiento en la base de Engels fue admitida en el 586º Regimiento de Cazas (IAP 586), una unidad exclusivamente femenina equipado con aviones Yakovlev Yak-1.

Estas son unas memorias en las que se habla de Lidiya por su paso en Engels:

…Una vez, en Engels, hicieron salir a Lídiya de la formación matutina. Llevábamos el uniforme de invierno, y ella había cortado los bordes superiores de sus botas altas de piel a fin de hacerse un fular para su traje de vuelo. Marina Raskova, nuestra comandante, le preguntó cuándo había hecho eso. Lídiya contestó: «Durante la noche». Lídiya quería vestir a su manera. Raskova le dijo que durante la noche siguiente, en vez de dormir, volviera a coser la piel en su sitio. […] Era muy extraño: había una guerra en marcha y esta rubia, esta chiquilla, estaba pensando en adornos para su traje. Me pregunté: ¿qué clase de piloto va a ser esta, si no le preocupa nada más que su fular y su aspecto?…
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La ayuda del pueblo al Ejército Rojo en la Gran Guerra Patria

 

Este texto es un extracto del informe leído por Stalin en la sesión del Soviet de diputados de los trabajadores de Moscú, conjuntamente con las organizaciones sociales y del Partido, en Moscú, el 6 de Noviembre de 1943.

 

 

Los éxitos del Ejército Rojo no habrían sido posibles sin el apoyo del pueblo, sin el trabajo abnegado de los ciudadanos soviéticos en las fábricas y talleres, en las minas y en los depósitos, en el transporte y en la agricultura. En las duras condiciones de la guerra, el pueblo soviético ha demostrado ser capaz de garantizar a su ejército todo lo indispensable y perfeccionar continuamente su material bélico. En todo el transcurso de la guerra, el enemigo no pudo superar a nuestro Ejército en la calidad del armamento. Al mismo tiempo, nuestra industria fortaleció la línea del frente material de guerra en cantidades cada vez mayores.

El año pasado marcó un punto de inflexión no sólo en el transcurso de las operaciones militares, sino también en el trabajo de nuestra retaguardia. Ya no nos enfrentamos con tareas como la evacuación de las empresas hacia el este y la adaptación de la industria a la producción de armamentos. El Estado soviético tiene ahora una economía de guerra eficiente y que crece rapidamente. Por lo tanto, todos los esfuerzos del pueblo pudieron concentrarse en el aumento de la producción y en la mejora progresiva del armamento, en particular de los tanques, aviones, cañones y artillería automotriz. Aquí hemos logrado grandes éxitos. El Ejército Rojo, con el apoyo de todo el pueblo, recibió regularmente suministros bélicos y lanzó sobre el enemigo millones de bombas, minas y proyectiles, derribando en la batalla miles de tanques y aviones. Se puede decir, con pleno fundamento, que el abnegado trabajo del pueblo soviético en la retaguardia pasará a la historia, junto con la heroica lucha del Ejército Rojo, como una hazaña sin precedentes del pueblo en la defensa de su patria. (Aplausos prolongados.)

Los trabajadores de la Unión Soviética, que en los años de la construcción pacífica construyeron una poderosa industria socialista altamente desarrollada durante la Guerra Patria, llevaron a cabo un intenso y duro trabajo para ayudar al frente, revelando un verdadero heroísmo en el trabajo.

Todo el mundo sabe que los hitlerianos disponían, para la guerra contra la URSS, no sólo de la industria altamente desarrollada de Alemania, sino también de la industria más poderosa de los países vasallos y ocupados. Sin embargo, los hitlerianos no pudieron mantener la superioridad cuantitativa del material bélico del que disponían al comienzo de la guerra contra la Unión Soviética. El hecho de que la anterior superioridad numérica del enemigo en tanques, aviones, morteros y armas automáticas fuese liquidada, y de que nuestro ejército no haya sufrido una seria escasez de armas, municiones y equipos, se debe, en el primer lugar, al mérito de nuestra clase trabajadora. (Grandes y prolongados aplausos).
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Los estudiantes soviéticos

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En 1938, la Unión Soviética tenía 716 universidades, colegios y otras instituciones de educación superior con un núcleo estudiantil de 601.000 personas. Este número supera al de los estudiantes de colegios y universidades de 23 países europeos juntos, incluyendo a Francia, Italia y Polonia, además de Japón.

Existen instituciones de educación superior en cada una de las Repúblicas de la Unión y Regiones Autónomas de la Unión Soviética. Kirguistán, que no tenía una sola institución de enseñanza superior antes de la Revolución, ahora tiene cuatro; Turquistán tiene 5; Tayikistán también tiene 5 y Kazajistán 19. Y cada una de estas instituciones educativas cuenta con labotatorios modernos, salas de lectura y bibliotecas que son lo último en temas de equipamiento escolar.

