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Stalin sobre el «testamento» de Lenin

 

Hablemos ahora del “testamento” de Lenin. Los oposicionistas han gritado aquí –vosotros lo habéis oído– que el Comité Central del Partido ha “ocultado” el “testamento” de Lenin. Como sabéis, esta cuestión se ha examinado varias veces en el Pleno del C.C. y de la Comisión Central de Control. (Una voz: “Decenas de veces”.) Se ha demostrado y vuelto a demostrar que nadie oculta nada, que el “testamento” de Lenin iba dirigido al XIII Congreso del Partido, que este “testamento” fue leído en el Congreso (Voces: “¡Así es!”), que el Congreso decidió por unanimidad no publicarlo, porque, entre otras cosas, el propio Lenin no lo quiso ni lo pidió. La oposición sabe todo esto tan bien como todos nosotros. Y, no obstante, tiene la desfachatez de declarar que el C.C. “oculta” el “testamento”.

Si no me equivoco, del “testamento” de Lenin nos ocupamos ya en 1924. Existe un tal Eastman, en tiempos comunista norteamericano y expulsado después del Partido. Este señor, luego de codearse en Moscú con los trotskistas y de reunir algunos bulas y habladurías sobre el “testamento” de Lenin, marchó al extranjero y publicó un libro titulado “Después de la muerte de Lenin”, donde no regatea colores para difamar al Partido, al Comité Central y al Poder Soviético, y en el que todo lo basa en el supuesto de que el C.C. de nuestro Partido “oculta” el “testamento” de Lenin. Como el tal Eastman estuvo en tiempos relacionado con Trotski, los miembros del Buró Político invitamos a Trotski a que se desolidarizara de Eastman, quien, al agarrarse a Trotski y remitirse a la oposición, hacía a Trotski responsable de las calumnias dirigidas contra nuestro Partido a propósito del “testamento”. Dada la diafanidad de la cuestión, Trotski, en efecto, se desolidarizó de Eastman con la correspondiente declaración en la prensa. La declaración fue publicada en septiembre de 1925, en el núm. 16 de “Bolshevik”.

Permitidme que lea el lugar de este artículo de Trotski en el que se refiere a si el Partido y su C.C. ocultan o no el “testamento” de Lenin. Cito el artículo de Trotski:

En algunos pasajes del libro, Eastman dice que el C.C. ha “ocultado” del Partido documentos de excepcional importancia escritos por Lenin en el último período de su vida (se trata de cartas sobre la cuestión nacional, del llamado “testamento” y otros); esto no merece más calificación que la de calumnia vertida contra el C.C. de nuestro Partido*. De las palabras de Eastman puede deducirse que Vladímir Ilich destinaba a la prensa estas cartas, que tienen carácter de consejos sobre la organización interior. En realidad, eso es completamente falso. Vladímir Ilich, desde su enfermedad, dirigió más de una vez a los órganos directivos del Partido y a su Congreso proposiciones, cartas, etc. Todas estas cartas y proposiciones, naturalmente, siempre fueron transmitidas, puestas en conocimiento de los delegados al XII y al XIII Congresos del Partido y siempre, claro está, ejercieron la oportuna influencia en las decisiones del Partido; y si no todas estas cartas fueron publicadas, ello se debe a que su autor no las destinó a la prensa. Vladímir Ilich no dejó ningún “testamento”, y el mismo carácter de su actitud hacia el Partido, así como el carácter del mismo Partido, excluyen la posibilidad de tal “testamento”. Con el título de “testamento”, en la prensa burguesa y menchevique extranjera y de la emigración se menciona, por lo común (adulterándola hasta dejada desconocida), una de las cartas de Vladímir Ilich, que contiene consejos en punto a organización. El XIII Congreso del Partido estudió con la mayor atención esta carta, igual que todas las demás, y extrajo de ella las conclusiones propias de las condiciones y circunstancias del momento. Todas las disquisiciones sobre un “testamento” ocultado o infringido son un infundio malintencionado y están dirigidas por entero contra la verdadera voluntad de Vladímir Ilich* y los intereses del Partido que él creó”. (v. el artículo de Trotski “Acerca del libro de Eastman “Después de la muerte de Lenin””, “Bolshevik”, núm. 16, 1 de septiembre de 1925, pág. 68). * Subrayado por mí. J. St.

Me parece que está claro. Esto lo escribe Trotski, y nadie más que él. ¿Con qué fundamento Trotski, Zinóviev y Kámenev hablan por los codos ahora, afirmando que el Partido y su C.C. “ocultan” el “testamento” de Lenin? Se “puede” hablar por los codos, pero hay que tener sentido de la medida.
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El camarada Stalin, líder de la humanidad progresista

 

Artículo escrito por G. Malenkov y traducido por «Cultura Proletaria» de la revista «Problemas», Nº23, Diciembre de 1949.

 

 

Hace un cuarto de siglo, el camarada Stalin, en nombre del Partido, hizo el juramento de cumplir con honor las enseñanzas de Lenin. El juramento del camarada Stalin sonó como una llamada a la lucha al Partido, a la clase obrera, al pueblo soviético, y fue la estrella guía en la lucha histórica por la transformación de la vida social, por la construcción de la sociedad socialista.

El camarada Stalin condujo a nuestro Partido y al pueblo soviético por el camino de Lenin. Defendió y desarrolló la teoría leninista de la posibilidad de la victoria del socialismo en un solo país. Poniendo en práctica las enseñanzas de Lenin, nuestro Partido, bajo la dirección del camarada Stalin, aseguró la industrialización socialista del país y la colectivización de la agricultura, transformando la Unión Soviética en una gran potencia socialista, industrial y koljosiana.

El camarada Stalin comprendió profundamente, como nadie, las ideas leninistas sobre el Partido marxista de nuevo tipo, defendió la pureza de la doctrina de Marx, Engels y Lenin, desarrolló la teoría marxista-leninista, armó de valor al Partido en la lucha contra innumerables enemigos, forjó y educó cuadros capaces de llevar hacia adelante la obra de nuestro Partido.

El mundo entero vio la grandeza de Stalin en los momentos bruscos de la historia: en Octubre de 1917, en la Guerra civil, en los años de la intervención cuando, con Lenin, dirigió la Revolución Socialista y la lucha para derrotar a los enemigos del Poder soviético, y en la Gran guerra Patriótica, cuando el camarada Stalin dirigió la lucha contra los enemigos más poderosos de nuestra Patria.

Con el gran Lenin, el camarada Stalin creó el primer Estado socialista del mundo. Bajo la bandera de Lenin, bajo la dirección del camarada Stalin, vive, crece y se fortalece nuestra poderosa Patria, el país de la amistad de los pueblos soviéticos.

En la II Guerra Mundial, cuando, sobre el mundo, se cernían las fuerzas oscuras del fascismo, amenazando con liquidar la cultura de la humanidad, el camarada Stalin, al frente de la Unión Soviética, dirigió personalmente la lucha por acabar con las hordas hitlerianas, aseguró la victoria de los pueblos amantes de la paz, y fue el líder reconocido en la ardua lucha por liberar a la humanidad del yugo del fascismo.
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Dzerzhinsky, una figura política de tipo leninista

 

Dzerzhinsky fue uno de los colaboradores más cercanos y leales de Lenin. Miembro de la dirección del Partido Comunista reunido por Lenin, defendió firmemente el leninismo sin importar lo complicado y difícil de la situación, y después de su muerte permaneció leal a las políticas trazadas por él.

«Félix«, recordaba Kliment Voroshilov, destacado estadista soviético y figura del Partido, «siguió el ejemplo de Lenin en todo lo que hizo. Al igual que Lenin, era muy humano y atento con el pueblo, aunque extremadamente exigente e intransigente con los enemigos de la revolución y sus cómplices«.

Lenin valoraba mucho el trabajo que Dzerzhinsky hacía, confiaba en él, y se podría incluso decir que lo cuidaba.

En sus memorias, el bolchevique Ivan Radchenko, destacado economista, describió su encuentro con Lenin, en el que Dzerzhinski también estuvo presente. «Después de que él (Dzerzhinsky) se fuera, Lenin lo caracterizó como un trabajador brillante, hablando de él con una especie de alegría, como quien habla de un amigo leal y confiable.

