La Red de Blogs Comunistas quiere conmemorar el Día de la Mujer Trabajadora, el día de la mujer que se pone al frente de la lucha contra toda explotación, recordando a Anuradha Ghandy, militante y dirigente naxalita y del Partido Comunista de la India (Maoísta).
Ya en la Universidad se unió al Movimiento Juvenil Progresista (PROYOM), que se inspiró en el movimiento naxalita. Más tarde se convertiría en una de las dirigentes del movimiento por las libertades civiles en Mumbai. A mediados de los años 90, Anuradha entró en la dirección de los naxalitas en las selvas de Bastar, y finalmente pasó a la clandestinidad. En el IX congreso del Partido Comunista de la India (Maoísta), en 2007, Anuradha fue elegida miembro del Comité Central.
Anuradha siempre tuvo un papel muy activo en la lucha por los derechos de la mujer, contra el sistema de castas, y por su papel activo dentro del partido y del movimiento. Sin duda, Anuradha Gandhy es un ejemplo de mujer proletaria revolucionaria, esa mujer que se reivindica en este día 8 de marzo, que combate codo a codo con sus camaradas hombres por el fin de toda explotación del hombre por el hombre sea cual sea su género, su raza o su nación.
«¿Cómo es posible que la hija de un gran abogado de la Corte Suprema de Bombay, graduado en la prestigiosa Universidad de Elphinstone, y en la M.Phil en Sociología, una niña nacida en la abundancia, eligiese una vida de lucha y penurias en las traicioneras selvas de Bastar, acompañada por un rifle y una sábana para dormir?«
Eso es lo que se explica en el artículo traducido por el blog miembro de RBC,
Cultura Proletaria, a partir del original de Rahul Pandita en
Open the Magazine, que compartimos a continuación.
!Arriba la mujer proletaria revolucionaria!
!Viva la mujer trabajadora!
!Gloria a Anuradha Ghandy, guerrillera naxalita!
***
ANARADHA GHANDY, LA REBELDE
Nació en la abundancia y podría haber elegido perfectamente la vida fácil. Pero Anuradha Ghandy escogió el camino de las armas en lugar del camino de las rosas, para luchar por los oprimidos.

En una bochornosa noche de 2008, en algún lugar en Mumbai, un médico buscaba desesperadamente ponerse en contacto con su paciente. La paciente era una mujer de unos 50 años, la cual había ingresado esa mañana con fiebre alta. El médico había recomendado hacer algunos análisis de sangre, y mientras observaba los resultados, intentaba llamar a un número que la paciente había garabateado en un papel con una letra ilegible. Rápidamente se dio cuenta de que el número no existía. Estaba inquieto. Los resultados revelaron la presencia de dos cepas mortales de malaria en el torrente sanguíneo de la mujer. Tenía que ser ingresada en el hospital sin demora. El tiempo volaba y ella no daba señal alguna.
Cuando la mujer volvió a contactar con el médico ya habían pasado unos días. El médico quería ponerla bajo cuidados intensivos de inmediato. Pero ya era demasiado tarde.
A la mañana siguiente, 12 de abril, Anuradha Ghandy estaba muerta. Sufrió múltiples fallos orgánicos, su sistema inmunológico estaba debilitado por la esclerodermia sistémica, una enfermedad autoinmune responsable, entre otras cosas, de su mala caligrafía.
La noticia se difundió rápidamente entre los amigos y seguidores de Anu, como la llamaban cariñosamente. Incluso antes de llegar a Indora, una zona pobre de Nagpur, donde Anu había vivido durante siete años. Esto fue antes de que su nombre apareciese en los expedientes del Ministerio de Interior como Janaki, Narmada, o Varsha, la única mujer en el Comité Central del Partido Comunista de la India (Maoísta), órgano principal de los naxalitas.
¿Cómo es posible que la hija de un gran abogado de la Corte Suprema de Bombay, graduado en la prestigiosa Universidad de Elphinstone, y en la M.Phil en sociología, una niña nacida en la abundancia, eligiese una vida de lucha y penurias en las traicioneras selvas de Bastar, acompañada por un rifle y una sábana para dormir? La respuesta podría estar en la época en la que vivió. O el tipo de persona que era. O quizá un poco de ambos.