Antes de la Revolución, los colegios y universidades de la Rusia zarista tenían población escolar total de 112.000 alumnos, de los cuales el 35% eran hijos de la nobleza y de los jefes del gobierno, el 10% hijos de los grandes empresarios y comerciantes, el 14,5% hijos de los campesinos ricos. Por lo tanto, el 70,8% del alumnado pertenecía a las clases dominantes, como hijos de las grandes fortunas. El alto costo de admisión, además de las limitaciones de clases y de normas establecidas hacía imposible a los trabajadores dar una educación superior a sus hijos.

El gobierno soviético dio acceso a las escuelas de educación superior a todos los ciudadanos de la URSS. Las puertas de los colegios y universidades de la URSS están abiertas para todos los graduados de la escuela secundaria. No existe la mínima limitación de nacionalidad, raza, condición social o económica en las instituciones educativas soviéticas. Las mujeres disfrutan de los mismos derechos que los hombres para ingresar en cualquier institución de educación superior de la URSS. En la Unión Soviética, el 43% de los estudiantes de colegios y universidades son mujeres.

Las sumas establecidas por el gobierno soviético para el desarrollo de la educación superior aumentan año tras año. Por ejemplo, la suma asignada por el Gobierno para la educación superior aumentó de 86 millones de rublos en 1934 a 219 mil millones de rublos en 1938.

A pesar del enorme aumento del número de instituciones de educación superior y de la masa estudiantil, el rápido desarrollo de la economía nacional de la URSS requiere, todavía, un mayor número de personas capacitadas en todos los campos del conocimiento.

Las instituciones de educación superior de la URSS preparan expertos en 178 ramas de la ciencia, de la tecnología y de las artes. Entre las 716 instituciones de enseñanza superior soviéticas, 119 son institutos industriales, 29 institutos de transporte y comunicaciones, 84 escuelas de agricultura, 71 escuelas de medicina, 27 institutos económicos, 11 escuelas de derecho, 24 universidades generales, 211 institutos pedagógicos y de preparación de profesores, conservatorios de música, institutos de literatura, de arquitectura, etc.
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Expediciones por España

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El siguiente texto es un informe realizado por N .Vavilov (biólogo genetista soviético) a partir de un viaje realizado por España en 1927.

 

 

España tenía especial interés para nosotros conforme al plan general de investigaciones que nos habíamos trazado sobre la agricultura mundial y las plantas cultivadas. Es uno de los países más extensos del mediterráneo, y en él se practica la agricultura desde hace miles de años.

Viajé desde Génova hasta Barcelona en Junio de 1927, después de completar las expediciones al este y noreste de África y a los países del Mediterráneo oriental. Esto ocurrió durante la dictadura de Primo de Rivera. Inmediatamente después de entrar en España pude sentir la atmósfera de tensión de la dictadura del general. En el tren, los documentos debían ser verificados; los pasaportes debían presentarse no sólo en la frontera, sino también cuando se viajaba dentro del país. El rojo pasaporte soviético con la hoz y el martillo tenía el efecto de un estimulante para los oficiales que revisaban los documentos. Cuanto más penetraba en el país más se preocupaban.

En cuanto al mundo científico, me encontré con la recepción más agradable, especialmente la del director del Museo de Historia Natural, el conocido entomólogo Profesor P. Bolivaz y su hijo, así como la del botánico Profesor Crespi. Viajando en coche o en caballo a través de los pueblos me encontré con actitudes excepcionalmente amistosas y hospitalarias, típicas del pueblo español.

Mi objetivo era tomar contacto con todas las áreas agrícolas de España, atravesarlas en todas direcciones y coleccionar todo el material que fuera posible del campo y de los cultivos vegetales. Tomé Madrid como punto de partida, desde donde podría viajar de forma radial a diferentes áreas del país de acuerdo con la secuencia de la maduración del grano, empezando por el sudeste y terminando en el norte, en Galicia, Asturias y las provincias vascas.

El visado concedido por la recomendación de amigos era válido sólo para un mes. Dada la amplitud de la expedición, era obviamente imposible cubrir todas las áreas agrícolas, incluso seleccionando algunas, en tan breve período de tiempo. Mis amigos Bolivaz y Crespi me recomendaron pedir un mes más de ampliación de la visa en la prefectura de Madrid.