En situaciones difíciles, cuando algo iba mal, Lenin solía decir: ‘Será mejor que le confíes esto a Dzerzhinsky, seguro que lo hará‘».

Yelena Stasova, secretaria del Comité Central del PCR (B), escribió: «Todos los que entramos en contacto con Lenin, vimos y sentimos el respeto y apoyo que mostraba por Dzerzhinsky. Era algo natural. El coraje de Dzerzhinsky, la honestidad y la pureza de su vida eran conocidos por todos«.

Por su parte, Dzerzhinsky devolvió la confianza y el apoyo constante de Lenin con una cálida gratitud. «Mostró un gran respeto y una enorme confianza en el genio de Lenin, escuchando sus consejos, leyendo y releyendo sus obras, en las cuales buscaba respuestas a las preguntas más complicadas planteadas por la vida«, escribió la esposa de Dzerzhinsky. «Cuando Félix hablaba por teléfono con Lenin, sabía de inmediato con quién estaba hablando, aunque no supiera de qué se trataba la conversación… La voz de Félix se llenaba de gran admiración y respeto por Lenin«.

Lenin comunicaba constantemente a Dzerzhinsky todo tipo de instrucciones, demandas, consejos y sugerencias, y estaba seguro de encontrar una respuesta inmediata y voluntaria.
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La importancia de la teoría

 

Hay quien supone que el leninismo es la primacía de la práctica sobre la teoría, en el sentido de que para él lo fundamental es aplicar los principios marxistas, «dar cumplimiento» a estos principios, al tiempo que manifiesta bastante despreocupación por la teoría. Sabido es que Piejánov se burló más de una vez de la «despreocupación» de Lenin por la teoría, y en especial por la filosofía. También es sabido que muchos leninistas ocupados hoy en el trabajo práctico no son muy dados a la teoría, por efecto, sobre todo, de la enorme labor práctica que las circunstancias les obligan a desplegar. He de declarar que esta opinión, por demás extraña, que se tiene de Lenin y del leninismo es completamente falsa y no corresponde en modo alguno a la realidad; que la tendencia de los militantes ocupados en el trabajo práctico a desentenderse de la teoría contradice a todo el espíritu del leninismo y está preñada de grandes peligros para la causa.

La teoría es la experiencia del movimiento obrero de todos los países, tomada en su aspecto general. Naturalmente, la teoría deja de tener objeto cuando no se halla vinculada a la práctica revolucionaria, exactamente del mismo modo que la práctica es ciega si la teoría revolucionaría no alumbra su camino. Pero la teoría puede convertirse en una formidable fuerza del movimiento obrero si se elabora en indisoluble ligazón con la práctica revolucionaria, porque ella, y sólo ella, puede dar al movimiento seguridad, capacidad para orientarse y la comprensión de los vínculos internos entre los acontecimiento que se producen en torno nuestro; porque ella, y sólo ella, puede ayudar a la práctica a comprender, no sólo cómo se mueve y hacia dónde marchan las clases en el momento actual, sino también cómo deben moverse y hacia dónde deben marchar en un futuro próximo. Quién sino Lenin dijo y repitió decenas de veces la conocida tesis de que:

«Sin teoría revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario» (1).

Lenin comprendía mejor que nadie la gran importancia de la teoría, sobre todo para un partido como el nuestro, en virtud del papel de luchador de vanguardia del proletariado internacional que le ha correspondido y de la complicada situación interior e internacional que lo rodea. Previendo en 1902 este papel especial de nuestro Partido. Lenin consideraba ya entonces necesario recordar que:

«Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia«. (2).

No creo que haya necesidad de demostrar que ahora, cuando la predicción de Lenin sobre el papel de nuestro Partido se ha convertido ya en realidad, esta tesis de Lenin adquiere una fuerza y una importancia especiales.
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El hombre del timón

 

No ignoramos que, según ha dicho el propio Stalin, «han pasado los tiempos en que los grandes hombres eran los principales creadores de la historia«; pero si bien hay que negar el papel exclusivo ejercido sobre los acontecimientos por el «héroe», tal como lo presenta Carlyle, no se puede discutir su papel relativo. También en este caso cabe pensar que lo que es idéntico se obedece. El gran hombre es aquel que, previendo el curso de las cosas, se le adelanta en vez de seguirlo y actúa preventivamente contra algo o en favor de algo. El héroe no inventa la tierra desconocida, pero la descubre. Sabe suscitar los vastos movimientos de masas -que son, sin embargo, espontáneos-: hasta tal punto conoce sus causas. La dialéctica, bien aplicada, extrae del hombre lo que contiene e igualmente de un acontecimiento. En todas las grandes circunstancias hace falta un gran hombre que sirva de máquina centralizadora. Lenin y Stalin no han creado la historia, pero la han racionalizado. Han acercado el porvenir.
Cuando se pasa de noche por la plaza Roja, entre esta vasta decoración que parece desdoblarse -lo que es de ahora, es decir, de la nación de numerosas criaturas del Globo, y lo que es de antes de 1917 (lo que es antediluviano)- parece que el que yace en la tumba central de la plaza nocturna y desierta es el único que no duerme en el mundo y que vela por lo que irradia todo en torno suyo, ciudades y campos. Él es el verdadero guía, el que hacía reír a los obreros al demostrarles hasta qué punto era a la vez maestro y camarada. Es el hermano paternal que ha cuidado realmente de todos. Aunque no le hayáis conocido él os conocía de antemano y se ocupaba de vosotros. Quienquiera que seáis, tenéis necesidad de este bienhechor.
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La ayuda del pueblo al Ejército Rojo en la Gran Guerra Patria

 

Este texto es un extracto del informe leído por Stalin en la sesión del Soviet de diputados de los trabajadores de Moscú, conjuntamente con las organizaciones sociales y del Partido, en Moscú, el 6 de Noviembre de 1943.

 

 

Los éxitos del Ejército Rojo no habrían sido posibles sin el apoyo del pueblo, sin el trabajo abnegado de los ciudadanos soviéticos en las fábricas y talleres, en las minas y en los depósitos, en el transporte y en la agricultura. En las duras condiciones de la guerra, el pueblo soviético ha demostrado ser capaz de garantizar a su ejército todo lo indispensable y perfeccionar continuamente su material bélico. En todo el transcurso de la guerra, el enemigo no pudo superar a nuestro Ejército en la calidad del armamento. Al mismo tiempo, nuestra industria fortaleció la línea del frente material de guerra en cantidades cada vez mayores.

El año pasado marcó un punto de inflexión no sólo en el transcurso de las operaciones militares, sino también en el trabajo de nuestra retaguardia. Ya no nos enfrentamos con tareas como la evacuación de las empresas hacia el este y la adaptación de la industria a la producción de armamentos. El Estado soviético tiene ahora una economía de guerra eficiente y que crece rapidamente. Por lo tanto, todos los esfuerzos del pueblo pudieron concentrarse en el aumento de la producción y en la mejora progresiva del armamento, en particular de los tanques, aviones, cañones y artillería automotriz. Aquí hemos logrado grandes éxitos. El Ejército Rojo, con el apoyo de todo el pueblo, recibió regularmente suministros bélicos y lanzó sobre el enemigo millones de bombas, minas y proyectiles, derribando en la batalla miles de tanques y aviones. Se puede decir, con pleno fundamento, que el abnegado trabajo del pueblo soviético en la retaguardia pasará a la historia, junto con la heroica lucha del Ejército Rojo, como una hazaña sin precedentes del pueblo en la defensa de su patria. (Aplausos prolongados.)

Los trabajadores de la Unión Soviética, que en los años de la construcción pacífica construyeron una poderosa industria socialista altamente desarrollada durante la Guerra Patria, llevaron a cabo un intenso y duro trabajo para ayudar al frente, revelando un verdadero heroísmo en el trabajo.

