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La importancia de la teoría

 

Hay quien supone que el leninismo es la primacía de la práctica sobre la teoría, en el sentido de que para él lo fundamental es aplicar los principios marxistas, «dar cumplimiento» a estos principios, al tiempo que manifiesta bastante despreocupación por la teoría. Sabido es que Piejánov se burló más de una vez de la «despreocupación» de Lenin por la teoría, y en especial por la filosofía. También es sabido que muchos leninistas ocupados hoy en el trabajo práctico no son muy dados a la teoría, por efecto, sobre todo, de la enorme labor práctica que las circunstancias les obligan a desplegar. He de declarar que esta opinión, por demás extraña, que se tiene de Lenin y del leninismo es completamente falsa y no corresponde en modo alguno a la realidad; que la tendencia de los militantes ocupados en el trabajo práctico a desentenderse de la teoría contradice a todo el espíritu del leninismo y está preñada de grandes peligros para la causa.

La teoría es la experiencia del movimiento obrero de todos los países, tomada en su aspecto general. Naturalmente, la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la práctica es ciega si la teoría revolucionaría no alumbra su camino. Pero la teoría puede convertirse en una formidable fuerza del movimiento obrero si se elabora en indisoluble ligazón con la práctica revolucionaria, porque ella, y sólo ella, puede dar al movimiento seguridad, capacidad para orientarse y la comprensión de los vínculos internos entre los acontecimiento que se producen en torno nuestro; porque ella, y sólo ella, puede ayudar a la práctica a comprender, no sólo cómo se mueve y hacia dónde marchan las clases en el momento actual, sino también cómo deben moverse y hacia dónde deben marchar en un futuro próximo. Quién sino Lenin dijo y repitió decenas de veces la conocida tesis de que:

«Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario» (1).

Lenin comprendía mejor que nadie la gran importancia de la teoría, sobre todo para un partido como el nuestro, en virtud del papel de luchador de vanguardia del proletariado internacional que le ha correspondido y de la complicada situación interior e internacional que lo rodea. Previendo en 1902 este papel especial de nuestro Partido. Lenin consideraba ya entonces necesario recordar que:

«Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia«. (2).

No creo que haya necesidad de demostrar que ahora, cuando la predicción de Lenin sobre el papel de nuestro Partido se ha convertido ya en realidad, esta tesis de Lenin adquiere una fuerza y una importancia especiales.
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La construcción orgánica del Partido Bolchevique en el periodo de ilegalidad

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La formación del partido marxista de la clase obrera tuvo lugar en Rusia en condiciones particulares y difíciles que se distinguen de las condiciones en las que se organizan los partidos obreros en occidente.

¿En que consistían estas condiciones particulares de surgimiento del partido marxista en Rusia?

En primer lugar, en Rusia imperaba un cruel absolutismo, que con ferocidad nunca vista, perseguía cada paso del movimiento obrero revolucionario en el país, mientras que en la mayoría de países de Europa occidental estos partidos surgieron como organizaciones legales.

No había en Rusia ningún tipo de organización de la clase obrera como son las organizaciones corporativistas, sindicales, cooperativas, educacativas y otras organizaciones de masas las cuales el partido proletario pudiese apoyar.

Si uno mira, sin embargo, otros países, se encontrará con que antes de surgir el Partido ya había allí numerosas organizaciones de masas del proletariado.

El partido de la clase obrera en Rusia se formó en la nueva era, la era del imperialismo. Y el hecho de que en el país que había entrado en la fase de desarrollo imperialista, Rusia, se conservaran resabios de la servidumbre, presentaba a la clase obrera y a su partido la tarea de organizar la lucha no solamente contra el capitalismo, sino, sobre todo, contra la dominación de los terratenientes, contra las supervivencias de la servidumbre, contra el zarismo. Solamente después de haber derrocado el zarismo sería posible despejar el camino para la revolución socialista, para la aniquilación del poder del capital y para el establecimiento de la dictadura del proletariado.

En estas condiciones, el partido marxista de la clase obrera sólo podría surgir como Partido de lucha, como Partido de acción revolucionaria con una organización fuerte y flexible.
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