En uno de los calurosos días de Junio fui invitado a la prefectura para ser interrogado por la policía nacional. El viejo edificio de la prefectura con ventanas pequeñas databa precisamente de los tiempos de la Inquisición. Fui escoltado a través de estrechos pasillos de luz mortecina hasta el área de recepción. El botánico Crespi, que me acompañaba, me advirtió de que, al parecer, el prefecto conocía el idioma ruso. Después de varios minutos se nos hizo pasar por delante de una cola formada por otros solicitantes, a una lóbrega oficina con arcos pintados. Frente al escritorio se encontraba un oficial rechoncho, que asumía una pose militar a Napoleón con la mano en un pliegue de su levita oficial y recitaba en un ruso quebrado la canción:

«El fuego en Moscú crepitaba y resplandecía…»

Avisado por Crespi, yo estaba algo preparado para la súbita declamación, a la que contesté, también en verso:

«De Sevilla a Granada
en la silenciosa oscuridad de la noche
se oían serenatas
y el estruendo de las espadas…»

Resultó que el general había sido un antiguo agregado militar del zar de Rusia y había permanecido seis años en mi país, llegando a conocer bien el área del Cáucaso y del Volga. El propósito de mi expedición fue de poco interés para él, pero me recomendó que pusiera mucha atención a las artes en España y me hizo prometer que visitaría El Escorial y Toledo.
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Las ediciones de la obras de Lenin

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Según datos de la Cámara del Libro de la URSS, las obras de Vladimir Lenin, hasta 1945, habían sido editadas 3.834 veces, en 76 idiomas, con una tirada total de 164.400.000 ejemplares. De estos, 122.981.000 fueron editados en ruso, la lengua materna de Lenin.

Durante la gran Guerra Patriótica, entre el 1 de julio de 1941 y el 1 de julio de 1945, mientras los pueblos de la Unión Soviética mantenían contra las fuerzas de agresión una guerra coronada por la victoria, la obras de Lenin se editaron 189 veces, con una tirada de 6.158.000 ejemplares. Es curioso notar que de esas 189 veces, 134 fueron traducidas del ruso a otros idiomas.

Las obras de Lenin sirvieron como una poderosa arma espiritual a los pueblos en su lucha contra el nazismo.

El mayor número de ediciones de trabajos de Lenin, desde 1917 hasta 1945, corresponde al folleto «Las tareas de la juventud comunista«. Existían, hasta 1945, 272 ediciones de ese famoso discurso pronunciado por Lenin el 2 de octubre de 1920. Su tirada total supera con creces los 10.000.000 de ejemplares. Durante la guerra, ese folleto fue editado 28 veces en 18 lenguas. «El imperialismo, fase superior del capitalismo«, fue editado 105 veces y «El Estado y la Revolución«, 103 veces.
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¿Estaba la URSS preparada para la guerra?

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El siguiente texto es un extracto del libro «El Estado Mayor General en los años de la Guerra» de Sergei Matveevich Shtemenko(1). El libro está compuesto por dos volúmenes, el cual tuvo dos ediciones, en 1968 y 1975. En este libro, Shtemenko reúne sus recuerdos de aquella época. La presente traducción procede de la segunda edición, revisada y corregida por el autor, reeditada por la editorial «Voenizdat» en 1981 y 1989. También se consultó la primera edición de su traducción francesa, publicada por «Ediciones du Progrès«, Moscú, 1971. (N. Ed.)

 

 

Hoy, cuando nos separan décadas de aquella fatídica noche, se hacen numerosas y diversas apreciaciones sobre el estado en el que se encontraba en aquel entonces nuestras Fuerzas Armadas.

Unos afirman que no estábamos ni mínimamente preparados para rechazar el ataque del enemigo, que nuestro ejército fue instruido para conseguir una fácil victoria. Y este tipo de declaraciones provienen, por regla general, de personas sin formación militar. A su alrededor se levanta una impenetrable barrera de sabia terminología especializada. Se afirma, por ejemplo, que debido a una comprensión, supuestamente equivocada, de carácter y contenido del período inicial de la guerra, nuestras tropas fueron mal entrenadas para operaciones militares precisamente en ese periodo.

Esta afirmación tiene tanto de osadía como de ignorancia. Esto se debe a que la idea del «período inicial de la guerra» es una categoría operativa y estratégica que nunca tuvo una influencia sustancial en la instrucción de los soldados, de las compañías, de los regimientos o incluso de las divisiones. Los soldados, las compañías, los regimientos y las divisiones, en general, operan de la misma manera en cualquier período de la guerra. Deben atacar con determinación, defenderse con firmeza y maniobrar hábilmente en todos los casos, independientemente del momento en el que transcurre el combate, ya sea al principio o al final de la guerra. Nunca ha habido en los reglamentos ninguna demarcación a este respecto. Ni siquiera hoy en día hay.

Son muy frecuentes las opiniones de que supuestamente se subestimó el peligro de una guerra con Alemania. En defensa de esta errónea idea se hacen alegaciones completamente ridículas sobre el movimiento, sin éxito, de tropas a las regiones militares a las que correspondía cubrir y defender las fronteras occidentales. ¿Sin éxito por qué? Como se sabe, las enormes fuerzas que integraron el efectivo de las regiones fronterizas no fueron colocadas en la frontera, sino más lejos de ella. Está ya muy demostrado, tanto en la práctica como en la teoría, que en cualquier tipo de operaciones militares, las fuerzas principales deben escalonarse obligatoriamente en profundidad. ¿Dónde debe haber más fuerzas y en qué profundidad deben ser escalonadas? Esta es una cuestión muy compleja. Todo depende de las circunstancias y del plan del comandante militar.
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Felices recuerdos de una infancia soviética

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Dicen que la infancia es una de las mejores épocas de la vida, un periodo sin preocupaciones ni problemas. Es cuando aún no debes pasarte el día trabajando y puedes dedicarte a jugar con tus amigos, comer, dormir y disfrutar mientras creces. ¿Qué daríamos por volver a esa época de nuestra vida, libre de preocupaciones?