Todo el mundo sabe que los hitlerianos disponían, para la guerra contra la URSS, no sólo de la industria altamente desarrollada de Alemania, sino también de la industria más poderosa de los países vasallos y ocupados. Sin embargo, los hitlerianos no pudieron mantener la superioridad cuantitativa del material bélico del que disponían al comienzo de la guerra contra la Unión Soviética. El hecho de que la anterior superioridad numérica del enemigo en tanques, aviones, morteros y armas automáticas fuese liquidada, y de que nuestro ejército no haya sufrido una seria escasez de armas, municiones y equipos, se debe, en el primer lugar, al mérito de nuestra clase trabajadora. (Grandes y prolongados aplausos).
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La falsa suposición de que, bajo el socialismo, todo el mundo cobra el mismo salario

 

 

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Existe una falsa suposición circulando entre la gente poco instruida e incluso entre algunos que se consideran cultos, de que el Estado socialista se construye sobre el fundamento de la igualdad de salarios para todos los trabajadores, manuales o intelectuales, con el pretexto de que todos los hombres son iguales, con un derecho inherente a los servicios públicos y servicios producidos por la comunidad en la que viven, se agitan y tienen su entorno. Jamás existió semejante idea entre los marxistas. De manera completamente opuesta a esto, Karl Marx y Lenin, después de él, estigmatizaron siempre la concepción de una igualdad abstracta del hombre para el hombre, ya fuese en el recién nacido o en el adulto amoldado a las circunstancias. En el caso de algunos comunistas que, de forma individual, se entregan a pensamientos en cuanto a la forma en que se deberían dividir entre los miembros de la comunidad los bienes de esta, la consigna ha sido siempre de desigualdad. De hecho, es lo que se expresa constantemente en la frase «de cada cual según su capacidad y a cada cual según sus necesidades«, que, por supuesto, es diametralmente opuesta a una igualdad entre los individuos, en el sentido de identidad de recompensas o de sacrificios.

Esta máxima fue elaborada con precisión por Stalin en su discurso en el XVII Congreso del Partido Comunista, en enero de 1934: «Esas personas (esos «izquierdistas cabezones», como se les llama en otros lugares) piensan, por lo visto, que el socialismo exige el igualitarismo, la igualación, la nivelación de las necesidades y de la vida personal de los miembros de la sociedad. Huelga decir que tal suposición no tiene nada en común con el marxismo, con el leninismo. El marxismo entiendo por igualdad, no la nivelación de las necesidades y del modo de vida de cada uno, sino la abolición de las clases, es decir: a) la liberación, igual para todos los trabajadores, de la explotación, una vez derrocados y expropiados los capitalistas; b) la abolición, igual para todos, de la propiedad privada sobre los medios de producción, después de que estos últimos han pasado a ser propiedad de toda la sociedad; c) el deber, igual para todos de trabajar según sus capacidades, y el derecho, igual para todos los trabajadores, de ser remunerados según sus necesidades (sociedad comunista). Además, el marxismo parte del hecho de que los gustos y las necesidades de los hombres no son ni pueden ser unos y los mismos en cantidad o en calidad, ni el período del socialismo ni en el período del comunismo. Ahí tenéis la concepción marxista de la igualdad«.

Esto en cuanto a los ideales perseguidos por el marxismo ortodoxo. El propio Lenin, sin embargo, era práctico por encima de todo. Se negaba a tomar en consideración un estado de la sociedad que aún no había nacido. Tuvo que construir el Estado socialista con el material humano representado por 160 millones de trabajadores y campesinos, a los que había enseñado durante siglos de opresión política y económica, a coger todo lo que pudiesen, a diestro y siniestro, y a utilizar en el servicio del terrateniente y del capitalista el mínimo esfuerzo que la osadía les dictase. Además de eso, Lenin reconocía que los impulsos implantados en el hombre común para la búsqueda de la comodidad y de la seguridad, así como en muchos hombres con el fin de mejorar sus condiciones habituales de vida, eran impulsos que, si fuesen orientados hacia el interés público y desviados de la intención de obtener algo a cambio de nada, serían incentivos útiles y deberían ser estimulados a través de medios apropiados de remuneración por los servicios prestados, Esto podría hacerse, bajo el comunismo soviético, sin el peligro de crear nuevas clases sociales, En los países donde el capitalismo reemplazó al feudalismo por la plutocracia -especialmente en Gran Bretaña y en los EE.UU.-, los diferentes niveles de ingresos, especialmente cuando son por diferentes fortunas particulares, con diversas herencias, dan resultado, sin duda, a la creación de clases sociales nítidamente diferentes entre sí. Con la abolición de los ingresos particulares provenientes de rentas y beneficios, la remuneración individual por servicios prestados podría ser suficientemente variada sin perjudicar aquella condición general de igualdad social, que es fundamental tanto para el socialismo como para el comunismo.
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¿Estaba la URSS preparada para la guerra?

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El siguiente texto es un extracto del libro «El Estado Mayor General en los años de la Guerra» de Sergei Matveevich Shtemenko(1). El libro está compuesto por dos volúmenes, el cual tuvo dos ediciones, en 1968 y 1975. En este libro, Shtemenko reúne sus recuerdos de aquella época. La presente traducción procede de la segunda edición, revisada y corregida por el autor, reeditada por la editorial «Voenizdat» en 1981 y 1989. También se consultó la primera edición de su traducción francesa, publicada por «Ediciones du Progrès«, Moscú, 1971. (N. Ed.)

 

 

Hoy, cuando nos separan décadas de aquella fatídica noche, se hacen numerosas y diversas apreciaciones sobre el estado en el que se encontraba en aquel entonces nuestras Fuerzas Armadas.

Unos afirman que no estábamos ni mínimamente preparados para rechazar el ataque del enemigo, que nuestro ejército fue instruido para conseguir una fácil victoria. Y este tipo de declaraciones provienen, por regla general, de personas sin formación militar. A su alrededor se levanta una impenetrable barrera de sabia terminología especializada. Se afirma, por ejemplo, que debido a una comprensión, supuestamente equivocada, de carácter y contenido del período inicial de la guerra, nuestras tropas fueron mal entrenadas para operaciones militares precisamente en ese periodo.

Esta afirmación tiene tanto de osadía como de ignorancia. Esto se debe a que la idea del «período inicial de la guerra» es una categoría operativa y estratégica que nunca tuvo una influencia sustancial en la instrucción de los soldados, de las compañías, de los regimientos o incluso de las divisiones. Los soldados, las compañías, los regimientos y las divisiones, en general, operan de la misma manera en cualquier período de la guerra. Deben atacar con determinación, defenderse con firmeza y maniobrar hábilmente en todos los casos, independientemente del momento en el que transcurre el combate, ya sea al principio o al final de la guerra. Nunca ha habido en los reglamentos ninguna demarcación a este respecto. Ni siquiera hoy en día hay.

Son muy frecuentes las opiniones de que supuestamente se subestimó el peligro de una guerra con Alemania. En defensa de esta errónea idea se hacen alegaciones completamente ridículas sobre el movimiento, sin éxito, de tropas a las regiones militares a las que correspondía cubrir y defender las fronteras occidentales. ¿Sin éxito por qué? Como se sabe, las enormes fuerzas que integraron el efectivo de las regiones fronterizas no fueron colocadas en la frontera, sino más lejos de ella. Está ya muy demostrado, tanto en la práctica como en la teoría, que en cualquier tipo de operaciones militares, las fuerzas principales deben escalonarse obligatoriamente en profundidad. ¿Dónde debe haber más fuerzas y en qué profundidad deben ser escalonadas? Esta es una cuestión muy compleja. Todo depende de las circunstancias y del plan del comandante militar.
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¿Hubo hambre en la URSS en 1931-32?

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El siguiente documento ha sido extraído y traducido por «Cultura Proletaria» del libro «Soviet Communism: A new civilization?» (1936), de Beatrice Webb y Sidney Webb.

 

 

De un extremo a otro de la URSS, tenemos que imaginar a los Departamentos de Agricultura de las provincias y de los distritos, con los Soviets de pueblo y las estaciones de máquinas y tractores, supervisando y ayudando a las doscientas mil granjas colectivas y toda esa organización guiada y dirigida por las 3.000 Secciones de Ejecución de Normas inspiradas e impulsadas por la actividad incesante de Kaganóvich, al frente del Departamento de Agricultura del Comité Central del Partido Comunista. ¿Cuáles fueron los resultados de este intento de enfrentarse, por una parte, a las dificultades climáticas, y por el otro, a la inercia, la ignorancia y la desconfianza del campesinado de la inmensa extensión de tierras que había que trabajar? ¿Hubo o no hubo hambre en la URSS en los años 1931 y 1932?

