Los últimos días de Molotov

Imagen

Poco antes de su muerte (ya le fallaban cuerpo y mente), Molotov, que estaba al cuidado de sus nietos, se encontraba un día viendo la televisión, en la que salía Edvard Shevardnadze, el canciller soviético, haciendo unas declaraciones. Molotov se levantó de la silla con rabia gritando:

«¿¡Qué demonios está diciendo!? ¡Eso es revisionismo! ¡Revisionismo puro! ¡Peor que el revisionismo! ¿¡Se le ha ido la cabeza!? Espero que Stalin no se haya enterado todavía de esto o Shevardnadze lo pagará muy caro. Decidle que quiero verlo en mi oficina hoy a las 04:00 en punto. ¡Y más le vale tener una explicación para esta basura!»

Al oir los gritos, sus nietos fueron corriendo a la habitación y trataron de calmarle:

«Abuelo relájese, es sólo una noticia. Usted ya no es canciller. Es 1986. Hace 30 años que murió Stalin».

Molotov se calmó y murmuró:

«Lo siento, lo siento. Yo sólo quería hacer mi trabajo. Mi memoria ya no es lo que era».

Sin embargo, esa misma tarde, a eso de las 03:45, sus nietos ven que el anciano se había puesto un traje y estaba atareado anudando la corbata. Se rieron y le preguntaron:

«Abuelo, ¿estás pensando en ir a algún sitio?

Molotov respondió:

«¿Ir a algún sitio?, ¡Me gustaría poder ir a algún sitio! Me estoy preparando para Shevardnadze. Debo llamar a Stalin y hacerle saber que yo me encargo de esto».

Una vez más, los nietos de Molotov tuvieron que intervenir y decirle al anciano que ya no era un lider del Partido, que Stalin se había ido hace mucho tiempo y que el mundo había cambiado.

Traducido por «Cultura Proletaria» de REVLET.com

Deja un comentario