Yo tengo la impresión que la infancia en la URSS era más gratificante que la de los niños de hoy en día.

Probablemente eso se deba más bien a la época, tanto de la vida individual como histórica, que al régimen político en sí. No teníamos preocupaciones ni miedos. Pasábamos el día entero jugando al aire libre, montando en bicicleta, patinando o simplemente dando una vuelta. No había móviles, ni guardas de seguridad y podíamos ir donde quisiéramos sin decírselo a nuestros padres.

Ahora volvamos a los soviéticos. El Partido Comunista entrenaba a sus seguidores desde una edad muy temprana. Para empezar, en el primer año a los niños se les daba el título de “Oktiabrenok”, que significa “El niño del Octubre Rojo”. Nos daban un pequeño pin en forma de estrella con la imagen de Lenin cuando era niño. Para nosotros eso no tenía mucha importancia.

El momento de ser admitidos en los Pioneros (el siguiente paso para convertirnos en comunistas) era muy importante. Cuando terminábamos el tercer grado nos evaluaban para convertirnos en pioneros. Los chicos mayores y los profesores comprobaban las notas, el comportamiento, los éxitos y demás. El acto de admisión era imponente y emocionante. Los compañeros pioneros nos ataban al cuello un tipo de bandana formando una lazada y, a partir de aquel momento, ya podíamos convertirnos en comprometidos jóvenes, miembros del Partido Comunista.

Nos enseñaban a cuidar y proteger la naturaleza. Puede parecer una tontería, pero literalmente debíamos cuidar la naturaleza. ¡Una de nuestras actividades favoritas era jugar a los “enfermeros” y curar árboles! Teníamos que llevar un bolso de la Cruz Roja lleno de material médico: vendas, tijeras, algodón, desinfectante y nos poníamos en marcha, bien cargados, para llevar a cabo el proyecto “Curar a los árboles”.

Debíamos ir en busca de ramas rotas, tallos cortados, arbustos doblados, y aplicarles una solución desinfectante y poner vendajes. Era una actividad estupenda que desarrollaba el sentido de la atención.
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¿Hubo hambre en la URSS en 1931-32?

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El siguiente documento ha sido extraído y traducido por «Cultura Proletaria» del libro «Soviet Communism: A new civilization?» (1936), de Beatrice Webb y Sidney Webb.

 

 

De un extremo a otro de la URSS, tenemos que imaginar a los Departamentos de Agricultura de las provincias y de los distritos, con los Soviets de pueblo y las estaciones de máquinas y tractores, supervisando y ayudando a las doscientas mil granjas colectivas y toda esa organización guiada y dirigida por las 3.000 Secciones de Ejecución de Normas inspiradas e impulsadas por la actividad incesante de Kaganóvich, al frente del Departamento de Agricultura del Comité Central del Partido Comunista. ¿Cuáles fueron los resultados de este intento de enfrentarse, por una parte, a las dificultades climáticas, y por el otro, a la inercia, la ignorancia y la desconfianza del campesinado de la inmensa extensión de tierras que había que trabajar? ¿Hubo o no hubo hambre en la URSS en los años 1931 y 1932?

Aquellos que creen que es fácil responder a esta pregunta ya tienen probablemente el espíritu preparado, de acuerdo a casi todas las declaraciones de las personas hostiles al comunismo soviético, a decir que efectivamente hubo hambre en la URSS y no dudan en decir el número de muertos causados por esta -ignorados por cualquier estadista-, que van de 3 millones a 6 millones y hasta 10 millones de víctimas (1). Por otro lado, un alto funcionario ya retirado del Gobierno de la India que hablaba ruso y se identificaba con la Rusia zarista, y que además administraba personalmente las zonas dominadas por el hambre en India, visitó en 1932 algunos de los lugares de la URSS, cuyas condiciones eran las peores, tal como se sabe y consta. Informó a los autores de este libro, que en aquella ocasión no había visto prueba alguna de existir o haber existido nada parecido a lo que los funcionarios de la India habían descrito como hambre.