Aquellos que creen que es fácil responder a esta pregunta ya tienen probablemente el espíritu preparado, de acuerdo a casi todas las declaraciones de las personas hostiles al comunismo soviético, a decir que efectivamente hubo hambre en la URSS y no dudan en decir el número de muertos causados por esta -ignorados por cualquier estadista-, que van de 3 millones a 6 millones y hasta 10 millones de víctimas (1). Por otro lado, un alto funcionario ya retirado del Gobierno de la India que hablaba ruso y se identificaba con la Rusia zarista, y que además administraba personalmente las zonas dominadas por el hambre en India, visitó en 1932 algunos de los lugares de la URSS, cuyas condiciones eran las peores, tal como se sabe y consta. Informó a los autores de este libro, que en aquella ocasión no había visto prueba alguna de existir o haber existido nada parecido a lo que los funcionarios de la India habían descrito como hambre.

Sin esperar convencer a esos espíritus preconcebidos, presentamos la conclusión a la que ahora nos llevan nuestras visitas de 1932 y 1934 y el posterior examen de las pruebas disponibles. Que en cada uno de los años 1931 y 1932 hubo un fracaso parcial de las cosechas en distintas partes de la vasta extensión de la Unión Soviética, es algo que, sin duda, es cierto. Como también es cierto que esto sucedió en la India inglesa y en los Estados Unidos. Ocurrió lo mismo en la URSS y en todos los países de un tamaño que merezcan una comparación con ella, en cada año sucesivo del presente siglo. En países con un área tan grande, con todo tipo de climas, siempre hay un fracaso parcial de la cosechas en alguna parte. Es imposible comprobar con seguridad la extensión y la gravedad del fracaso parcial de las cosechas en la URSS en 1931 y 1932. Por un lado, personas que raras veces tuvieron la oportunidad de visitar las zonas afectadas, afirmaron que, en toda la extensión de enormes provincias, había una completa carencia de alimentos, de manera que (como en 1891 y 1921) murieron de inanición varios millones de personas. Por otro lado, los funcionarios locales de los Soviets, de distrito en distrito, informaron a los autores de este trabajo que, si bien ha habido escasez y hambre, nunca ha habido, en ningún momento, falta alguna de pan, aunque la calidad de este se viese afectada por el uso de otros ingredientes además de la harina de trigo, y que cualquier aumento de la tasa de mortalidad resultante de las enfermedades que acompañaban la nutrición deficiente, ocurrieron sólo en un número relativamente pequeño de aldeas. Lo que puede ser más valioso que un testimonio oficial son las declaraciones de varios periodistas ingleses y norteamericanos, residentes en el país, y que viajaron en 1933 y 1934, por los distritos en que se decía que había sido más intenso el sufrimiento. Ellos declararon a los autores de este libro que no habían encontrado razones para suponer que la perturbación había sido más grave de lo que se informara oficialmente. Nuestra impresión personal, después de estudiar todas las pruebas disponibles, fue que el fracaso parcial de las cosechas se extendió, sin duda, sólo a una fracción de la URSS, posiblemente no superior a una décima parte del área geográfica. Creemos, de forma muy clara, que este fracaso parcial, por si solo, no fue lo suficientemente grave como para causar inanición, con la posible excepción de los distritos que más sufrieron, y que son relativamente pequeños. Nos parece increíblemente excesiva cualquier estimación del número total de muertes por encima de la media normal, basada en una población total de 60 millones (lo que significaría la mitad de la población rural entre el Báltico y el Pacífico), según temerariamente afirman algunos, no nos parece servir de base ni el 1/10 de tal población.

Por otro lado, parece probado que, tanto en la primavera de 1932 como en la de 1933, numerosas familias campesinas estaban desprovistas de suficiente suministro de cereales y sensiblemente necesitadas de grasa. A estos casos volveremos más adelante. Inmediatamente recordamos, sin embargo, que en países como la India, la URSS, China y hasta los EE.UU., (en los que no existe un sistema ubicuo de asistencia a la pobreza), mueren todos los años un determinado número de personas (llegando a miles en esas grandes poblaciones) de inanición o de enfermedades que, como consecuencia de esta, se vuelven endémicas; sin duda, el número crece considerablemente cada vez que hay un fracaso de las cosechas, incluso parcial. No se puede suponer, por lo tanto, que no haya sucedido en partes del sur de Ucrania, en el distrito de Kuban y Daghestan, en los inviernos de 1931 y 1932.
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Las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la economía bajo el capitalismo y en la Unión Soviética

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El siguiente texto es un resumen del informe presentado por M. Rubinstein en el II Congreso Internacional de Historia de la Ciencia de Londres, en 1931.

 

 

Las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la economía bajo las condiciones de la sociedad capitalista, y bajo el sistema socialista que se está construyendo en la Unión Soviética, son ostensiblemente distintas y, en varios aspectos, diametralmente opuestas.

El sistema capitalista de producción y de relaciones sociales es contradictorio por su propia naturaleza. Paralelamente a su desarrollo y expansión crecen y se desarrollan las profundas contradicciones intrínsecas que se manifiestan en todos los ámbitos de la existencia humana sin excepción. El propósito de este informe es presentar el desarrollo de estas contradicciones en el ámbito del trabajo científico y técnico, y mostrar cómo estas contradicciones se desvanecen y desaparecen bajo las condiciones del nuevo sistema de relaciones sociales que está siendo actualmente construido en la Unión Soviética.

Es inútil describir ante esta audiencia los colosales éxitos de la ciencia y la tecnología durante el último siglo. El informe se refiere solo a los tramos básicos de este desarrollo, a sus resultados actuales más importantes.

El progreso del desarrollo técnico y el triunfo del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza se ha acelerado a medida que pasan las décadas. En definitiva, para la ciencia moderna y la tecnología no existen problemas irresolubles, y cuando, en su cincuenta aniversario, la Sociedad Americana de Ingenieros Mecánicos adoptó este eslogan: «No hay nada imposible»(1), lo hizo de manera totalmente apropiada.

El desarrollo de la tecnología en la época del capitalismo se apoya en los grandes éxitos y el incremento de la aplicación práctica de la ciencia. Las ciencias exactas, la aplicación de las matemáticas, de las leyes de la mecánica y la investigación de las transformaciones químicas y físicas de las sustancias, la penetración en la esencia de los procesos orgánicos del mundo vegetal y animal, han ocupado el lugar que antes correspondía al arte y a la experiencia.

Cada descubrimiento, cada avance en la ciencia natural, ha abierto nuevas posibilidades de desarrollo industrial, nuevas conquistas para la tecnología. Este informe ofrece una serie de ejemplos de modernas influencias de este tipo, que se han puesto de manifiesto de manera predominante en el dominio de la química y la electrotecnia.

Como dice Marx, la producción mecánica a gran escala, que constituye la más completa e impresionante encarnación de las tendencias del desarrollo técnico, por su propia naturaleza, «supone la sustitución de la energía humana por las fuerzas de la naturaleza, y de los métodos empíricos rutinarios por aplicaciones conscientes de la ciencia». Al mismo tiempo, el rasgo más característico de todos estos cambios es su carácter fluctuante, un constante estado de movimiento, cambios revolucionarios en las bases técnicas de producción, así como en las funciones de los trabajadores y en las combinaciones sociales de los procesos de producción.
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El Partido como destacamento de vanguardia de la clase obrera

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El Partido tiene que ser, ante todo, el destacamento de vanguardia de la clase obrera. El Partido tiene que incorporar a sus filas a todos los mejores elementos de la clase obrera, asimilar su experiencia, su espíritu revolucionario, su devoción infinita a la causa del proletariado. Ahora bien, para ser un verdadero destacamento de vanguardia, el Partido tiene que estar pertrechado con una teoría revolucionaria, con el conocimiento de las leyes del movimiento, con el conocimiento de las leyes de la revolución. De otra manera, no puede dirigir la lucha del proletariado, no puede llevar al proletariado tras de sí. El Partido no puede ser un verdadero partido si se limita simplemente a registrar lo que siente y piensa la masa de la clase obrera, si se arrastra a la zaga del movimiento espontáneo de ésta, si no sabe vencer la inercia y la indiferencia política del movimiento espontáneo, si no sabe situarse por encima de los intereses momentáneos del proletariado, si no sabe elevar a las masas hasta la comprensión de los intereses de clase del proletariado. El Partido tiene que marchar al frente de la clase obrera, tiene que ver más lejos que la clase obrera, tiene que conducir tras de sí al proletariado y no arrastrarse a la zaga del movimiento espontáneo. Esos partidos de la II Internacional, que predican el «seguidismo», son vehículos de la política burguesa, que condena al proletariado al papel de instrumento de la burguesía. Sólo un partido que se sitúe en el punto de vista del destacamento de vanguardia del proletariado y sea capaz de elevar a las masas hasta la comprensión de los intereses de clase del proletariado, sólo un partido así es capaz de apartar a la clase obrera de la senda del tradeunionismo y hacer de ella una fuerza política independiente. El Partido es el jefe político de la clase obrera.

