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La heroica lucha del pueblo coreano

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El siguiente artículo fue escrito por Pak Hen Yen (en Julio-Agosto de 1950), entonces ministro de asuntos exteriores. Pak Hen Yen fue uno de los héroes de la lucha por la reunificación de su país. Combatió a los invasores imperialistas americanos y la sanguinaria colonización japonesa.

 

 

El pueblo coreano fue liberado del yugo del imperialismo japonés por las fuerzas del valiente ejército soviético que desempeñó un papel decisivo en el aplastamiento de los agresores fascistas, tanto en Occidente como en Oriente.

Es gracias a la Unión Soviética, que lleva a cabo una lucha consecuente por una democracia verdadera y defiende la independencia, la libertad y la soberanía de los pueblos, grandes y pequeños, que se abrió para el pueblo coreano, es decir, 27 millones de personas, el camino de una vida libre y feliz, la posibilidad del resurgimiento y del desarrollo de su estado nacional.

A raíz de este importante cambio en la vida coreana, las fuerzas creadoras de pueblo coreano, aplastadas por la bota el militarismo japonés, despertaron y el pueblo coreano se lanzó decididamente a la realización de sus aspiraciones seculares: crear el Estado democrático independiente de Corea. Aún no había transcurrido un mes de la liberación y los coreanos ya habían instaurado, en todas las regiones del país, comités populares -órganos verdaderamente democráticos del poder- y proclamaban la fundación de su estado soberano: la República Popular de Corea. Los comités populares, teniendo en sus manos el poder, destruyeron hasta las raíces el aparato de administración colonial de los invasores japoneses e introdujeron sin demora nuevas leyes democráticas.

A la vanguardia de la lucha patriótica del pueblo coreano estaba el Partido Comunista, consecuente defensor de los intereses nacionales del pueblo coreano y organizador de su lucha por una completa independencia y desarrollo democrático de la patria. Bajo la dirección del Partido Comunista, el pueblo coreano se unió en torno a los comités populares, y los enemigos del pueblo, los elementos pro-japoneses, traidores del país, temieron por su suerte ante esta temible fuerza popular.

Con la creación de la República Popular de Corea, fueron ejecutadas transformaciones democráticas fundamentales: reforma agraria, nacionalización de las principales ramas de la industria; leyes progresistas del trabajo; libertad de palabra, de prensa, de reunión y de organización; igualdad de derechos para las mujeres: extensión de la educación pública: renacimiento de la cultura nacional.

Al entrar en Corea del Norte en agosto de 1945 para aplastar a los ocupantes japoneses, el gran ejército soviético no sólo alentó las aspiraciones patrióticas y las reivindicaciones democráticas del pueblo coreano, sino que lo ayudó de todos las formas y de manera desinteresada, al realizar esas reivindicaciones. Durante su permanencia en territorio coreano, el ejército soviético se presentó al pueblo coreano como el fiel ejecutor de los grandes principios de la política exterior leninista-stalinista, del respeto a la soberanía de los pueblos, grandes y pequeños. El pueblo coreano adquirió la convicción de que el ejército soviético no tiene otra finalidad que asegurar su independencia y su desarrollo democrático. Cuando entró en Corea, y cuando salió del país, fue recibido por el pueblo como un ejército amigo, un ejército liberador.
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¿Cuál fue, realmente, la ayuda material angloamericana prestada a la URSS en la II Guerra Mundial?

Kukryniksy-razgromim

 

El escritor y militar soviético, Sergei Kurnakoff, publicó en la prensa soviética un interesante trabajo sobre el coste de la guerra a la URSS, del que transcribimos algunos datos.

 

 

Gastos, préstamos y arrendamientos

 

La cantidad total de materiales enviados a la URSS, bajo préstamos y arrendamientos, por los EE.UU. hasta 1945, es la siguiente:

-Artillería y municiones (poca artillería), 793.343.000$;

-Aviones y repuestos, 1.495.986.000$;

-Tanques y respuestos, 460,059,000$;

-Vehículos a motor y piezas de repuesto, 1.157.064.000$;

-Embarcaciones y material bélico, 240.591.000$.

También fueron enviados:

-Productos petrolíferos 84.878.000$;

-Productos y materiales industriales, 2.700.223.000$;

-Productos agrícolas, 1.473.000.000$.

En conjunto fueron, por lo tanto, 3.409.695.000$. Si a esto le sumamos el material recibido a través de Inglaterra, de ella misma o cedido por ella, tendremos un total general de unos 10 billones de dólares.
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El gran vencedor

Bandera Reichstag

 

El 8 de mayo de 1945, hace 70 años, numerosos contingentes del Ejército Rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tomaron la capital del Tercer Reich, Berlín, terminando prácticamente el gran conflicto mundial, uno de los episodios más sangrientos de la historia de la humanidad que dejó un rastro de destrucción y muerte sin precedentes. Derrotando definitivamente al nazismo, hasta entonces la cara más reaccionaria del poder imperialista, las fuerzas populares y antifascistas de todo el mundo, lideradas por la URSS, habían alcanzado una extraordinaria victoria. Se dieron pasos firmes y enérgicos hacia la construcción de un mundo nuevo.

Sin embargo, el verdadero gestor de los terribles conflictos que debastaron el planeta, el vientre que había producido el monstruo nazi, no fue definitivamente extirpado. El imperialismo se mantuvo vivo y con prontitud, el horror de las guerras mundiales por repartirse el mundo y la rapiña continuó desarrollándose, volviéndose más agresivo y sanguinario.

La Segunda Guerra Mundial fue, hasta hoy, el más brutal conflicto armado de la historia. En ella perdieron la vida cerca de 47 millones de personas, además de haber sido arrasadas ciudades enteras, principalmente en Europa y Asia. Iniciada oficialmente el 1 de septiembre de 1939, con la invasión de Polonia por parte del ejército nazi, este nuevo enfrentamiento había sido preparado por las potencias imperialistas desde el fin de la Primera Guerra Mundial, a mediados de 1918.

En su análisis sobre el imperialismo, Lenin, el gran jefe de la Revolución Soviética, se expresó así en relación a las guerras en la etapa imperialista: «Los acuerdos firmados al final de una guerra son el punto de partida de un próximo conflicto«. La historia confirmó la veracidad de estas palabras más rapidamente de lo que muchos imaginaban. Europa, 21 años después devastada, volvió a ser escena de otra sangrienta disputa interimperialista que, sin embargo, no se limitaba a un solo continente.
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