Sin esperar convencer a esos espíritus preconcebidos, presentamos la conclusión a la que ahora nos llevan nuestras visitas de 1932 y 1934 y el posterior examen de las pruebas disponibles. Que en cada uno de los años 1931 y 1932 hubo un fracaso parcial de las cosechas en distintas partes de la vasta extensión de la Unión Soviética, es algo que, sin duda, es cierto. Como también es cierto que esto sucedió en la India inglesa y en los Estados Unidos. Ocurrió lo mismo en la URSS y en todos los países de un tamaño que merezcan una comparación con ella, en cada año sucesivo del presente siglo. En países con un área tan grande, con todo tipo de climas, siempre hay un fracaso parcial de la cosechas en alguna parte. Es imposible comprobar con seguridad la extensión y la gravedad del fracaso parcial de las cosechas en la URSS en 1931 y 1932. Por un lado, personas que raras veces tuvieron la oportunidad de visitar las zonas afectadas, afirmaron que, en toda la extensión de enormes provincias, había una completa carencia de alimentos, de manera que (como en 1891 y 1921) murieron de inanición varios millones de personas. Por otro lado, los funcionarios locales de los Soviets, de distrito en distrito, informaron a los autores de este trabajo que, si bien ha habido escasez y hambre, nunca ha habido, en ningún momento, falta alguna de pan, aunque la calidad de este se viese afectada por el uso de otros ingredientes además de la harina de trigo, y que cualquier aumento de la tasa de mortalidad resultante de las enfermedades que acompañaban la nutrición deficiente, ocurrieron sólo en un número relativamente pequeño de aldeas. Lo que puede ser más valioso que un testimonio oficial son las declaraciones de varios periodistas ingleses y norteamericanos, residentes en el país, y que viajaron en 1933 y 1934, por los distritos en que se decía que había sido más intenso el sufrimiento. Ellos declararon a los autores de este libro que no habían encontrado razones para suponer que la perturbación había sido más grave de lo que se informara oficialmente. Nuestra impresión personal, después de estudiar todas las pruebas disponibles, fue que el fracaso parcial de las cosechas se extendió, sin duda, sólo a una fracción de la URSS, posiblemente no superior a una décima parte del área geográfica. Creemos, de forma muy clara, que este fracaso parcial, por si solo, no fue lo suficientemente grave como para causar inanición, con la posible excepción de los distritos que más sufrieron, y que son relativamente pequeños. Nos parece increíblemente excesiva cualquier estimación del número total de muertes por encima de la media normal, basada en una población total de 60 millones (lo que significaría la mitad de la población rural entre el Báltico y el Pacífico), según temerariamente afirman algunos, no nos parece servir de base ni el 1/10 de tal población.

Por otro lado, parece probado que, tanto en la primavera de 1932 como en la de 1933, numerosas familias campesinas estaban desprovistas de suficiente suministro de cereales y sensiblemente necesitadas de grasa. A estos casos volveremos más adelante. Inmediatamente recordamos, sin embargo, que en países como la India, la URSS, China y hasta los EE.UU., (en los que no existe un sistema ubicuo de asistencia a la pobreza), mueren todos los años un determinado número de personas (llegando a miles en esas grandes poblaciones) de inanición o de enfermedades que, como consecuencia de esta, se vuelven endémicas; sin duda, el número crece considerablemente cada vez que hay un fracaso de las cosechas, incluso parcial. No se puede suponer, por lo tanto, que no haya sucedido en partes del sur de Ucrania, en el distrito de Kuban y Daghestan, en los inviernos de 1931 y 1932.
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El origen del sistema soviético

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El siguiente documento ha sido extraído y traducido por «Cultura Proletaria» del libro «Soviet Communism: A new civilization?» (1936), de Beatrice Webb y Sidney Webb.

 

 

«El sistema soviético es una de esas numerosas creaciones del espíritu humano que parecen deber su existencia a un feliz accidente histórico. El hecho de haber logrado sobrevivir demuestra que ha sido perfectamente adaptado a las necesidades de la dictadura del proletariado, que constituye la base sobre la que se apoyan la teoría y la práctica del comunismo«. (1)

La palabra Soviet, que originariamente significaba cualquier tipo de Consejo, debe ser hoy comprendida como un Consejo de delegados o diputados elegidos por los trabajadores de distintas fábricas y otros establecimientos de una ciudad o municipio; o por los soldados de varias unidades de un ejército; o por los campesinos de un pueblo, distrito agrícola o comunidad; o, incluso, por cualquier combinación de esos grupos constituyentes. Su diferencia más obvia con cualquier otra entidad política consiste en que los mismos, confesadamente, excluyen la representación de empresarios capitalistas, es decir, propietarios de tierras, dueños de tiendas, en fin, cualquier persona que no se ocupe de un trabajo productivo, incluso cuando pertenecen a la misma tribu, raza o nacionalidad y residan dentro de la zona considerada. Soviets de esta naturaleza fueron espontáneamente organizados, en mayo y junio de 1905, en lvanovo-Vosnesensk y Kostroma con el fin de dirigir las huelgas de los trabajadores en las industrias textiles(2). Estos fueron creados, en la agitación del momento, debido sobre todo al hecho de que no existía ningún sindicato independiente y digno de confianza. Estos órganos de la clase obrera no se limitaban sólo a dirigir la huelga, también asumían algunas funciones del decrépito gobierno local. Fue, sin embargo, el Soviet formado en S. Petersburgo, en ese mismo año de 1905, el que enseño el camino al resto de Rusia. En su primera reunión, el 13 de octubre, «apenas representaba a parte de los trabajadores, comprendiendo sólo las fábricas del distrito de Nevsky. En su nombre, fue lanzada un proclama que decía: «Proponemos que cada fábrica y cada taller elija a un delegado por grupo de un centenar de trabajadores. Los delegados electos constituirán el Comité de la fábrica. Los delegados de todas las fábricas formarán el Comité General de Trabajadores de S. Petersburgo«(3).