He hablado más arriba de las dificultades de la lucha de la complejidad de las condiciones de la lucha, de la estrategia y de la táctica, de las reservas y de las maniobras, de la ofensiva y de la retirada. Estas condiciones son tan complejas, si no más, que las de la guerra. ¿Quién puede orientarse en estas condiciones?, ¿quién puede dar una orientación acertada a las masas de millones y millones de proletarios? Ningún ejército en guerra puede prescindir de un Estado Mayor experto, si no quiere verse condenado a la derrota. ¿Acaso no está claro que el proletariado tampoco puede, con mayor razón, prescindir de este Estado Mayor, si no quiere entregarse a merced de sus enemigos jurados? Pero ¿dónde encontrar ese Estado Mayor? Sólo el Partido revolucionario del proletariado puede ser ese Estado Mayor. Sin un partido revolucionario, la clase obrera es como un ejército sin Estado Mayor. El Partido es el Estado Mayor de combate del proletariado.
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100 Años de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Su significado en los destinos históricos de la URSS

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En el primer día de la victoriosa Revolución de Octubre, en la reunión del Soviet de diputados trabajadores y soldados de Petrogrado, sonaron las proféticas palabras de Lenin:

«A partir de ahora comienza una nueva fase en la historia de Rusia. La tercera revolución Rusa será la cumbre de la victoria socialista«.

La Revolución de Octubre de 1917 en Rusia fue una revolución socialista. El carácter socialista de la Revolución de Octubre se demostró, sobre todo, en el hecho de que la clase obrera -la más revolucionaria de todas las clases oprimidas existentes hasta ahora- tomó el poder e inició la construcción de la sociedad socialista.

«Precisamente por eso -escribe el camarada Stalin-, el triunfo de la Revolución de Octubre marca un cambio radical en la historia de la humanidad, un cambio radical en los destinos históricos del capitalismo mundial, un cambio radical en el movimiento de liberación del proletariado mundial, un cambio radical en los métodos de lucha y en las formas de organización, en el modo de vida y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de las masas explotadas del mundo entero«.

La Revolución de Octubre arrebató de las manos de los terratenientes y capitalistas sus medios de producción, transformándolos en propiedad socialista. El proletariado arrancó de las manos de la burguesía el nervio básico de la vida económica -los bancos- y luego efectuó la expropiación de las fábricas, centrales eléctricas y transportes que fueron entregados al gobierno socialista.

La Revolución de Octubre liquidó el sistema estatal burgués y creó un nuevo sistema: la democracia soviética. La Revolución de Octubre, bajo la bandera del internacionalismo, la amistad de los pueblos, liberó a los pueblos de Rusia de la opresión nacional-colonial y dio inicio a la creación de un Estado multinacional soviético.

La Revolución de Octubre resolvió los problemas que la revolución burguesa de febrero no podía resolver ni tampoco remediar.
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Infraestructuras, Superestructuras y Lucha ideológica

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Las últimas obras de Stalin sobre la lingüística son un ejemplo de aplicación de las tesis generales del marxismo a un campo científico concreto; trazan al mismo tiempo una profundidad infinitamente preciosa a los métodos de análisis concretos sobre la base de los principios generales del materialismo dialéctico e histórico. Descubriendo nuevos aspectos del trabajo creador en la ciencia, estas obras constituyen un aporte capital al tesoro del marxismo-leninismo, al tesoro del pensamiento humano.

En su carta al camarada Kholopov, Stalin afirma:

«El marxismo, como ciencia que es, no puede permanecer estancado: se desarrolla y perfecciona. En su desarrollo, el marxismo no puede dejar de enriquecerse con nuevas experiencias, con nuevos conocimientos y, por tanto, algunas de sus fórmulas y conclusiones tienen forzosamente que cambiar con el tiempo, tienen forzosamente que ser sustituidas por nuevas fórmulas y conclusiones, correspondientes a las nuevas tareas históricas. El marxismo no reconoce conclusiones y fórmulas inmutables, obligatorias para todas las épocas y períodos. El marxismo es enemigo de todo dogmatismo«.(28-07-1950)

Las recientes obras de Stalin, desarrollo del pensamiento marxista vivo y creador, dan en este campo un fuerte golpe a los adversarios del marxismo, arrancándoles de las manos cualquier arma.

Al mismo tiempo, lo que no es menos importante, son un estímulo para otras investigaciones que permitirán descubrir nuevas leyes de desarrollo, las cuales permitirán dirigir aún más eficazmente la transformación de la sociedad y de la naturaleza.

Más de una vez se ha trabajado con diferentes conceptos del materialismo histórico sin definirlos o delimitarlos estrictamente. Así, la infraestructura se identifica frecuentemente con el conjunto de las condiciones materiales de la vida de la sociedad y la superestructura con la conciencia social, aunque el conjunto de las condiciones materiales sea un concepto considerablemente más amplio que la infraestructura y la conciencia social de un concepto más amplio que el de la superestructura.

Las últimas obras de Stalin trajeron a este campo la claridad y la precisión de terminología.
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Enver Hoxha refutado

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[El siguiente artículo ha sido escrito por N. Sanmugathasan, Secretario General del Partido Comunista de Ceilán y está tomado de la primera edición preliminar de «Un mundo que ganar«, publicada antes de que la revista se convirtiera en la voz oficial del Movimiento Revolucionario Internacionalista (MRI). El tema es etiquetado como N º1, con fecha de mayo de 1981. El texto de este artículo se ha comprobado y corregido de acuerdo con la forma en que originalmente apareció allí.]

 

 

Desde su origen, el marxismo ha sido internacionalista en su forma y contenido. Por eso Marx y Engels pusieron fin a su famoso «Manifiesto Comunista» en 1848 con la llamada agitación: «¡Trabajadores del mundo, uníos!» También dieron forma organizativa a este concepto mediante la formación de la Asociación Internacional Trabajadores, que ha llegado a ser conocido como la Primera Internacional. Fue esta organización la responsable de la difusión de las semillas del marxismo entre los obreros avanzados de Europa y América del Norte.

Cuando la mano dura de la represión cayó sobre Europa, después de la derrota de la Comuna de París en 1871, e hizo imposible el funcionamiento de la Internacional en Europa, su sede se trasladó a América del Norte, donde murió de muerte natural. Después de la muerte de Marx, la Segunda Internacional fue formada bajo la dirección de Engels. Este fue el período de emergencia de los partidos socialistas y laboristas de masas en Europa, muchos de los cuales existen en la actualidad.

Engels no vivió para ver su degeneración al oportunismo burgués al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Lenin libró una lucha titánica contra los dirigentes revisionistas de la II Internacional, Kautsky y Bernstein, que habían reclamado el manto de Marx y Engels como líderes del partido socialdemócrata más fuerte de Alemania.

El éxito de la Revolución de Octubre en Rusia en 1917 y el fin de la Primera Guerra Mundial acabó con la exposición del oportunismo por parte de los dirigentes de la Segunda Internacional. Lenin, laboriosamente, reunió lo bueno de la vieja Internacional y en 1919, en Moscú, formó la Tercera Internacional, que, a pesar de albergar muchos defectos y errores, desempeñaría un papel histórico en el establecimiento de los partidos comunistas en casi todo el mundo. Se impusieron algunos acuerdos por diversas razones, sobre todo, la necesidad de facilitar la entrada de los partidos comunistas locales en coaliciones antifascistas nacionales que incluían, incluso, fuerzas no proletarias, que fueron disueltas en 1943.

