Gramsci intenta indicar los medios por los que la ideología dominante penetra y controla a los oprimidos. Y el papel de la filosofía de la praxis para construir con los trabajadores una «visión crítica del mundo».
Gramsci, en este punto, se aproxima a Lenin al enfrentar la ideología como «una concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en las actividades económicas y en todas las manifestaciones de la vida intelectual y colectiva«(1).
«En ella (la ideología) son incluidas todas las actividades del grupo social dominante, aquellos aparentemente menos ideológicos, en particular las ciencias (…) incluso la ciencia es parte integrante de la superestructura (…) una categoría histórica«(2). Así que, para Gramsci, la ideología está presente en todas las actividades humanas, no se traduce sólo en el campo de la producción de ideas, pero se reduce en la práctica, ya sea cotidiana o científica.
Para Gramsci, solamente las «ideologías orgánicas» debían ser consideradas, es decir, sólo aquellas vinculadas a una de las clases fundamentales de la sociedad, en el caso del capitalismo, la burguesía y el proletariado. Establece niveles dentro de todo eso que podemos llamar ideología dominante, es decir, entre la concepción del mundo «producida» por los intelectuales orgánicos de la clase dominante y las ideas, sentido común, de las clases subalternas, informadas por aquella concepción del mundo. Esta diferencia en niveles es engendrada por las contradicciones objetivas inherentes a la sociedad dividida en clases sociales antagónicas. Esta contradicción es la fuente de las constantes fisuras; responsable, en cierto sentido, de la falta de homogeneidad entre el discurso (siempre ideológico) de dominantes y dominados, a pesar de que estos últimos, en lo fundamental, están atrapados en los lazos de la ideología burguesa que los informa.
«La ideología difundida en los estratos sociales dirigentes es evidentemente más elaborada que sus fragmentos encontrados en la cultura popular (…) en la cumbre, la concepción del mundo más elaborada, la filosofía, al nivel más bajo, el folclore. Hay entre estos dos niveles extremos, el sentido común«(3).
La filosofía, como nivel «superior» de la ideología, como afirma Gramsci, es la «llave maestra de la ideología», la principal fuerza de cohesión, que es justamente ella la que modela y dirige los demás niveles, en especial el sentido común. Dirige, respetando los límites anteriormente señalados.
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