Durante los dos meses siguientes, surgieron soviets similares a este, en un gran número, en otras ciudades rusas, desde Reval a Bakú. Pero la rápida represión ejercida por el gobierno zarista no permitió llevar a cabo el Congreso Nacional de los Soviets.

Esta represión no impidió, sin embargo, que el recuerdo del hecho permaneciese en el espíritu de las masas trabajadoras. Cuando, en febrero de 1917, el régimen zarista cayó, casi debido únicamente a su propia podredumbre, los trabajadores de las fábricas de Petrogrado formaron espontánea e inmediatamente un Soviet, que no se limitó únicamente a las actividades huelguistas, sino que discutió y votó sobre diversos temas de interés público. Este ejemplo fue imitado rápidamente por los trabajadores de Moscú y por muchas otras ciudades industriales. En esa ocasión, el Soviet de Petrogrado invitó a los Soviets de todas las demás ciudades a enviar delegados para constituir un Congreso de Soviets, que indicaría un comité permanente para actuar en los intervalos entre uno y otro congreso. Esto sería, al parecer, la base para un gobierno de trabajadores con jurisdicción en todo el país. Pero esto parecía ser imposible de llevar a cabo por grupos cuya misión original era sólo la de guiar las huelgas. El Partido Bolchevique estaba siguiendo todavía las directrices del programa de 1903, que no había sido revisado y, mientras predicaba el colectivismo en lo que respectaba a la economía, admitía, en el terreno político, el simple reemplazo del gobierno zarista por la modesta novedad de una asamblea parlamentaria nítidamente democrática(4). Lenin, es cierto, reconoció inmediatamente la importancia de los «Soviets de diputados de los trabajadores«, tal como surgieron en 1905, y en los que veía «los nuevos órganos del poder popular«. En el IV Congreso el Partido Socialdemócrata de Rusia, en abril de 1906, fue aprobada una resolución, explicando que los Soviets, en el proceso de la lucha, deberían transformarse de «simples organizaciones de choque a organizaciones para lucha la lucha revolucionaria general«; que representaban el «embrión del poder revolucionario«, dependiendo «su fuerza y prestigio enteramente de la energía y éxito del levantamiento«. Así, de hecho, los Soviets eran consideados por Lenin, hasta noviembre de 1915, como simples «órganos de rebelión» (Obras Completas, Vol. XVIII, p. 312). Parece haber, pues, algún fundamento en la opinión de un sagaz historiador germano, según el cual, a pesar de que Lenin había predicho la necesidad de transformar la revolución burguésa-liberal en una revolución socialista y haber reconocido rápidamente a los Soviets como el instrumento para hacer efectiva esta transformación, a pesar de eso, solamente en marzo de 1917, al recibir, en Suiza, las primeras noticias auténticas sobre la revolución en Rusia, fue que Lenin hizo un feliz descubrimiento, convenciéndose de que el sistema de Consejos (Soviets) de soldados, campesinos y obreros constituía la expresión moderna de la inevitable revolución democrático-socialista. Lenin reconoció en los Soviets la existencia, bajo una forma elemental, de un tipo completamente nuevo de gobierno, ejercido por la clase trabajadora, gobierno que sólo podía ser históricameme comparado con la Comuna de París (1897). El estudio que Lenin hizo de los Soviets le convenció de que todo lo que había dicho Marx en su famoso ensayo sobre los aspectos políticos y constitucionales de la Comuna de París se aplicaba perfectamente a los Soviets rusos de la revolución de 1917 (5).
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Mujeres combatientes en los días de la Gran Revolución de Octubre

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El siguiente texto fue escrito por Alexandra Kollontai en 1927.