La corrección de esta decisión continúa siendo una fuente de controversia. Lo que quizás sea más difícil de entender es el hecho de no volver a establecer la unidad del movimiento comunista internacional bajo la forma de una organización al final de la Segunda Guerra Mundial. Es cierto que el Kominform jugó el rol de eje durante un breve período. Pero no era un organismo internacional y su papel fue limitado.
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Los falsificadores de la historia (Nota soviética publicada en febrero de 1948)

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Nada más acabar la terrorífica II Guerra Mundial, los imperialistas siguieron acosando a la URSS y para ello desplegaron toda una batería de calumnias y manipulaciones equiparándola al III Reich. A fin de desenmascarar las mentiras, la diplomacia soviética emitió en 1948 esta nota.

 

A finales de febrero de 1948, el Departamento de Estado de los Estados Unidos, en colaboración con los Ministerios de Asuntos Exteriores de Inglaterra y Francia, publicó una recopilación de informes y de diferentes extractos de las notas de los funcionarios hitlerianos y dio a esta recopilación el titulo de Relaciones soviético-nazis durante los años 1939-1941.

Tal y como se destaca en el Prefacio de esta recopilación, en el verano de 1946, los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia se pusieron de acuerdo para publicar los documentos de los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, correspondientes a los años comprendidos entre 1918 y 1945, incautados en Alemania por las autoridades americanas e inglesas. Debemos mencionar que en la recopilación publicada sólo se han incorporado los materiales de los años 1939 a 1941, mientras que el Departamento de Estado no ha incluido en dicha recopilación los materiales de los años precedentes y, en particular, los correspondientes al periodo de Munich, con lo que permanecen ocultos a la opinión pública mundial. Este hecho, sin duda alguna, no es casual, responde a objetivos que no tienen nada en común con una concepción objetiva y concienzuda de la verdad histórica.

Para justificar ante los ojos de la opinión pública la publicación unilateral de esta recopilación de notas de funcionarios hitlerianos no verificadas o falsificadas a placer, la prensa anglo-americana dio una explicación inventada totalmente; según ésta los rusos habrían rechazado la proposición de Occidente de publicar conjuntamente un informe completo sobre la diplomacia nazi.

Esta declaración de círculos anglo-americanos NO SE CORRESPONDE CON LA REALIDAD.

 

 

El gesto unilateral de los anglosajones

 

De hecho, las cosas sucedieron de la siguiente manera: dadas las noticias aparecidas en la prensa extranjera en el verano de 1945 sobre la relación en Inglaterra de la publicación de documentos incautados en Alemania, el Gobierno soviético se dirigió al gobierno de Gran Bretaña insistiendo para que los expertos soviéticos tomaran parte en el examen conjunto de los materiales alemanes incautados por las tropas anglo-americanas. El Gobierno soviético consideraba inadmisible que se publicaran tales documentos sin un acuerdo previo y, al mismo tiempo, no podía asumir la responsabilidad de la publicación de estos documentos sin una objetiva y minuciosa verificación ya que, sin esas elementales condiciones, la publicación de los materiales en cuestión sólo podía generar una agravación de las relaciones entre los Estados miembros de la coalición anti-hitleriana. Ahora bien, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Inglaterra DECLINÓ LA PROPOSICIÓN SOVIÉTICA, alegando que era prematura la cuestión planteada por el Gobierno soviético en relación con un intercambio de las copias incautadas de documentos hitlerianos.

Se sabe también que, el 6 de septiembre de 1945, la delegación americana junto a la Dirección Política del Consejo de Control en Alemania presentó su proyecto de instrucciones sobre la forma de proceder con los archivos y documentos alemanes. Este proyecto preveía el establecimiento de un único procedimiento para toda Alemania para la conservación y colección de los archivos, así como para el derecho a acceder a ellas por parte de los representantes de los Estados miembros de la Organización de Naciones Unidas. Estaba igualmente prevista la posibilidad de hacer copias de los documentos y publicarlos. La Dirección Política examinó esta propuesta durante cuatro sesiones. Pero, a petición de los ingleses y americanos, la decisión se aplazó con el pretexto de que no tenían instrucciones; después, tras la declaración del representante americano que decía que el Gobierno de los Estados Unidos preparaba una nueva propuesta y rogaba que se declarara nulo el proyecto presentado, esta cuestión se retiró del orden del día de la Dirección Política.

Así, la declaración según la cual el Gobierno soviético se habría negado a tomar parte en la preparación de la publicación de los materiales de los archivos alemanes es FALSA.
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El carácter internacional de la Revolución de Octubre

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Conmemorando el X Aniversario de la Revolución de Octubre, Stalin escribió el siguiente texto que fue publicado en «Pravda«(nº255) el 6 y 7 de noviembre de 1927 e incluido en «Fundamentos del Leninismo«.

 

La Revolución de Octubre no se puede considerar sólo una revolución circunscrita «a un marco nacional». Es, ante todo, una revolución de carácter internacional, de carácter mundial, pues representa un viraje radical en la historia de la humanidad, un viraje del viejo mundo, del mundo capitalista, al mun do nuevo, al mundo socialista.

En el pasado, las revoluciones acababan, generalmente, con la sustitución de un grupo de explotadores por otro grupo de explotadores en el timón del gobierno. Cambiaban los explotadores, pero la explotación continuaba. Así ocurrió en la época de los movimientos libertadores de los esclavos. Así ocurrió en el período de las sublevaciones de los siervos. Así ocurrió en el período de las conocidas «grandes» revoluciones de Inglaterra, de Francia y de Alemania. No me refiero a la Comuna de París, que fue el primer intento del proletariado -glorioso y heroico, pero, con todo, un intento fallido- de volver la historia contra el capitalismo.

La Revolución de Octubre se distingue por principio de estas revoluciones. Se propone como objetivo, no el que una forma de explotación sustituya a otra forma de explotación, que un grupo de explotadores reemplace a otro grupo de explotadores, sino la supresión de toda clase de explotación del hombre por el hombre, la supresión de todos y cada uno de los grupos de explotadores, la instauración de la dictadura del proletariado, la instauración del Poder de la clase más revolucionaria entre todas las clases oprimidas que han existido hasta hoy, la organización de una nueva sociedad, de la sociedad socialista sin clases.

Precisamente por eso, el triunfo de la Revolución de Octubre marca un cambio radical en la historia de la humanidad, un cambio radical en los destinos históricos del capitalismo mundial, un cambio radical en el movimiento de liberación del proletariado mundial, un cambio radical en los métodos de lucha y en las formas de organización, en el modo de vida y en las tradiciones, en la cultura y en la ideología de las masas explotadas del mundo entero.

En esto reside la razón fundamental de que la Revolución de Octubre sea una revolución de carácter internacional, de carácter mundial.

Y en esto radica también la profunda simpatía que sienten las clases oprimidas de todos los países por la Revolución de Octubre, en la cual ven la garantía de su liberación.

Podrían señalarse varias cuestiones fundamentales en las que la Revolución de Octubre influye sobre el desarrollo del movimiento revolucionario del mundo entero.
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Ucrania se libera (1918)

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Escrito por Stalin y publicado en «Zhizn Nalsionálnostei» (nº4) y en «Pravda» (nº 261, con algunas modificaciones) el 1 de diciembre de 1918.

 

Ucrania, con sus riquezas, es, desde hace mucho, objeto de la explotación imperialista.

Antes de la revolución, los imperialistas de Occidente explotaban a Ucrania, por decirlo así, a la chita callando, sin “operaciones militares”. Los imperialistas de Francia, de Bélgica y de Inglaterra, que habían organizado en Ucrania enormes empresas (carbón, metal, etc.) y se habían adueñado de la mayoría de las acciones, exprimían al pueblo ucraniano de un modo “legal”, sin ruido.

El panorama cambió después de la Revolución de Octubre. La Revolución de Octubre, al romper los hilos del imperialismo y declarar las tierras y las empresas patrimonio del pueblo ucraniano, arrebató a los imperialistas la posibilidad de la explotación “corriente”, “silenciosa”. De tal modo, el imperialismo fue expulsado de Ucrania.