 

 

¿Quiénes fueron las mujeres que participaron en la Gran Revolución de Octubre? ¿Fueron casos aislados? No; hubo multitudes de ellas: decenas, centenas de miles de heroínas anónimas que marcharon –codo a codo– con los obreros y campesinos, bajo la Bandera Roja y la consigna de los Soviets, pasando sobre las ruinas de la teocracia zarista hacia un nuevo futuro…

Si uno mira hacia atrás, al pasado, uno puede verlas: masas de heroínas anónimas que Octubre encontró viviendo en ciudades desfallecientes, en aldeas empobrecidas saqueadas por la guerra… Una bufanda en la cabeza (raras veces una pañoleta roja), un vestido gastado, un abrigo de invierno remendado. Jóvenes y adultas, obreras y campesinas esposas de soldados y amas de casa pobres de la ciudad. Muy raro, mucho más raro en aquellos días: mujeres trabajadoras de oficina y profesionales, educadas y cultas. Pero hubo también mujeres de la intellingentsia entre las que llevaron la Bandera Roja a la victoria en Octubre – maestras, empleadas de oficina, jóvenes estudiantes de las escuelas secundarias y universidades, doctoras. Marchaban alegres, desprendidas y resueltas. Iban a donde se les enviara. ¿Al frente? Se ponían una gorra de soldado y se convertían en combatientes del Ejército Rojo. Si portaban el brazalete rojo, entonces iban con prisa a las unidades de primeros auxilios para ayudar al frente Rojo contra Kerensky en Gatchina. Trabajaban también en las comunicaciones del ejército. Trabajaban alegres, con la convicción de que algo trascendental estaba ocurriendo y que todos éramos pequeños engranajes de una revolución única en su clase.

En las aldeas, las campesinas (sus esposos habían sido enviados al frente) tomaron la tierra de los terratenientes y sacaron a la aristocracia de los nidos donde habían vivido durante siglos.

Cuando uno recuerda los eventos de Octubre, no ve rostros individuales sino masas. Incontables masas, oleadas de humanidad. Dondequiera que se mire se ve hombres -en reuniones, mítines, manifestaciones…

Todavía no están seguros de lo que quieren, por qué están luchando, pero saben una cosa: no soportarán más la guerra. Tampoco quieren a los terratenientes y a los ricos… En el año 1917, el gran océano humano se levanta y se mueve, y en gran parte ese océano está formado por mujeres.

Algún día, la historia escribirá sobre las proezas de estas heroínas anónimas de la revolución que murieron en el frente, que fueron asesinadas por los Blancos y que soportaron las innumerables privaciones de los primeros años de la revolución pero continuaron enarbolando la Bandera Roja del poder soviético y el comunismo.
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Las enseñanzas de la crisis

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Lenin, 22 de abril (5 de mayo) de 1917. Publicado el 6 de mayo (23 de abril) de 1917 en el nº 39 del diario “Pravda”. T. 31, págs. 324-327.

 

 

Petrogrado y toda Rusia han vivido una seria crisis política, la primera crisis política desde la revolución.

El 18 de abril, el Gobierno Provisional aprobó su nota, tristemente célebre, confirmando los rapaces objetivos anexionistas de la guerra con claridad suficiente para provocar la indignación de las amplias masas, que habían creído honradamente en los deseos (y la capacidad) de los capitalistas de “renunciar a las anexiones”. El 20 y 21 de abril Petrogrado era un hervidero. Las calles estaban llenas de gente; día y noche se formaban por doquier pequeños y grandes grupos y se celebraban mítines de variadas proporciones; no cesaban las manifestaciones y demostraciones de masas. Según parece, la crisis, o al menos su primera etapa, ha terminado ayer, el 21 de abril, por la noche. El Comité Ejecutivo del Soviet de diputados obreros y soldados, y a continuación el propio Soviet, han declarado satisfactorias las “explicaciones”, las enmiendas a la nota, las “aclaraciones” del gobierno (que se reducen a frases quo no dicen absolutamente nada, ni cambian nada, ni obligan a nada) y han dado por “terminado el incidente”.

El futuro mostrará si las amplias masas del pueblo consideran “terminado el incidente”. Nuestra misión consiste ahora en estudiar atentamente qué fuerzas, qué clases se han revelado en la crisis y sacar de ello enseñanzas para el partido del proletariado. Porque la gran importancia de toda crisis consiste en que pone al descubierto lo oculto, deja a un lado lo convencional, lo superficial y mezquino, barre la escoria política y revela los verdaderos resortes de la lucha de clases que se libra en realidad.

Con su nota del 18 de abril, el gobierno de los capitalistas no hizo más, en rigor, que reiterar sus notas anteriores, en las que recubría la guerra imperialista con salvedades diplomáticas. Las masas de soldados se indignaron, pues creían honradamente en la sinceridad y en el deseo de paz de los capitalistas. Las manifestaciones empezaron como manifestaciones de soldados con una consigna contradictoria, inconsciente e incapaz de conducir a parte alguna: “¡Abajo Miliukov!” (¡como si un cambio de personas o de grupos pudiera cambiar la esencia de la política!).