Pero el imperialismo no quería cejar, no quería por nada del mundo resignarse con la nueva situación. De ahí la “necesidad” de avasallar a Ucrania por la fuerza, la “necesidad” de ocuparla.

Los imperialistas austro-alemanes fueron los primeros que emprendieron la ocupación de Ucrania. La “Rada” y el “hetmanado”, con su “independencia”, eran sólo un juguete, una pantalla que encubría cómodamente esta ocupación y “sancionaba” exteriormente la explotación de Ucrania por los imperialistas austro-alemanes.

¿Quién no conoce las infinitas vejaciones y pruebas sufridas por Ucrania durante la ocupación austro-alemana, el aniquilamiento de las organizaciones obreras y campesinas, el desbarajuste completo de la industria y de los ferrocarriles, las horcas y los fusilamientos, cuadros habituales de la “independencia” de Ucrania bajo la égida de los imperialistas de Austria y Alemania?
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Stalin y los empresarios

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El siguiente texto es de la autoría de Aleksandr Konstantínovitch Trubítsine (1946). Licenciado en electrónica, trabajó en la construcción de ordenadores de a bordo para misiles y satélites. También escribió en los periodicos «Soviétskaia Rossía«, «Patriot» y «Pravda«.

 

Si hace cinco o seis años hubiese visto un título semejante pensaría, probablemente, que el artículo hablaría de la liquidación de los empresarios como clase, de su reeducación en la construcción del Canal Mar Blanco-Mar Báltico, de su castigo en los «gulags» y de otras pesadillas para el pequeño negocio. Y no podía ser de otra manera, ya que Stalin fue la construcción del socialismo, el fin de la NEP, la economía planificada. ¿Qué lugar podría haber aquí para la iniciativa privada? Sin embargo, se constata que podía y que, en la época del camarada Stalin, este sector de la economía nacional se desarrolló con gran fuerza, hasta ser cercado y liquidado, en 1956, por Jruschov, junto con la eliminación de las huertas familiares (las que, por cierto, durante la época de Stalin, podrían tener hasta una hectárea de tierra).

Me interesé por primera vez en el tema de la iniciativa privada, en la época de Stalin, cuando examinaba la edición en varios tomos de los documentos de la NKVD (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos), del período de la Gran Guerra Patria.

Fue entonces que me encontré con un informe de un importante jefe de la NKVD (había esa patente) sobre la situación en una fábrica que producía munición de artillería. El informe es puramente estadístico: tantos miles de municiones en los almacenes, tanos miles en producción, las cantidades de materias primas disponibles, los ritmos de producción. Era una información rutinaria, pero de repente vi algo inesperado, la producción había sido entregada a una empresa cooperativa. Se trataba de la fabricación de decenas de miles de municiones, es decir, ¡de una producción a gran escala!

Pasé la infancia con Jruschov. En esa época había una actitud despectiva en relación con las cooperativas. Eran vistas como «bagatelas». Las empresas estatales, sí, ¡eso era algo serio! Muchos años después, al leer aquel informe, empecé a interesarme y a tratar de comprender lo que representaba en la realidad la producción cooperativa soviética en la época de Stalin.
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La URSS olvidada: el comercio en la época de Stalin

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El siguiente texto es de la autoría de Anatoli Vasílievich Gussev (1966), periodista e historiador ruso que publicó varios libros. Estudioso de la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética, ha dedicado especial atención a la historia de Pervouralsk, ciudad del Oblast de Sverdolvsk en los Urales.

 

Cuando trabajaba en el libro «La vida cotidiana de los habitantes de Pervouralsk en los años de la Gran Guerra Patriótica«, acumulé una gran cantidad de materiales sobre el país en su conjunto. Todo este material me llevó a pensar: ¿cómo sería la URSS de Stalin si no hubiese sucedido la Gran Guerra Patriótica?

Creo que no es posible dar una respuesta completa a esta cuestión, pero podemos hacernos una idea de la realidad existente en la Unión Soviética en 1939, 1940 y a principios de 1941.

Veamos, por ejemplo, cómo funcionaba el comercio.

Para la mayoría de los ciudadanos rusos y de los países vecinos, el comercio soviético era aquello que se observó en el período de Gorbachov: estanterías vacías, largas colas, etc. Las generaciones más viejas recuerdan, probablemente, el comercio de los años de gobierno de Leonid Brezhnev: precios bastante bajos, disponibilidad de artículos de primera necesidad, pero penuria permanente de aquello que estaba de moda, de artículos de divulgación, de productos importados…

Esto no sucedía en la época de Stalin. ¿Por qué? Porque el socialismo de Stalin era otro y el comercio también.
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71º Aniversario de la victoria sobre el nazi-fascismo

Discurso de la Victoria pronunciado por J. Stalin el 9 de mayo de 1945 en Moscú

 

 

DISCURSO DE LA VICTORIA

Emitido radiofónicamente desde Moscú a las 20.00 horas (hora de Moscú) el 9 de Mayo de 1945

 

¡Camaradas! ¡Compatriotas hombres y mujeres!

El gran día de la victoria sobre Alemania ha llegado. La Alemania fascista, forzada a arrodillarse por el Ejército Rojo y las tropas de nuestros aliados, ha reconocido su derrota y declarado su rendición incondicional.

El 7 de Mayo, el protocolo preliminar de rendición fue firmado en la ciudad de Reims. El 8 de Mayo, representantes del Alto Mando alemán, ante la presencia de representantes del Mando Supremo de las Tropas Aliadas y el Mando Supremo de las Tropas Soviéticas, firmaron en Berlín el acta final de rendición, cuya aplicación comenzó a las 24.00 horas del 8 de Mayo.

Conscientes de los carroñeros hábitos de los cabecillas alemanes, que consideran los tratados y acuerdos como trozos de papel vacíos, no tenemos razones para confiar en sus palabras. Sin embargo, esta mañana, en cumplimiento del acta de rendición, las tropas alemanas comenzaron a deponer sus armas y se rindieron masivamente a nuestras tropas. Esto ya no es un trozo de papel vacío. Esta es la rendición efectiva de las fuerzas armadas de Alemania. En verdad, un grupo de tropas alemanas en la zona de Checoslovaquia está aún evadiendo la rendición. Pero confío que el Ejército Rojo será capaz de conducirles a la sensatez.

Ahora podemos afirmar con plena justificación que el día histórico de la derrota final de Alemania, el día de la gran victoria de nuestro pueblo sobre el imperialismo alemán, ha llegado.

Los grandes sacrificios que hicimos en nombre de la libertad y la independencia de nuestra Patria, las privaciones y sufrimientos incalculables experimentados por nuestro pueblo en el curso de la guerra, el intenso trabajo en el frente y la retaguardia, colocados sobre el altar de la patria, no han sido en vano, y han sido coronados por la victoria completa sobre el enemigo. La lucha secular de los pueblos eslavos por su existencia y su independencia ha concluido con la victoria sobre los invasores alemanes y la tiranía alemana.
A partir de ahora la gran bandera de la libertad de los pueblos y la paz entre los pueblos ondeará sobre Europa.
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El factor traición

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El siguiente texto es un extracto del libro «La caída del comunismo ruso» de Aleksandr Zinoviev(1).

 

 

Uno de los factores más importantes que condicionaron el colapso del comunismo soviético (ruso) fue el factor traición. Tal vez ha sido la primera vez en la historia que este factor no sólo fue tenido en cuenta con anticipación por aquellos que dirigieron la destrucción del comunismo ruso, sino también previsto anticipadamente y desarrollado a una enorme escala como factor del proceso evolutivo. Por lo tanto, merece atención como una de las características de la historia programada y dirigida.

 

 

El concepto de traición

 

Aparentemente la traición es algo evidente. Pero sólo «aparentemente» y sólo en los casos más simples y habituales. Un individuo se convirtió en espía de otro país, es un traidor. Se movió hacia el lado del enemigo en la guerra, es una traidor. Sin embargo, incluso en estos casos, los criterios de evaluación o no están definidos o son violados con frecuencia. Por ejemplo, el general y traidor Vlásov(2) fue transformado en un héroe en la lucha ideológica contra el stalinismo. Y representantes probados de la «quinta columna» de Occidente en la Unión Soviética y en Rusia viven impunemente en la tierra rusa e incluso prosperan, entrando en las capas superiores de la sociedad rusa y llegando a los puestos del poder de Estado. Es cierto que no existe ninguna evidencia cuando se trata de grupos de individuos, de grandes comunidades y pueblos enteros, y también cuando se verifican comportamientos individuales, los cuales involucran un gran número de acciones en condiciones complejas e inconstantes. Además, el carácter de las acciones individuales y los criterios de su evaluación se alteran con el tiempo. En lo que respecta a la evolución de la traición, la humanidad ha recorrido un largo camino desde las formas primitivas y evidentes de traición individual evidente hasta las formas masivas, sutiles y encubiertas. Todo esto debe ser tomado en cuenta para definir científicamente el concepto de este fenómeno.

Es necesario distinguir entre el enfoque jurídico-moral y el enfoque sociológico del problema de la traición. El primero es suficiente en lo relativo a las acciones individuales en situaciones sencillas. El segundo es necesario para la comprensión del comportamiento de grandes multitudes, masas y asociaciones de individuos en procesos históricos complejos. Esto fue precisamente lo que ocurrió en los años de la preparación, aplicación y consolidación de los resultados del golpe contrarrevolucionario en la Unión Soviética.

El caso más simple de traición está en la relación entre dos individuos. En esta relación, el destino de un individuo depende del otro de modo sustancial. El primero confía en el segundo, convencido de que este cumplirá con su obligaciones en relación con él. El segundo tiene determinadas obligaciones con respecto al primero, es consciente de estas obligaciones, sabe que el primero confía en él y que cuenta con él en esta relación. Esta relación puede ser sellada con una palabra, una promesa, un juramento, por tradición, costumbres, opinión pública, normas morales, leyes jurídicas. Si el segundo individuo no cumple con sus obligaciones, se dice que es una «traición»: el segundo traiciona al primero.
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Stalin, la época de Stalin y el «stalinismo»

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El siguiente texto es una intervención de Aleksandr Zinoviev en el seminario teórico «Lecturas Marxistas», celebrado del 27 al 29 mayo de 2003 en el Instituto de Filosofía de la Academia de las Ciencias de Rusia, y publicado en la colección «El fin de la prehistoria de la humanidad: el socialismo como alternativa al capitalismo«, Omsk, 2004, pp. 207-215.

 

 

Han pasado 50 años desde la muerte de Stalin. Sin embargo, Stalin y todo lo que está vinculado a su acción no es algo que pertenece al pasado lejano e indiferente a las personas. Todavía están vivos bastantes representantes de generaciones para las cuales la época de Stalin continúa siendo su época, independientemente de la forma en cómo la encararon. Pero lo más importante es que Stalin pertenece al grupo de aquellas personalidades históricas que permanecen eternamente como hitos importantes de nuestra época para todas las futuras generaciones. Por lo tanto, la fecha redonda de medio siglo es sólo un pretexto para abordar temas que son eternamente actuales. En este ensayo no pretendo analizar hechos y acontecimientos concretos de la época y de la vida Stalin, sino sólo su esencia social.

 

La época de Stalin

Para realizar una caracterización objetiva de la época de Stalin es necesario en primer lugar determinar su lugar en la historia del comunismo ruso (soviético). Hoy en día puede considerarse como un hecho la existencia de cuatro períodos en la historia del comunismo ruso: 1) el nacimiento; 2) la juventud (o maduración); 3) la madurez; 4) la crisis y el fallecimiento.

El primer período abarca los años entre la Revolución de Octubre de 1917 y la elección de Stalin como Secretario General del Comité Central del Partido en 1922 o hasta la muerte de Lenin en 1924. Este período se puede definir como leninista, por el papel que en él desempeñó Lenin.

El segundo período abarca los años siguientes hasta la muerte de Stalin, en 1953, o hasta el XX Congreso del Partido en 1956. Este es el período de Stalin.

Se inicia entonces el tercer período que termina con la llegada al poder de Gorbachov en 1985. Este es el período de Jruschov-Brezhnev. Y el cuarto periodo, iniciado con la conquista del poder por Gorbachov, termina con el golpe anticomunista en agosto de 1991, encabezado por Yeltsin, y la destrucción de el comunismo ruso (soviético).

Después del XX Congreso del PCUS (1956) se estableció firmemente la idea de que el período de Stalin fue un período horrible, y que el propio Stalin fue el más atroz de todos los criminales de la historia humana.
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¿Cómo fue posible la subversión revisionista?

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Como marxistas sabemos que: no son «los hombres (los que) hacen la historia».(1) Tampoco son los Krushchovs y los Gorbachovs. Pero si probamos que Kruschov y Gorbachov trabajaron conscientemente para la destrucción del socialismo y lograron su objetivo, ya está dado el primer paso para responder a esta cuestión.(2)

Ahora se plantea una cuestión mucho más difícil, la verdadera cuestión central: ¿cómo pudieron agentes del imperialismo llevar al Partido y al pueblo, educados por Lenin y Stalin, a aceptar una política revisionista, restauradora del capitalismo? Una respuesta satisfactoria requiere de análisis exhaustivos e investigaciones. Se plantean muchas cuestiones al detalle.

La conjetura más próxima para los marxistas es que la política revisionista de Kruschov y Gorbachov fue la expresión de los intereses de determinados estratos de la sociedad soviética, de los cuales se convirtieron en representantes. Según esta interpretación, el revisionismo moderno brotó del movimiento comunista y de la sociedad socialista igual que el viejo el revisionismo de los partidos socialdemócratas, de abajo, como una expresión de los intereses de determinados estratos. No puedo estar de acuerdo con tal interpretación.

Es cierto que en la sociedad soviética y en los países socialistas, especialmente en el estrato intelectual -y aquí especialmente entre diplomáticos, mandos del comercio exterior, artistas y periodistas- había personas que estaban fascinadas con la riqueza y la «libertad» de Occidente y deseaban también poder apreciarlas en la Unión Soviética. Pero no fueron ellas las que transformaron tales deseos en un sistema del revisionismo moderno. Este sistema, en su estado rudimentario original, fue desarrollado en 1942 por el entonces renegado ex-Secretario General del PC de los EE.UU., Browder (3), y, con la ayuda del colaborador de Allan Dulles (4), Noel Field (5), a través de emigrantes comunistas en Suiza, fue introducido en los diferentes partidos comunistas, cayendo después en el terreno especialmente fértil del PC de Yugoslavia a través de su líder Tito (6). De ahí fue importado a la Unión Soviética por Kruschov, el hermano espiritual de Tito, es decir, por encima y mezclado en la teoría marxista-leninista dominante. No es, por lo tanto, ninguna planta originaria del suelo de la sociedad soviética.

Pero, ¿por qué tuvieron Kruschov y Gorbachov un éxito tan catastrófico con su política? Me gustaría enumerar algunas condiciones que me parecen que han sido decisivas:

1) No revelaron los verdaderos objetivos, se presentaban con insistencia como fieles alumnos, seguidores y perfeccionadores de la obra de Lenin. Que hayan tenido que hacerlo, prueba que la inmensa mayoría del pueblo quería mantener la Unión Soviética. Para disfrazar su revisionismo y hacer creíble su política como continuadora del leninismo, Kruschov declaró al leninista Stalin traidor del leninismo, consiguiendo con eso la posibilidad de difamar a sus adversarios leninistas Molotov (7), Malenkov (8), Kaganovich (9) y otros como «estalinistas» y «enemigos del Partido», y de este modo neutralizar a los adversarios.
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El camarada Kotovsky

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Conocí al camarada Kotovsky como miembro ejemplar del Partido, organizador militar experimentado y hábil comandante.

Lo recuerdo especialmente en el «frente» polaco en 1920, cuando el camarada Budionny avanzaba hacia Jitomir hacia la retaguardia del ejército polaco, Kotovsky, con la brigada de caballería, realizaba incursiones extremadamente audaces contra el ejército polaco, que estaba en Kiev. Era una amenaza para los polacos blancos porque sabía, como nadie, «aplastarlos» – según el término utilizado en la época por los soldados del Ejército Rojo.

El más valiente entre nuestros modestos comandantes y el más modesto entre los valientes. Es así como se me viene a la mente el recuerdo del camarada Kotovsky.
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