Esto significa que la gran masa inestable y vacilante, la más próxima al campesinado y pequeñoburguesa en un sentido científico clasista, se apartó de los capitalistas y se puso de lado de los obreros revolucionarios. Esta fluctuación o movimiento de las masas, capaces por su fuerza de decidirlo todo, es precisamente lo que produjo la crisis.
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Las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la economía bajo el capitalismo y en la Unión Soviética

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El siguiente texto es un resumen del informe presentado por M. Rubinstein en el II Congreso Internacional de Historia de la Ciencia de Londres, en 1931.

 

 

Las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la economía bajo las condiciones de la sociedad capitalista, y bajo el sistema socialista que se está construyendo en la Unión Soviética, son ostensiblemente distintas y, en varios aspectos, diametralmente opuestas.

El sistema capitalista de producción y de relaciones sociales es contradictorio por su propia naturaleza. Paralelamente a su desarrollo y expansión crecen y se desarrollan las profundas contradicciones intrínsecas que se manifiestan en todos los ámbitos de la existencia humana sin excepción. El propósito de este informe es presentar el desarrollo de estas contradicciones en el ámbito del trabajo científico y técnico, y mostrar cómo estas contradicciones se desvanecen y desaparecen bajo las condiciones del nuevo sistema de relaciones sociales que está siendo actualmente construido en la Unión Soviética.

Es inútil describir ante esta audiencia los colosales éxitos de la ciencia y la tecnología durante el último siglo. El informe se refiere solo a los tramos básicos de este desarrollo, a sus resultados actuales más importantes.

El progreso del desarrollo técnico y el triunfo del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza se ha acelerado a medida que pasan las décadas. En definitiva, para la ciencia moderna y la tecnología no existen problemas irresolubles, y cuando, en su cincuenta aniversario, la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos adoptó este eslogan: «No hay nada imposible»(1), lo hizo de manera totalmente apropiada.

El desarrollo de la tecnología en la época del capitalismo se apoya en los grandes éxitos y el incremento de la aplicación práctica de la ciencia. Las ciencias exactas, la aplicación de las matemáticas, de las leyes de la mecánica y la investigación de las transformaciones químicas y físicas de las sustancias, la penetración en la esencia de los procesos orgánicos del mundo vegetal y animal, han ocupado el lugar que antes correspondía al arte y a la experiencia.

Cada descubrimiento, cada avance en la ciencia natural, ha abierto nuevas posibilidades de desarrollo industrial, nuevas conquistas para la tecnología. Este informe ofrece una serie de ejemplos de modernas influencias de este tipo, que se han puesto de manifiesto de manera predominante en el dominio de la química y la electrotecnia.

Como dice Marx, la producción mecánica a gran escala, que constituye la más completa e impresionante encarnación de las tendencias del desarrollo técnico, por su propia naturaleza, «supone la sustitución de la energía humana por las fuerzas de la naturaleza, y de los métodos empíricos rutinarios por aplicaciones conscientes de la ciencia». Al mismo tiempo, el rasgo más característico de todos estos cambios es su carácter fluctuante, un constante estado de movimiento, cambios revolucionarios en las bases técnicas de producción, así como en las funciones de los trabajadores y en las combinaciones sociales de los procesos de producción.
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100 Años de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Su significado en los destinos históricos de la URSS

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En el primer día de la victoriosa Revolución de Octubre, en la reunión del Soviet de diputados trabajadores y soldados de Petrogrado, sonaron las proféticas palabras de Lenin:

«A partir de ahora comienza una nueva fase en la historia de Rusia. La tercera revolución Rusa será la cumbre de la victoria socialista«.

La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia fue una revolución socialista. El carácter socialista de la Revolución de Octubre se demostró, sobre todo, en el hecho de que la clase obrera -la más revolucionaria de todas las clases oprimidas existentes hasta ahora- tomó el poder e inició la construcción de la sociedad socialista.

«Precisamente por eso -escribe el camarada Stalin-, el triunfo de la Revolución de Octubre marca un cambio radical en la historia de la humanidad, un cambio radical en los destinos históricos del capitalismo mundial, un cambio radical en el movimiento de liberación del proletariado mundial, un cambio radical en los métodos de lucha y en las formas de organización, en el modo de vida y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de las masas explotadas del mundo entero«.

La Revolución de Octubre arrebató de las manos de los terratenientes y capitalistas sus medios de producción, transformándolos en propiedad socialista. El proletariado arrancó de las manos de la burguesía el nervio básico de la vida económica -los bancos- y luego efectuó la expropiación de las fábricas, centrales eléctricas y transportes que fueron entregados al gobierno socialista.

La Revolución de Octubre liquidó el sistema estatal burgués y creó un nuevo sistema: la democracia soviética. La Revolución de Octubre, bajo la bandera del internacionalismo, la amistad de los pueblos, liberó a los pueblos de Rusia de la opresión nacional-colonial y dio inicio a la creación de un Estado multinacional soviético.

La Revolución de Octubre resolvió los problemas que la revolución burguesa de febrero no podía resolver ni tampoco remediar.
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